Capítulo 28.

898 67 16
                                    

29 de Enero 2025.
Narra Bianca.

No sabía si aquello que había dicho era lo que realmente le quería pedir, pero mi cerebro no acataba ningún tipo de orden y estaba vomitando palabras; gracias a dios eran palabras y no vomito enserio porque al decirle todo eso mi estómago se revolvió de los nervios y más encima viendo que no me daba ningún tipo de reacción de parte suya. Lo abrace, esperando si de esa manera podía obtener algún tipo de respuesta pero no, no hubo caso. Me separé dejando un beso en su mejilla, dispuesta a bajar del auto derrotada.

—Si queres llevate el auto y mañana lo buscas al gordo y lo traes y después te lleva... —no pude seguir hablando ya que los labios de Guido estaban sobre los míos... tarde unos segundos en comprender qué era lo que estaba pasando hasta poder corresponder con las mismas ganas con las que él me estaba besando.

Mis manos fueron directo a sus hombros y nuca en busca de más intensidad la cual fue correspondida con inmediatez. Sus manos se posaron en mis mejillas, acariciaba con suavidad la zona con sus pulgares y me apretaba de vez en cuando como si hubiera esperado por esto una eternidad. Y vaya que ambos habíamos esperado este momento. El aire se hacía ausente en mi ser, y maldije por lo bajo al tener que separarme de aquella boca que tanto me gustaba. Pegamos nuestras frentes buscando regular nuestras respiraciones fallando en el intento puesto que los nervios no querían abandonar la situación.

Me baje del auto después de musitar un "vamos" por lo bajo siendo seguida por el rubio como si yo fuera una presa a punto de ser cazada por su depredador. Ni el ascensor ni las puertas fueron impedimento para que sigamos con nuestra sesión de besos descontrolados. Las manos viajaban locas por nuestros torsos y las ganas se hacían más y más evidentes como si aquello fuera un imposible, un sueño. Un sueño hecho realidad.

Entramos a los tumbos en la habitación, sacándonos las prendas en el camino dejando un sendero marcado hasta la cama donde nos acostamos desnudos. Sentir su piel, su calidez, su tacto en mi fue como caer nuevamente en la locura. En la adiccion que creí que había superado pero no, seguía ahí latente.

—Te juro que si esto es un sueño no me quiero despertar... que me pongan la eutanasia, ya fue. —me susurró en el cuello haciendo que me ría y tiemble por su aliento chocando contra mi piel seguido de besos húmedos, mordidas y caricias en mis pechos.

Tome su rostro entre mis manos para mirarlo a los ojos.— No es un sueño, Guido... —cerró los ojos suspirando para atrapar su labio inferior entre sus dientes y seguir besándome la boca.

Recorrí su espalda tersa por completo, me encantaban mucho sus hombros, sus brazos y su cuello grueso... estaba muchísimo más grandote de lo que recordaba y eso me estaba volviendo completamente loca. Enrede mis piernas en su cintura apretando, haciendo que nuestros centros se rocen dejando que de nuestros labios se escapen gemidos al unísono. Con una de sus manos tomó su erección para rozarla nuevamente con más destreza y cuidado. Estaba completamente empapada por el, por sus besos, por nuestro encuentro. La intromisión de su miembro en mi feminidad hizo que mi espalda se arquee instintivamente, haciendo que mis ojos rueden de placer hacia atrás y echando mi cabeza en la misma dirección mientras soltaba un suspiro acallando un gemido.

—Gemí para mi, hermosa... no te calles, no sabes lo mucho que extrañe escucharte así. —pidió mi contrario con su rostro hundido en mi cuello. Clave mis uñas en sus homoplatos subiendo hasta su pelo que tanto había extrañado acariciar. Suave a pesar de sus rulos locos, esponjoso y abundante. Tire de él suavemente cuando empezó a embestirme con cuidado.

Mis piernas se aflojaron cayendo a ambos lados para recibirlo más cómodamente, empezando a soltarme poco a poco. La timidez había gobernado mi razonamiento, hasta que la excitación y el deseo apaciguaron ese estado de nerviosismo, dejando que mi garganta se exprese, generando que Guido aumente sus movimientos y su brusquedad.

Me dio vuelta para dejarme boca abajo, yo sabía cuando le gustaba verme desde ahí, tiró de mi cintura para que eleve las caderas y pueda volver a enterrarse en mí sin piedad. Mis manos se cerraron en las sábanas, los gemidos aumentaron su volumen al igual que el sonido que generaban nuestros cuerpos al chocar. Apretaba mi culo, lo azotaba y embestía con muchas ganas. Una de mis manos viajo hasta mi clitoris para acariciarme mientras sentía que se inclinaba para atrapar uno de mis pechos y torturar mi pezon con caricias y apretones que me hacían perder la poca cordura que quedaba en mi ser. Empecé a seguir sus movimientos, sincronizando mis caderas con las suyas haciendo que en, un momento, se quede quieto. Lo observé volteando mi cara un poco y ver su rostro enceguecido de placer hizo que me moje aún más de lo que ya lo estaba. Sus manos caían a ambos lados de su torso y su pelvis estaba dura en su lugar para recibir mis embestidas.

—Eso, hermosa mía... movete para mi. —jadeó casi en un gruñido para después azotarme haciendo que suelte un gemido. Lo que más me calentaba era que siga proclamando su posesión sobre mi. Yo era suya, siempre fui suya y siempre iba a ser así por lo visto y lo sentido.

Una corriente subió por mis muslos y descendió desde mi columna para unirse en mi centro librando un orgasmo... uno mas que deseado, más que esperando, o solo fue mi sensación de no haber estado con ningún hombre desde que él se fue... bah, eso intentaba instalar mi razonamiento en mi cabeza, pero la verdad era que no había otra cosa que desee tanto en mi vida que volver a sentir a Guido adentro mío llenándome por completo, siempre sostuve la idea de que ningún tipo iba a poder suplantar su lugar, y eso que había estado con muchos antes de conocerlo a él; pero sabía que él era mi hombre definitivo. El era mío y yo era suya y en esta noche, esta madrugada, en este instante éramos nosotros dos y nada ni nadie más... solo nosotros, después de tanto tiempo.
Se desplomó al lado mío cuando acabó, casi al instante que yo lo conseguí; y me abrazó con fuerza, acostándome en su pecho, arropándonos después de prender el aire acondicionado, acurrucándose a la perfección mientras se sacaba la almohada de la cabeza y la ponía a un lado siendo reemplazada por uno de sus brazos mientras con el otro me sostenía desde la espalda.

—Te amo... perdón si te abruma escucharlo así, tan crudo, pero me es imposible en este momento ocultar y reprimir las palabras. Te amo, Bianca y nunca deje de hacerlo. —se confesó mientras dejaba suaves caricias a lo largo y ancho de mi desnudez.

—No me abruma en lo absoluto... tal vez me aturde un poquito y me genera adrenalina volver a escucharte decir eso... pero es algo muy distinto  a lo que hemos vivido... esto... esto es enserio. —apoye mi mentón en su pecho para poder mirarlo. Estaba con los ojos cerrados que abrió levemente para poder mirarme con una tierna sonrisa.— Yo también te amo, y con todo el pesar de mis emociones, de mi pasado; tengo que admitir que jamás deje de hacerlo. Te amo, Guido.


































SSSSSIIIIIIIIIIIIIII LOCO VAMAAAAAAA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

SSSSSIIIIIIIIIIIIIII LOCO VAMAAAAAAA

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora