Capítulo 16.

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31 de Diciembre de 2024
Narra Guido.

Luz habia venido al mediodía a casa para poder hacerme compañía ya que la ansiedad me estaba consumiendo el sentido común y no era capaz de razonar. Anoche tuve que recurrir a "mi última herramienta" para dormirme. Luche incansablemente con las ganas de llamar a Bianca después de doce con la idea de saludar a Gio, pero una voz de sensatez hizo que me abstenga por el hecho de que era un nene de seis años, iba a ser muy ilógico, y más conociendo a Bianca; que esté despierto a esa hora. Era el primer cumpleaños que mi cabeza podía reconocer como tal, lo estaba viviendo y lo iba a ver.

—Bueno, ya lo charlamos mucho al tema. Tranquilo, mantene la calma así no lo asustas, amor. —dijo mi pareja acariciando mis brazos con cautela buscando transmitirme una paz que creía extinta.— Pensa que es algo que estuviste deseando por muchísimo tiempo, amor... Es hoy. —beso mi frente.— Vamos a nadar un poquito, que se que eso te relaja bastante y después merendamos algo rico y nos empezamos a preparar ¿te parece? —asentí como pude y nos fuimos al patio.

El día estaba hermoso, el calor se dejaba disfrutar sin ser sofocante, el viento nos llenaba los pulmones de aire fresco. Cerré los ojos inspirando profundamente, practicando las respiraciones de calma. Mire el agua mientras me sacaba la remera y me tire de cabeza sin pensarlo mucho, al salir a flote sentí como Luz me abrazaba por los hombros desde atrás y dejaba varios besos allí haciendo que cierre los ojos.

—Es nuestro primer año nuevo juntos, el primero de muchos.

Susurro haciendo, ahora, que abra los ojos. Y ahora, con la cabeza, el cuerpo y las ideas más frescas entendía el punto de Bianca. Estaba por ver a mi hijo por primera vez y encima no solo yo caía a su vida sino que también Luz. Era... demasiado y no sabía cómo se lo iba a tomar el. Ahora si podía entender su enojo, más después de aquellos mensajes que nos habíamos mandado y en donde me trató de pendejo pelotudo, teniendo ya treinta y seis años y ahora me caía la ficha. Tenía razón, no podía ser más pelotudo porque no me alcanzaban las horas del día.
El resto de la tarde la pase un poco distante a Luz, ella lo había notado pero calculo que pensó que es por todo lo que estoy atravesando y no es la primera vez que me ve así y lo respeta. Es muy buena conmigo.

[...]

—Si, amor, esa camisa te queda bien.

—¿Pero no voy a transpirar mucho? Ahora tengo calor. Aparte los botones me incomodan mucho. —dije moviendo mi cuello un poco y ella se acercó para desabrochar los tres primeros.

—¿Ahí está mejor? —preguntó acomodando el cuello y yo asentí.— Estás hermoso, vas a ver que todo va a salir bien. —me dejo un beso en los labios para después agarrar su bolso y yo, todavía medio inconforme con lo que tenía puesto salí a rastras.

Ya en la casa de mis viejos estaban mis hermanos. Galito me abrazo, como siempre lo hace, y nos quedamos jugando un buen rato mientras Luz trataba de hacer sociales con Lucía, mi cuñada, que mucho no la soportaba. Mis viejos se estaban haciendo cargo de la comida así que decidí ayudar a mi mamá a terminar las ensaladas mientras charlábamos un poco.

—¿Y? ¿Como estas? —preguntó con una evidente emoción.

—Estoy muy ansioso y nervioso y, te juro, que quiero que lleguen y verlo... pero a la vez no.

—¿Como es eso, hijo? —preguntó mientras dejaba de hacer lo suyo y agarraba un repasador para secar sus manos sin sacarme la vista de encima.

—No se, ma... me parece que me mande una al ponerme así, en pareja... o sea, ya suficiente con que me tiene que conocer a mi y ahora le caigo con otra persona que no tiene porque querer ni aceptar y voy con la esperanza de que si lo haga, pero no puedo asegurar ni que a mi me llegue a querer... No se si fui claro.

—Si, fuiste muy claro. —escuché a Luz atrás nuestro. Y cerré mis ojos con fuerza y solté un suspiro. Cuando me di vuelta ya había ido a sentarse a la mesa sola.

—Es lo que menos te tiene que preocupar ahora. —se unió Gastón y lo mire esperando que continúe.— Guido, ahora vas a conocer a tu hijo, si ella no puede entender lo que acaba de escuchar entonces... no es ahí, hermano. —palmeó mi hombro.— Va a ser una noche larga, anda al baño, lávate un poco la cara, relájate y baja que ya deben estar por llegar. Vamos, vos podes. —me dijo mi hermano mayor con una gran sonrisa para después abrazarme fuerte y darme unos golpes en la espalda.

Subí híper convencido por Gaston. Creo que esto se sentia el hecho de querer cuidar a tu hijo y eso es, justamente, lo que sintió Bianca. Cuánto me arrepentía de todo lo que le dije.

Hice mis necesidades y abajo pude escuchar un griterío.

Llegaron. —pensé y me mire al espejo después de lavarme las manos y la cara. Me di aliento suficiente en mi reflejo.

No sé cuánto tiempo habré estado en el baño. Quería bajar pero mis piernas no respondían y el corazón comenzaba a latir rápido, como cuando me daban aquellos ataques. Volví a mi reflejo y respiré profundo, calmándome y repitiéndome que todo iba a estar bien, que todo iba a salir bien.

Era momento de ver a mi hijo.

Baje como pude las escaleras y me dirigí hacia la puerta de salida al patio.

—¿Ya llegó? —pregunte apurado mientras salía al tinglado donde la mesa estaba rodeada de mis familiares. Mire los rostros de todos, no podía distinguir ninguna emoción solo quería verlo a él, hasta que lo divise cerca de mis papás.— ¡Hijo! —un grito que salió del fondo de mi pecho lo alertó y su carita fue... no se, no puedo ponerlo en palabras porque no le haría justicia en lo absoluto a esto que estaba sucediendo. Me tire al piso, con los brazos abiertos para recibirlo mientras él se acercó corriendo para que pueda, por fin, rodearlo en un abrazo, mientras la familia festejaba.

El cuerpo me temblaba pero a la vez se hacía fuerte, sentía una vitalidad increíble, más de lo que alguna vez experimente. Tuve shows emotivos, magníficos, de una magnitud descomunal que me hacían transitar una adrenalina indescriptible pero esto... esto era muchísimo más grande que todo aquello; los estadios quedaban minúsculos ante este abrazo. El corazón se me agigantaba cada segundo. Ambos queríamos esto. Ambos nos necesitábamos. Sentía que todos los problemas desaparecían. Me sentía el ser con una fuerza irascible, era un gladiador ganando una guerra por la libertad de su tierra. Era un papá conociendo, por fin, a su hijo. Después de tanto sufrimiento, de tanta angustia, de tantas crisis existenciales que no me dejaban dormir. Sabía a la perfección que, esa noche y las siguientes, iba a poder recostar mi cabeza en la almohada sin peso alguno, con una paz que no sabía que podía llegar a recuperar, algo que creía que no iba a pasar, y ahora está sucediendo.

—Te quiero, papi. —esas palabras terminaron de sellar mi vida, disiparon mis dudas, los fantasmas corrieron despavoridos de mi cabeza, la serotonina invadía mi sistema y yo no podía hacer más que llorar como un nene cuando él escondió su cara en mi cuello. Lo alce en el aire haciendo que su abrazo sea más fuerte. Mi hijo me quería, era todo lo que un papá necesitaba saber y sentir.

—Te quiero, hijo, te quiero como no tenes idea. —dije sin vergüenza alguna de que alguien me vea llorar como lo estaba haciendo. Intente calmarme para separarme de él y mirarlo. Era muy parecido a mi, me estremeció el alma, me sacó de onda todo eso, era muy raro y chocante, me estaba abrazando a mi mismo, prácticamente. Era muy simbólico y místico todo. Lo veis y todo lo demás dejo de existir. Lo veía y en mi pecho se encendía un fuego que se había apagado hacía tiempo. Lo veía y las canciones venían a mi mente como un flujo sanguíneo. Lo veo y empezaba a creer que la vida si tenía sentido. Lo veía y veía el motivo por el cual debía seguir luchando y siendo mejor con cada día. Lo veía y volvía a creer en la magia.

No cabía más en mi la alegria.

Ese día volví a nacer.





AAAAAH QUEDÓ RE CHOTO lpm LLORE IGUAL Y TODO KJJJJJ

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora