Nueve.

3.7K 110 0
                                    

Paso la tarde con ellos y Gavi a eso de las ocho se fue. No tengo motivos para preguntarle a dónde iba, ya que no somos nada.

Somos cuatro besos tontos y ya.

Preparamos una tortilla de patatas entre Pedri y yo y la acompañamos de una ensalada completa y unos nachos con guacamole que le había dejado Fer.

- Se os ve bien juntos. - dice cruzandose de piernas sobre el sofá y mirando para mi, mientras que yo como un nacho.

Me alzo de hombros. - Tampoco me quiero hacer ilusiones. -

Se ríe. - ¿Qué pasa? -

- Yo tampoco me las haría. -

- Lo conoces bien. -

- Demasiado. -

No sé si sus palabras me dejan buen cuerpo, aún así seguimos hablando.

- ¿Y porqué Pepi? -

- Pues fue por mí. Cada vez que me enfadaba conmigo mismo siendo un niño, decía 'ay Pepi' y tanto lo dije que al final la gente empezó a llamarme así. -

Terminamos de cenar y de charlar. Pedri es un gran tío, y podría ser un muy buen amigo.

Le ayudo a recoger y cada uno se va a su cama.

Hago mi rutina de noche y veo el bote de mis pastillas, lo cojo, lo analizo y...decido volver a guardarlo en el neceser donde estaba.

Apago la luz del baño y ahora sí me meto en la cama.

Celia: Buenas noches Gavira, espero dormir bien, pero sé que te tengo al otro lado del pasillo. 💕

Le envío el mensaje, pero no obtengo respuesta, así que cojo el Kindle y leo varios capítulos del libro que estoy leyendo hasta que me quedo dormida.

No.
No.
No.
No.

Abro los ojos muy agitada y con falta de aire.
Miro la hora y son las tres y diecisiete de la madrugada.

Hago mis ejercicios de relajación pero no me sirven de nada, así es que son las cuatro de la mañana y estoy con los ojos como platos y las pulsaciones por las nubes.

Así que no lo pienso más.

Calzo mis zapatillas y salgo sin hacer mucho ruido, abro la puerta de la casa de Pedri y salgo al pasillo que une ambas casas, toco al timbre con nerviosismo.

Por favor, que me abra y me ayude a relajarme.

Y sí, me abre la puerta, pero no es él. Es una chica joven,  solo trae con ella una camiseta que conozco, y no es suya, es de Gavi.
Le hago un examen visual rápido y me fijo en varios chupetones en su cuello.

- ¿Si? -

Me estoy poniendo peor.

- ¿¡Hola?! - porqué me grita.

Niego y echo a correr de nuevo hacia casa de Pedri, tocando el timbre demasiadas veces para ser la hora que es.

- ¿Qué? ¿Celia? - un Pedri dormido me abre y yo me tiro a sus brazos llorando.

- Por esto. - es lo único que digo. - Por esto no quería hacerme ilusiones. - me separa de su cuerpo y se fija en la persona que hay en la otra puerta.

- Joder... - cierra la puerta de su casa y me acompaña al sofá. - Celia, mírame, vamos a respirar, ¿vale? -

No puedo respirar. Ahora mismo soy agua. Solo me salen lágrimas.

Atracción (Pablo Gavi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora