Capitulo 30.

794 72 29
                                    

02 de Abril 2025
Narra Bianca.

El tiempo había pasado y con ellos los sentimientos mutuos que teníamos con Guido se agigantaron.
El cambio era radical, era hermosa la transformación que estaba teniendo. Sentía que estaba viendo un nuevo amanecer en su vida, en donde todo era cálido, comprensión, ternura y amor. Verlo florecer como papá, verlo crecer con Gio, verlos tan cómplices, compinches, amigos, padre e hijo; me hacía entender por qué se había dado todo así. Y es que la normalidad no es algo normal, valga la redundancia, en nuestra relación, en nuestra realidad en general las cosas se daban de una manera bastante extraña. O tal vez era la manera en que la vida nos estaba dejando una enseñanza, quien sabe, pero la verdad era que había funcionado. Más allá de todo, más allá del dolor, del gusto amargo, más allá de las lluvias, de las tormentas, más allá de todo lo mal vivido, todo llegaba este punto: un final en el que los tres estamos juntos por fin. En donde los tres estábamos felices, unidos, ensamblados por un amor insoluble, inifugo, increíble, tremendamente inmenso, algo que no cabía en las dimensiones conocidas por esta realidad ni las que puedan llegar a existir. Quería que dure para siempre, quería que sea así, tal cual estábamos ahora: mirando a papá Guido tocar con los tíos en uno de los tantos Vorterix que se animaban a volver a hacer luego de lanzar su nuevo álbum. Disfrutando. Mi hijo cantaba, estaba alegre, exaltado, disfrutaba tanto verlo así, verlo extasiado por la música, compartiendo una misma pasión con su familia paterna, con su papá. Gio había sido una gran inspiración y fuerza para que todo esto salga bien. Un proyecto del que ya se venía alzando la voz pero que no estaba del todo hecho se concluyó con la llegada de este amor tan nuevo e intenso que Guido sentía por Gio, y en cierta parte por mi. Porque no me iba a hacer la modesta en este momento donde todo tipo de enojo y rencor se había disipado en su totalidad, donde lo veía y no me nacía otra cosa más que amor, felicidad y muchísimo orgullo. Guido había crecido, un montón, más de lo que imaginaba y me lo demostraba con cada día que pasaba. Se la pasaba preocupado por nosotros, ocupándose muchas veces de cosas que no le correspondían cómo levantarme para ir al trabajo y llevarme y buscarme, y hasta muchas veces sorprendiéndome con comida y flores en la oficina, había hecho acto de presencia en la escuela de Gio, no tuvo ningún tipo de inconveniente ni problema en lo absoluto, participaba en todo lo que podía, se tomaba todo con una gracia y un amor incalculable; estaba totalmente empapada de amor por este ser divino que la vida me ofreció y que estoy totalmente dispuesta a disfrutar, a nadar en este océano inmenso de locura y pasión que un rubio de pelos largos y sonrisa infinita me estaba ofreciendo.
Las miradas se cruzaron y yo asentí. El final era charlado, muy, muchísimo, pero ya era tiempo de que todos sepan esto. Guido estaba parado esperando que el público se calme para poder hablar un poco.

—Muchas gracias, enserio... este último tiempo fue tremendo para mi, la vida me ofreció la oportunidad más hermosa de toda esta locura que es vivirla. Hoy les quiero presentar a dos personas que desde su llegada han sido pilar fundamental y únicos en mi ser. Mi hijo Gio y, su mamá, Bianca, que está con un poco de vergüenza, va a salir solo a acompañarlo. —dijo riéndose para después llamarnos con sus manos y nosotros aparecimos en el escenario. Gio corrió a los brazos de su papá, quien se había sacado la guitarra de encima para poder agarrarlo en brazos tapando su cara de las luces, y un poco de las fotos; era muy estricto con eso, tal vez un poco más cascarrabias que yo; yo solo me paré a un costado y saludé por unos cinco segundos para tirar unos besos y desaparecer para dejarlos vivir su momento.— Gio me dijo que quería tocar un poco para ustedes y estuvo practicando muchísimo así que... ¿vamos? —dijo mirando a nuestro hijo que asintió tímidamente con sus manos en su cara y una sonrisa que no se me va a borrar jamás, estaría grabada en mis retinas por la eternidad.

No se por qué pero me causaba una gracia, una ternura, un amor; que estén vestidos muy parecidos con la remera negra de airbag con las calaveras de fondo violeta y unas biker con zapatillas y medias tres cuarto.

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora