02 de Diciembre 2024.
Narra Guido.—Pato, no tengo ganas, enserio.
—Dale, boludo. Vamos, Cuti me dijo que nos esperaba con el asadito, te prometo que no nos vamos a ningún lado. Ya se, te hago la segunda. Voy a estar con vos nomas.
—Si, pero van los pibes y siempre te ceban. Ya no te creo nada. —dije riéndome de él mientras me rogaba poniendo sus manos juntas.— bueno, dale... no te puedo ver así. —me hizo un puchero.— basta, pelotudo, vamos. —lo empuje mientras me reía y salíamos de mi casa para ir a la del Cuti.
Una buena idea que habían tenido mis hermanos fue vivir en el mismo barrio. Yo vivía a tres cuadras de lo de mis papás, Cuti a la vuelta y Pato se fue un poco más lejos a un edificio en el microcentro de San Martín. Así que no tenía mucho viaje si me quería volver.
Llegamos a la casa de mi hermano mayor y yo, como siempre, me fui corriendo a jugar con Gali que estaba con Lucía. Que bueno que Gastón le había dado bola. Estaba muy cambiada. Ya no era rubia, y los ojos celestes no eran más que lentes de contacto. Con el pasar de los años habían podido formalizar su relación. Después de muchas vueltas y Lu terminó siendo una genia, una hermana más para Pato y para mi. Es tatuadora, algo que siempre es tema de conversación. Yo no puedo concebir de ninguna manera como alguien se puede marcar la piel permanentemente, o torturarse así porque si... hay otras maneras de inmortalizar eventos o seres queridos que no sean rayándote la piel. Una vez la discusión había escalado a un punto en el que me termino contando que Bianca se había tatuado. Y como buena fanática de los signos me dijo que indirectamente se había tatuado mi signo. Yo me reía y bufaba restándole importancia, aunque me ganaba la intriga.Cuti me pidió que lleve una jarra para armar el fernet y allá fui. Los pibes siempre me recibieron de la misma manera. Creo que no sabían la historia tal y como es y tampoco quería que la sepan. Por un lado porque me daba vergüenza y por el otro porque eran bastante chusmas, así que lo que menos quería era pelearme con ellos por andar contando mis cosas íntimas. Nos pusimos a jugar al truco entre jodas y risas.
Siempre que terminaba accediendo a venir no podía creer como llegue a negarme porque acá podía desenvolverme con facilidad y me sentía acogido por nuestro grupo de amigos de forma genuina, lejos de la lástima y de la condescendencia.
Mi risa y la de Patricio retumbaban por toda la casa. Nos estábamos acordando de muchas anécdotas viejas, y por lo general los pibes terminaban más tentados por nuestras risas que por lo que contábamos en si, y más porque nunca podíamos terminar de contarla tranquilos.—Bueno, ¿vamos a Madame? —dijo uno de los pibes y yo mire a Pato que también me miro.
—Yo paso, ya me voy para casa. Tengo que ir a dormir un poco que anoche no pude descansar muy bien. —Obviamente recibí reclamos de mis amigos, pero para mi sorpresa Pato pudo inventarme una buena excusa y me dejo ir tranquilo.
Salude a todos y después de un avisa cuando llegues de parte de mi hermano mayor me marche. Camine tranquilo, a lo lejos se escuchaba música y una casa que tenía varios autos estacionados afuera. Que bien la pasaba la gente del barrio, che. Quien pudiera. Guarde mi teléfono en el bolsillo ya que estaba por pasar por una esquina oscura. Mire hacia arriba y evidentemente una de las luces de la calle se había quemado. Me quede ahí mirando hasta que un grito me saco de mis pensamientos.
— No... no hagas algo de lo que te puedas arrepentir. —Escuché decir a una chica, la oscuridad me dejaba ver poco de lo que estaba pasando. Un tipo la estaba arrastrando y manoseando a la fuerza. La escuché llorar y sentí como el coraje me invadió los sentidos.
—Eh ¡¿Ey que haces?! —Grite mientras me acercaba a la escena. El tipo me miro y no tuvo ni un poco de intenciones de dejar de hacer lo que hacía, me estaba subestimando.— Te estoy hablando. Solatala, flaco. —Lo rodee del cuello con un brazo y una de sus manos se liberó para tratar de sacarme de encima. Lo tire al piso y le di dos piñas en la cara, para cuando se safo de mi lo vi correr como un cobarde. Me fijé en la chica que cayó al suelo llorando.— ¿estás bien? —Me agache a su lado con cuidado de no asustarla. Quien sabe lo que pensaría de un desconocido, pero una luz de un auto que pasó le iluminó la cara y la ira que estaba sintiendo aumento. Lo hubiera asesinado si hubiera sabido quién era la afectada como lo supe ahora.— ¿Bianca?
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Memorias | Guido Sardelli
FanfictionBianca tenía un secreto, un secreto de seis años. Y por más que buscaba consuelo su memoria llegaba a atormentarla cada año nuevo en donde ese secreto cumplía años.