Capítulo 06.

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02 de Diciembre 2024
Narra Bianca.

El día transcurría de lo más normal, pero algo me decía que no iba a ser así. Gio estaba más intenso y emocionado que nunca. Tal vez mi error fue contarle que se quedaría por primera vez en la casa de la abuela Alicia.

—Y ya puse mi pijama, la abuela me dijo que lleve mis palitos de la batería porque tenía una para mi. No sabía que la abuela tocaba la batería, o el abu Ton. Me dijo que me iba a hacer sopita...

—Pero hace calor para tomar sopa, Gigi. —respondí riéndome.

—No importa, mamá, es la sopita de la abu y a mi me gusta. ¿Qué hora es? ¿Ya nos podemos ir? ¿Cuánto falta? —se tiró al piso dramatizando como solía hacer.

—¿Qué hablamos del tiempo, hijo? No lo podemos controlar...

—... pero si disfrutar, ya se, ma. Pero me quiero iiiiirrrrr. —me tire al piso con él y me miro.— ¿vas a la casa de tío Pablo?

—Si, amor, es su cumpleaños.

Lo vi jugar con un mechón de su pelo y se lo acaricie. Estaba muy parecido a su papá, y a pesar de tener mis ojos muchas veces los noto algo rasgados como los de su tío Pato. Lo que me esperaba con esta criatura cuando sea grande. Ahora miraba sus manos, ya sabía que estaba ansioso y nervioso por preguntarme algo que sabía que no debía preguntar porque lo habíamos charlado hasta el llanto.

—¿que pasa, mi vida? —agarre sus manitos entre las mías volteándome a verlo.

—Nada, mami...

—Dale, hijo... podes preguntar lo que quieras.

En mi mente, y con mi psicóloga, ya me había preparado mentalmente para estos momentos. Él estaba grande, la curiosidad lo carcomía y era muy chiquito para sufrir por esas cosas. Esta bien que yo estaba algo dolida todavía, pero mi hijo no tenía por qué cargar con todo lo que pasó antes de que nazca. Bese sus manos para brindarle algo más de confianza y aliento y lo sentí largar un suspiro. Bese su mejilla sonoramente haciendo que suelte una risita contagiosa. Dios, esto era un martirio, para mi escucharlo reír era un arma de doble filo.

—Es que... ¿en la casa de la abu Alicia va a estar mi papá? —me miro a los ojos con algo de miedo, intriga, nostalgia... como si fuera una persona grande.

Suspire con pesadez.— No lo creo, mi amor. Tu padre está muy ocupado viajando mucho. Pero te aseguro que lo vas a ver pronto.

—Pero... yo lo quiero ver, ma... necesito verlo. —de donde sacaba estas cosas este bebé.

Bah para mi, como para toda mamá, los hijos siguen siendo unos bebés y creemos que no aprenden nada, que no saben expresarse. Pero Gio siempre estuvo rodeado de gente grande que charla y mucho y él era muy atento, siempre estaba involucrado en algunas charlas, emitía opiniones que no eran comunes en un nene de cinco años, pero él era así.

—Yo lo voy a solucionar, mi cielo. Te lo prometo. Para tu cumple voy a hacer lo posible porque veas a papá. ¿Te pare... —no me dejo terminar que se tiró encima mío a abrazarme fuerte. Correspondí al instante.

Tenía que dejar todo de lado. Tenía que dejar todo donde pertenecía: en el pasado. Por el bien de la estabilidad mental y emocional de mi hijo que es lo más importante que tengo en la vida. Mi vida depende de él, depende de cómo esté, de que sienta y ahora mismo lo siento triste.
Me gustaba escucharlo jugar con la batería aunque él tocaba, y lo hacía muy bien con la edad que tenía, había aprendido de puro oído. Le gustaba mucho la música, escuchaba todo el tiempo Cerati, era su cantante favorito según él y yo me reía. Me hacía acordar a cuando Lola vino a conocerlo con cinco meses y él movía sus piernitas al ritmo de "Prófugos" mi amiga entre risas me confesó que había venido lista para cantar la vaca Lola y no Cerati.
Siempre me encargué de estimular mucho sus sentidos y bailábamos un montón, el acostado en su cochecito o en el sillón o en la cama y movía sus manos y sus piernas poniendo su boquita en forma de pico demostrando una grata emoción. Tenía que tener cuidado de que no aparezca algo relacionado a Airbag en el tele, había limpiado el historial y no se que toque que silencie la palabra. Sabía que su tío Pato tocaba la guitarra y cantaba pero nada más. Había ido a charlar al jardín al respecto, corriendo el riesgo de quedar como una insoportable, pero deje claro que era para preservar su intimidad y se concentre en otras cosas.

Memorias | Guido Sardelli Donde viven las historias. Descúbrelo ahora