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"Siento que algo muy malo puede suceder, por favor regresa"
Ya era de noche, y un silencio sepulcral envolvía la mansión. Las luces tenues de las lámparas proyectaban sombras danzantes en las paredes, creando un ambiente que era a la vez tranquilo y misterioso. La luna colgaba alta en el cielo, bañando todo con su resplandor plateado. Heysel dormía plácidamente en su habitación, sumida en el mundo de los sueños. Sin embargo, Adore no podía encontrar el mismo descanso. Había una inquietud creciente en su interior, un presentimiento de que algo malo estaba por suceder. Descalza, paseaba por los pasillos, intentando calmar sus pensamientos revueltos.
Mientras caminaba por el corredor, un sonido inusual rompió la quietud de la noche. Era el inconfundible sonido de alguien vomitando. Con el corazón en un puño, Adore se dirigió rápidamente hacia el baño, su mente llenándose de preocupación ante lo que podría encontrar.
Al llegar, abrió la puerta suavemente y vio a Peri arrodillado junto al inodoro, visiblemente pálido y débil. La imagen de su amigo en ese estado hizo que una ola de preocupación la inundara. Adore se apresuró a su lado, su rostro reflejando una mezcla de alarma y compasión.
-Peri, ¿qué está pasando?- Preguntó con voz suave pero firme, colocándole una mano en la espalda-
Peri intentó sonreír a pesar de su malestar, intentando disipar la preocupación de Adore con una broma.
-No te preocupes, Adore. Creo que bebí demasiado en el brunch- Bromeó débilmente, aunque su expresión no era convincente-
Adore frunció el ceño, sabiendo que algo más serio estaba ocurriendo. Colocó una mano en su frente, sintiendo el sudor frío que perlaba su piel.
-Peri, no se vomitan arcoíris con el alcohol humano- Replicó con tono de escepticismo, mientras lo ayudaba a estabilizarse-
Peri suspiró profundamente, como si cada respiración le costara un gran esfuerzo. Su fachada de despreocupación se desvaneció, y finalmente se rindió a la verdad que había estado evitando.
-Adore, necesito hablar con Dev - Admitió con voz quebrada- Necesito que me pida un deseo. Estoy acumulando demasiada magia, y tengo miedo de que, si no la libero pronto, podría... bueno, podría reventar. Como una piñata de confeti-
Las palabras de Peri eran un eco de desesperación. Adore se arrodilló junto a él, entendiendo la gravedad de la situación y el miedo que lo asaltaba. Lo ayudó a levantarse y lo llevó al salón, donde el ambiente era un poco más acogedor.
-No te preocupes, Peri. Vamos a encontrar una solución a esto- Dijo Adore con voz reconfortante, sentándolo suavemente en el sofá-
