Prólogo: Adore

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"Estúpido amor"

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"Estúpido amor"

Dicen que ser la hija de Cupido simboliza muchas cosas: ser la siguiente mensajera del amor, llevar la pasión a los humanos y ayudarles a encontrar a su alma gemela. Suena emocionante, ¿verdad? Presenciar cómo las personas se conocen, se enamoran… pero también se engañan, se hieren, incluso llegan a destruirse mutuamente. A menudo termina involucrándose la policía, y en los peores casos, terminan en asesinatos a sangre fría. Es un panorama complejo, oscuro, que rara vez tiene un final feliz.

Déjenme que me presente, mi nombre es Adore, y sí, soy la hija de Cupido. Y ya sé que es una ironía, pero la verdad es que no creo en el amor. ¿Por qué? Bueno, permítanme contarles mi historia...

Cuando cumplí 5000 años —lo que equivale a unos 18 o 19 años en años humanos—, mis padres decidieron que era el momento adecuado para que conociera el mundo humano. Uno de ellos me dijo con entusiasmo: "Oye, ¿por qué no vas al mundo humano y estudias algo? Así puedes experimentar cómo funcionan los humanos y comprender mejor su naturaleza."

Al principio, Cupido, mi otro padre, se mostró reacio a la idea. No le gustaba en absoluto, pensaba que no era seguro. Temía que yo, la futura mensajera del amor, pudiera perder la fe en lo que se supone debo representar. Sin embargo, después de una larga discusión y mucho debate, terminaron cediendo. Así que me inscribí en una universidad humana para estudiar moda, diseño y estética.

Fue allí donde me enamoré de la moda. Adoro el mundo de la ropa, el maquillaje, los peinados y las joyas. Todo en este ámbito me fascina; es un mundo único y distinto, lleno de creatividad y expresión personal. Pero mientras más me enamoraba de la moda, más me alejaba del amor romántico.

Mi desencanto con el amor no surgió de la nada, sino de lo que tuve que enfrentar en la Tierra. Vi la verdadera naturaleza de los seres humanos y sus relaciones. Promesas vacías, engaños calculados, celos desmedidos, abuso físico y emocional, inseguridades profundas. Fui testigo de cómo las personas son infieles y cómo hay quienes se resignan a ser la "otra persona" en una relación. Toda esta toxicidad me hizo perder la fe en el amor.

Durante mis estudios, me hice amiga de un grupo de jóvenes que estaban locamente enamorados de la idea del amor, no necesariamente de sus parejas. Siempre hablaban de lo mucho que deseaban encontrar a esa persona especial que los completara. Al principio, sus conversaciones me parecían encantadoras, llenas de esperanza y sueños. Pero, como suele suceder, la realidad se hizo presente. De las parejas que conocí, muchas se desmoronaron. Las relaciones que parecían eternas terminaron en rupturas dolorosas, infidelidades y traiciones.

Me di cuenta de que el amor humano era más complicado de lo que mis padres me habían hecho creer. No se trataba solo de flechas y corazones, sino de una serie de matices y complicaciones que a menudo terminaban mal. Y así, cuando llegó el momento de tomar mi lugar como la siguiente Cupido, simplemente no me presenté. Hace ya unos cinco años humanos que no tengo la dignidad de ver a mis padres. Vivo entre los humanos, dedicándome a lo que más amo: la moda.

Vivir así no está nada mal, aunque quizás algunos no lo entiendan. Tengo una fantástica boutique que se ha convertido en el destino de moda para quienes buscan estilo y exclusividad. Mi spa es un oasis de relajación y belleza con una lista de espera de seis meses, y mi peluquería es conocida por ser absolutamente chic.

La moda me ha dado algo que el amor nunca pudo: una forma de expresión genuina y un sentido de propósito. He encontrado la satisfacción en mi trabajo y la independencia que siempre he anhelado. Podría decirse que mi enfoque del amor ha cambiado, he aprendido a valorarme a mí misma antes que cualquier otra cosa.

Ahora, mi amor está enfocado en mí misma. En cuidar de mí, en crecer, en aprender y en compartir mi pasión con los demás a través de la moda. No necesito un romance épico o una relación perfecta. Mi boutique es mi santuario, y mis creaciones son mi legado. La moda me permite ser libre, sin ataduras ni compromisos que me hagan dudar de mi propio valor.

Así que sí, podríamos decir que ahora mi enfoque del amor es hacia uno mismo, y creo que eso es lo más importante. Aprender a amarnos y aceptarnos tal como somos, sin depender de alguien más para sentirnos completos. Porque, al final del día, ¿quién puede amarte mejor que tú mismo?

 Porque, al final del día, ¿quién puede amarte mejor que tú mismo?

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No me hablen de "Amor" {Peri/Poof y tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora