Capítulo 08.

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03 de Diciembre 2024
Narra Bianca.

Estaba tan cambiado. Tan distinto y tan... asustado y vulnerable. No podía creer que todo esto le había causado tantas cosas entrañables, significativas. Al Guido de antes parecía no interesarle nada en lo absoluto, pero el que tenía en frente mío no era ese Guido, me atrevería a pensar que no quedaba nada de él. No existía cosa que lo corrompa pero esto... esto no era, definitivamente, lo que me esperaba al volver a verlo. Me sentí mal, enojada, triste, angustiada, asustada, no entendía que le pasaba hasta que mi cabeza entendió que estaba sufriendo ataques de pánico. Vaya uno a saber hace cuanto que está así. Ahora con más razón la culpa que toda mamá experimenta la sentía dándome una patada en el pecho. Lo hice mierda.
Estaba más alto, más... musculoso, se podría decir, lo había sabido ver con el pelo más largo pero ahora lo tenía a los hombros, con sus reflejos y ondas de siempre; pero su mirada no era la misma y en sus labios casi no existía esa sonrisa que tanto me enamoraba. Ya no había nada de eso en mi. Pero si había algo de desdicha en mi sentir, estaba apenada, todo esto lo había causado yo; pero no tenía que olvidarme que son consecuencias de lo que él nos hizo. Algo que Gabriela me resaltó pero de una manera más inteligente, solo que mi cabeza lo había distorsionado de tal manera que crea que no debía hacerme totalmente responsable de mis actos, cuando ella me dijo que si... que si debía enfrentarme a lo que se avecinaba y acá estoy. Consolándolo. Lo sentía débil, frágil. Había venido con el fin de salvarme y lo estoy salvado de no morir asfixiado de la angustia. No me hablaba. Como voy a querer que me hable si con suerte podía respirar y caminar.
Lo deje en la puerta de su casa después de agendar su número y me subí a mi auto. Me permití llorar cinco segundos más hasta que mi teléfono sonó.

Alicia.
Mi vida, está todo bien? Pasó algo? Son las tres y hace tiempo me mandaste que venías en camino. Estás bien? 03:12

No sabía si decirle la verdad o ocultarlo.

Basta. Basta de ocultar cosas. Me rete a mi misma.

Ali, discúlpame. No te quise asustar. Pero me cruce con Guido... después charlamos. Ahora ya estoy en camino. En diez segundos estoy. 03:13

Arranque sin esperar una respuesta, aún sintiendo que el celular sonó al instante en que mande el mensaje. Llegue y me baje para ir a buscar a Gio, estaba dormido y cuando se dormía no existía quien lo despierte. Golpee despacio para no hacer sonar el timbre y fui atendida con Alicia, con una notable preocupación en su rostro. Agache la cabeza.

—¿Queres pasar, corazón? Hice café.

—Si no es mucha molestia.

—Para nada, sabes que te voy a escuchar. —posó su mano en mi hombro adentrándome a la casa. No se si les pasa pero para mi cada casa tiene un olor, un aura y una personalidad única y en ese instante mil millones de recuerdos se amotinaron en mi cabeza cuando sentí el aroma de aquel lugar. Los asados de los domingos, las tardes jugando al chinchón por plata, o al bingo, como nos peleábamos todos o nos reíamos de las pavadas que nos decíamos con Pato. No me sentía para nada intimidada en ese hogar. Me senté en la mesa de la cocina cuando Alicia me puso la taza en el lugar. Me senté y ella a mi lado.— te escucho.

—Fue... bastante particular la manera en la que nos volvimos a ver, igual el ya me había ayudado en un momento así con una ex pareja que tuve. Ahora me paso con un compañero del trabajo que me quiso besar a la fuerza y dio la casualidad que Guido pasaba por ahí, creo yo que volvía de la casa de Gastón porque era justo su esquina. Me ayudo, hasta que me reconoció. —sentía que una bola se formaba en mi garganta y tome un poco de café buscando calma.— Ali... nunca lo vi tan... tan frágil. Me vio y tuvo un evidente ataque de pánico, no sabía que hacer para calmarlo... —Alicia me escuchaba con atención, como si ya hubiera visto todo lo que le estaba contando.— lo acompañe a su casa y me pregunto lo inevitable. Quería saber por qué y cuando... solo decía eso: por qué y cuando. Así que decidí pedirle su número y ponernos en contacto para poder charlar tranquilos. Él quería hablarlo ahí pero estábamos los dos notablemente afectados por el reencuentro y yo creo que no iba a ser muy cuerda la charla que hubiéramos llegado a tener. Así que le dije que prefería hablarlo en otro momento. —suspiro y apoye mi cabeza en mi mano.— no se cuando, así que estoy en una encrucijada tremenda. Y tampoco se como resumir todo lo que viví... fueron casi seis año, Alicia. Y yo conocía a un Guido y este no era el. La culpa... —y las lágrimas se hicieron presente.— la culpa no me deja pensar ahora, siendo que mi cabeza va a estallar, me siento muy mal. No... no me puedo imaginar ni un poco lo que habrá sufrido el... —Alicia agarro mi mano libre.

—Amor mío, vos también sufriste. Es mi hijo, si, me dolía y me destruiría el alma verlo tan mal, pero no me iba a hacer la sonsa y negar lo que él te había hecho. Yo trataba de pasarle información, lo poquito que me permitía para no afectarlo; perdón si eso ahora te molesta —y puse mi otra mano sobre la suya negando.— pero ver sus ojitos brillaban cuando le contaba alguna cosita, por más minúscula que sea, me llenaba de alegría y a él igual.

—En otro momento me hubiera vuelto loca, pero ahora... sabiendo que él era consciente de todo el asunto y verlo así, y ahora que soy mamá; te puedo entender perfectamente. La que te debe una disculpa soy yo, a todos; por ponerlos en este aprieto innecesario.

—Bianca, vos actuaste como cualquier mamá lo hubiera hecho. Cuando me encontraba cuestionándome tu decisión empezaba a ponerme en tu lugar y yo hubiera hecho lo mismo. No es el ejemplo ni la imagen que queres que tu hijo repita ni aprenda ni mame desde su infancia, Guido no era ejemplo de nada; tal vez de perseverancia, pasión por lo que te gusta y mucha dedicación. Guido como hijo es un ser especial, increíble, como hermano es adorable, algo intenso y por ahí un poco mal humorado cuando se satura de sus hermanos... pero como pareja, como pareja deja mucho que desear y yo muero por verlo en su rol de padre. He tenido que ir varios días y contarle como era el de chico, se había fascinado con saber sobre que se siente ser madre, sobre información, leyó varios libros de paternidad... pero una cosa es hacerlo así como lo hizo él que es en teoría y otra cosa totalmente distinto, lejos de los libros, donde los niños no son todos iguales; está la práctica... yo solo espero que puedan conciliar la relación por el bien de Gio; hoy tuve que evadir varias preguntas suyas y ambas sabemos que no es tonto, es un chiquito muy vivo y perspicaz. Me hizo transpirar de los nervios. —me contó riéndose un poco y yo la seguí.— pero a partir de ahora es un trabajo de hormiga, para los tres, despacito. ¿Si? Va a estar todo bien. —se levantó y me abrazo.

—Solo quiero que estemos bien, los tres. —cerré los ojos ante su abrazo. Como extrañaba a mi mamá.— Ambos nos debemos una disculpa. Y a Gio lo único que podemos regalarle para suplantar un perdón son momentos lindos. —Suspiré y abrí mis ojos.— Que pueda conocer a su papá.

—¿Voy a conocer a papá? —la vocecita de dormido de mi hijo nos asusto. Dios cuánto habrá escuchado. Por su cara puedo deducir que estaba recién levantado. Había bajado solito.— tengo sed. —lo agarre entre mis brazos y como pude lo alce, estaba larguísimo y yo era una pulga.

Alicia le trajo un poco de agua en su vaso de Batman y él tomó con muchísimas ganas. Le devolvió el vaso y recostó su cabecita en mi hombro con los ojos cerrados.

—Mami ¿voy a conocer a papi?

—Si, mi amor. —sentí como su mejilla se movía dándome a entender que estaba sonriendo ampliamente.

—¿cómo se llama, papi? —me dijo adormilado.

—Papi se llama Guido, Guido Armido. —conteste con lágrimas en mis ojos mientras miraba a Alicia que estaba igual de emocionada que yo.

Soltó una risita.— Armido.

Me reí un poco con él y Alicia sonreía con lágrimas en las mejillas mientras negaba y ponía los ojos en blanco.

—Mi papá se llama Guido Armido. —contestó quedándose dormido.

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora