Cuarenta y nueve.

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Narra Gavi.

Mi cumpleaños había sido un sueño, sin duda. Celia se había comportado demasiado bien, para todo lo que había pasado semanas antes.

Estábamos en el aeropuerto de Los Ángeles. Estoy dejando mis cosas en la caja para pasar por el escáner.

Pasamos los jugadores y me fijo en Celia, que le toca pasar.

Pita el escáner y veo como quita el cinturón de su pantalón vaquero blanco.
Pasa y vuelve a pitar.

Entonces la veo. Levanta la camiseta y enseña un adorno nuevo que hay en su cuerpo. - ¿Qué cojones? - un piercing en su ombligo.

- Joder, cómo está. - Balde lleva una colleja de mi parte. - ¿Qué pasa? Joder tío, tu chica es un pivón y lo que está para ver, está para ver. Punto. -

Por fin dejan a Celia pasar y se acerca a mí. Le levanto la camiseta. - ¿Y eso? -

- Los chupitos de tequila que son malos. Yo me hice este y Diego... -

- Diego qué... -

Miedo me dan.

- En el pene. -

Ay dios.

- ¿Y tú has profanado alguna parte más de tu cuerpo? -

Niega. - Bueno, me hice este en la oreja. - me enseña uno pequeñito en el lóbulo de la oreja. - Y me duele como los mil demonios, encima sin querer giré la cabeza durmiendo y me hice un daño... -

La acojo entre mis brazos y me fijo en que tiene la oreja un poco roja. Soplo con cuidado sobre ella para aliviar su dolor. - Gracias gordo. -

Es el momento de entrar al avión, y por suerte nos dejan ir juntos. No es como en la selección, ella aquí es parte del equipo. Una más.

Son un montón de horas hasta España, y vamos de noche, así que Celia apoyo la cabeza en mi hombro y se quedó dormida prácticamente todo el viaje.

Al llegar a España son las doce de la mañana. Cojo mi maleta y Celia la suya, así que vamos directo a casa. Me flipa lo de poder decir que es nuestra casa.

Al llegar a la ciudad deportiva, cogemos el coche y hay varios aficionados que estaban esperando nuestra llegada, así que paro y firmo autógrafos.

Al llegar a casa, abro el portón del garaje y me río al ver su pequeño Fiat aparcado al lado de mi imponente Mercedes y de mi Audi.

- No te rías de mi niño. -

- ¿Tú niño no era yo? - pregunto mientras aparco y miro por el espejo retrovisor de su lado.

- Tu eres mi amor. Él es mi bebé. - termino de aparcar y beso sus labios.

- Te quiero. -

-Y yo a ti, Pablo. Mucho. -

Junto su nariz a la mía. - Aunque ya vivimos unos días juntos, antes de irnos, ahora sí que empieza nuestra vida. Celia, voy a respetarte, a cuidarte y a quererte. -

- ¿Me vas a recitar votos? - sonrío y acaricia mi cara. - Yo también voy a respetarte a cuidarte y a quererte. Y...vamos a pagar las cosas a medias. -

- Vamos a pagar las cosas a medias. - beso sus nudillos y ya salimos.

Mientras ella busca las llaves de casa, yo saco las maletas del maletero. - ¿Cómo llevas tanto mujer? -

- Para estar guapa para ti. - me lanza un beso y entramos en el ascensor después de cerrar el coche. Yo tiro de las maletas cuando llegamos a nuestra planta y Celia abre la puerta.

Atracción (Pablo Gavi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora