Capítulo 25.

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24 de Enero 2025
Narra Bianca.

Estaba preparándome el desayuno mientras escuchaba a Gio hablar con Guido por videollamada. Contrario a lo que creía que me iba a costar la recuperación, me sentía considerablemente bien. Me sentía a salvo sabiendo que Gabriel había sido apresado y estábamos en un proceso judicial un tanto tedioso porque no solo me secuestro y golpeó sino que también tuve que declarar acerca d e la violacion y violencia de género que sufrí durante nuestra relación anterior, además de las incontables veces que me había robado plata.

—... entonces el tío Pablo me regalo palillos nuevos, pero se rompieron en nada. —escuché a mi hijo y yo reí de fondo.

—Gioo... decile la verdad a tu papá. —alce un poco más la voz para que me pueda oír Guido.

—Mamaaaa... —me acerque con su chocolatada helada y le despeine el pelo.

—¿Qué pasó, Gio? —preguntó Guido desde la pantalla.

—Nada... los partí, pero porque no me salía una combinación... —Guido se rio y negó.

—Bueno... igual eso va a pasar muchas veces, no hace falta que me mientas cuando me ha pasado mil veces, tranquilo. Bueno, yo me tengo que ir, el tío Pato quiere que lo acompañe a comprar unas cosas para su cumpleaños. Me dijo que les avise que están invitados y me pidió que le digas a Virginia que vaya también. Porque el boludo hablo mucho con ella la otra vez y nunca le pido el número.

—Yo estuve secuestrada y mi cuñado se chamuyo a mi amiga, mira vos che que bien. —dije sin pensar y pude ver cómo los dos me miraban fijamente.— ¿Qué? —pregunté sin darme cuenta de nada.

—¿Qué es un cuñado? —me pregunto extrañado mi hijo y ahí entendí, solté mi jugo de naranja para taparme la cara y reírme mientras negaba.

—Es un poco difícil de explicar, hijo, pero algún día te vas a dar cuenta de que es un cuñado. —me salvo Guido entre risitas.— Me voy, nos vemos. —nos tiró un beso a ambos a través de la cámara y nos dejó con el sonido de ambiente.

La tranquilidad me gobernada el corazón, y la calma se sentía incluyendo con el lío de la calle entrando por la puerta balcón del living. Me sentía muy bien. Las heridas no habían sido graves y me ingresaron medio día para poder obtener pruebas y asegurarse de que esté bien. El tabique no estaba roto, por suerte, solo tenía un raspón allí, en la boca y pómulo izquierda. Las heridas de mis pies tampoco llegaron a ser muy profundas así que podía mantenerme en pie con comodidad.
Miraba a mi hijo que tomaba su chocolatada fresca y seguía viendo los videos musicales de su papá y sus tíos y a mi se me llenaba el pecho de emoción. No quería, igualmente, ni siquiera susurrar "victoria" porque me aterraba el hecho de que algo más pasara así que en un intento desesperado por conseguir seguridad me impuse no decirlo como si de una cábala se tratara o como si yo fuera la mufa de la felicidad.

La semana entrante tenía mis dos semanas de vacaciones así que nos íbamos a ir a Córdoba a la casa que teníamos ahí con mi papá en las sierras cerca de San Antonio de Arredondo. Gio siempre se la pasaba corriendo en el parque que tenía como patio y yo por lo general me la pasaba en la pileta y tomando Terere en la tarde y vino a las noches viendo las estrellas con las luces apagadas. Inspirando aire y paz en cantidades iguales. No veía la hora de que esta semana pase e irnos de esta ciudad del infierno.

28 de Enero 2025
Narra Guido.

Ya era mediodía, habíamos almorzado en la casa de mis viejos y a la noche comíamos de nuevo pero en la casa de Gastón después de que Pato le dijera que se lo debía porque según él nunca le regalábamos nada así que yo tenía que hacer el asado.

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora