Cuarenta y ocho.

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Narra Celia.

Cierro la maleta. Me voy cerca de dos semanas a Estados Unidos y llevaba una maleta bastante grande.
Salgo del vestidor hacia el baño para guardar el neceser. Guardo también las mini cámaras y los micrófonos. Las fichas de los jugadores, la agenda con toda la programación de la pretemporada y el regalo de Pablo lo dejo guardado en el vestidor en mi parte. Aunque lo ve seguro, porque es una caja enorme.

Escribo una nota y la dejo en el cajón de la mesita.

- ¡Pablo, me voy! -

Era él quien me llevaba a la ciudad deportiva, ya que él iba a hacer reconocimiento médico.

Subimos en su coche y al llegar a la ciudad deportiva se gira dentro del coche y me mira. - Te voy a echar muchísimo de menos, rubia. -

- Y yo a ti, gordo. Hablamos cada noche por FaceTime. -

- No te enamores de ningún yankee, eh. -besa mi mandíbula y luego mis labios.

- ¿Cómo me voy a enamorar de un Yankee, si ya tengo a un sevillano? - vuelvo a besar sus labios y ya salgo del coche, me baja la maleta muy rápido del maletero. ¿Y a este que le pica?

Me despido con la mano y entro a fichar a la oficina.
Diego ya está allí explicándole algunas cosas a Leo, es el que se queda de jefe aquí durante estos días.

Narra Gavi.

Cuando veo a Celia desaparecer por la puerta que da acceso a las oficinas, saco rápidamente mi maleta.
Maleta que durmió en el maletero, y que tuve que hacer a escondidas, para que no se enterara de que me voy con ellos.

Antes de irnos, me van a hacer el reconocimiento médico.

Así que entro a hacer la primera orina de la mañana, y después me sacan sangre para el análisis.
Me pesan, me miden, me controlan el corazón, los pulmones y todos mis órganos vitales.

Al terminar, media hora después, me estoy cambiando por la ropa de viaje del equipo.

Salgo con Vítor y veo a Celia salir del otro edificio con Diego.
Me escondo detrás del brasileño.

Esperamos a que suban todos ya que Celia y su amigo, serían los últimos. Me acerco sigilosamente a ella y la atraigo a mi pecho por la cintura. - Va a ser imposible que te enamores de un yankee, cuando el sevillano se va contigo. -

Se gira con el ceño fruncido, pero sonriendo. - ¿Cómo? -

- Mira la lista de convocados. -

Saca su móvil y rápidamente sonríe. - Pablo Páez Gavira. Pero...¿cómo has hecho? -

- Fue Flick, no tengo nada que ver. En lo único, en que no te dijeran nada para que fuera una sorpresa. -

La cojo al estilo nupcial y subo con ella al autobús. Busco un sitio libre bajo la mirada de todos mis compañeros y del equipo técnico.

Busco un sitio donde podamos estar los dos juntos. - ¿Vamos a pasar tu cumpleaños juntos? - pregunta ilusionada.

- Si. - junto su nariz con la mía y veo como se levanta.

No sé exactamente a dónde va, pero vuelve segundos después.

Nos ponemos en ruta y cuando solamente llevamos diez minutos en el autobús, paramos. Pero no en cualquier parada, lo hacemos delante de casa de nuestra casa.

Sale corriendo y la veo entrar en su portal. - Se habrá dejado algo, hermano. - me dice Íñigo y ya veo que vuelve segundos después con una caja enorme que guarda en el compartimento de las maletas.

Atracción (Pablo Gavi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora