Capitulo 17.

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5 de Enero 2025.

El día estaba soleado en la quinta que habían alquilado para festejar el cumpleaños de Gio. Bianca estaba hecha un trompo, yendo de un lado hacia otro. Agradecía muchísimo la ayuda de sus tías en ese momento, y nunca le faltaba ese suspiro melancólico al pensar en que su mamá también estaría ahí, feliz, con el nieto que siempre había deseado. Nunca iba a poder olvidar la culpa que sintió cuando al despedirse de ella perdió su primer embarazo. El dolor aparecía cada vez que la recordaba y con ello el odio hacia ese Guido.

La cena de año nuevo había sido un festín, estaban todo muy felices y alegres. Había podido charlar mucho con aquella familia que tan bien la supo acoger cuando fue pareja del menor de los Sardelli.

Estaba poniendo las servilletas en las pequeñas mesas que habían puesto como mobiliario del cumple para que los amiguitos de su hijo se puedan sentar cuando un flashback la arrasó haciendo que sus mejillas ardan.

Flashback.

Una vez que Bianca acostó a Gio al lado de Galo, quien se había dormido primero, bajo luego de asegurarse que ambos estén bien y dejar varias almohadas del lado del más chiquito. Bajo las escaleras y Pato estaba preparando unos tragos en la licuadora.

—Uy ¿y eso, che? Tiene buena pinta. —le dijo ella parándose al lado del morocho.

—Me extraña, amiga, ¿vos sabes con quien estás hablando? El mejor bartender de todo Buenos Aires. No como otrasss. —la molestó por su viejo trabajo haciendo que Bianca lo empuje con su hombro ganándose una carcajada por parte de su contrario.

—Callate, queres... como iba a seguir ahí estando embarazada.

—Se te extraña en el boliche.

—¿seguís yendo a ese antro de mala muerte?

—No muerdas la mano que te dio de comer, mal agradecida. —contestó con una falsa indignación haciendo que Bianca vuelva a reírse.— Igual es lemon shamp, imposible que salga mal. Encima el helado de limón que consigue mi vieja es tremendo. —le pasó un poco en una cuchara y ella lo saboreó cerrando sus ojos.— Bueno, no te vas a poner a acabar acá al lado mío, asquerosa. —la jodio y volvió a ganarse un golpeo pero esta vez en la nuca y con la mano.

—Tarado, déjame en paz. Está riquísimo. Después servime una vez en tu vida, por favor.

—Éramos cuñados, atrevida, no me podes pedir eso.

—¡Ay, Patricio! Que tipo estúpido. —respondió ahora riéndose apenada por el comentario del hermano más explosivo y mal pensado.

—¿Que onda esos tragos que tardan mucho? —preguntó Guido entrando a la cocina ya un poco más tomado y por ende alegre.

Más sumado a toda la embriagues que la felicidad había causado en el.

—Mira.. pedile a el que te sirva. —le dijo Patricio mientras se llevaba un vaso para él mismo y pasaba por al lado de su hermano y, a la vez que le daba un beso al vidrio, le palmeó el hombro con complicidad generando confusión en el rostro del menor y logrando que Bianca largue una carcajada.

—¿Y a este que le pasa? Si te puede servir el. —le dijo con una sonrisa divertida y Bianca río más fuerte haciendo que Guido sonría con algo de desconfianza y empiece a servir lo que había preparado su hermano en varios vasos.

—Muchas gracias por servirme, rubio. —le dijo ella para darle un trago a su vaso mirándolo a los ojos logrando poner los nervios de punta de su contrario.— No te pongas nervioso, no te voy a comer. —le guiñó un ojo y pasó por su lado pero Guido la agarró suave del hombro.

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora