Cuarenta y siete.

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Narra Celia.

Me he dado cuenta de que lo que ha hecho Pablo no es muy normal. No puedo entender que cayera en esa trampa.

En la trampa de Ana, Cristo y Biel.

Ha sido hasta fácil para ellos.

Estoy tomando un café para despertarme. He dormido más bien poco y necesito algo para despertarme.

Las llaves de su casa están sobre la mesa y no puedo dejar de darle vueltas a las cosas de las que me enteré ayer. El porqué de ese polvo.

- Buenos días. - Diego entra en la cocina y me mira interrogante. - No te oí llegar anoche. -

- Llegué sobre las dos o así. -

- ¿Habéis arreglado algo? -

- No sé muy bien qué contestarte. -

- ¿Hay algo nuevo? -

- Se lio con Ana por una apuesta. Biel le retó y él cayó como un tonto. Y no sé muy bien cómo reaccionar a eso. -

- Joder. -

- Diego, no sé si tiene buenas amistades. No sé si puedo fiarme de él y de sus amigos. Ya fue Cristo y ahora fue Biel, y lo peor es que no los culpa y se deja hacer por ellos. -

- Joder, menudo papelón. -

- No sé qué hacer Di. Le quiero muchísimo pero ahora mismo creo que lo mejor sería que nos diéramos un tiempo. Ver cómo nos va y... ya se tomará una decisión. -

- Hagas lo que hagas estaré aquí para apoyarte. -

Nos preparamos para irnos a trabajar y cuando llegamos a la ciudad deportiva no hay mucha gente, solamente veo el coche de Leo, el del nuevo entrenador y el del equipo técnico.

Al entrar en la oficina, dejo el bolso y ya subo al estudio.
Cojo la GoPro y bajo hasta el campo y le pego la cámara en el pecho a Ansu.

Voy hasta el vestuario y me visto con mi ropa de correr. Programo el Apple Watch y comienzo a correr alrededor del campo. Necesito desfogar.

Media hora después y bajo la atenta mirada de prácticamente todos, termino.
Tengo mucho calor y una sudada bastante grande.

- Celia. -

- Diego, he decidido algo. - le digo mientras intento recuperar el aire. Él espera a que hable. - Necesito estar sola un tiempo. Sé que ha intentado que lo arregláramos, pero no puedo, y lo de ayer ya fue demasiado. -

- ¿Estás segura? -

- Si, creo que ahora al que le toca actuar es a él. Y pensar en cómo hizo las cosas. -

- Tienes razón. -

Entro en el vestuario y me doy una ducha. Me visto con ropa fresquita por el calor que hace en Barcelona y seguimos trabajando toda la mañana.

A eso de la una, decido llamarle por teléfono.

- ¡Celia! -

- Hola Pablo, ¿podríamos vernos? Necesito hablar contigo. -

- Claro, ¿paso por tu casa? -

- No, mejor quedamos en la cafetería que hay enfrente de la tuya, si te parece bien. -

- Claro. -

Quedamos en media hora, así que me despido de todos y después de dejar a Diego en casa, tiro hacia allá.

Al entrar ya le veo esperando por mi. - Hola Pablo. - se levanta a darme un beso pero giro la cara. - Vamos a hablar. -me mira dudoso.

Puede que le rompa el corazón, pero antes me lo rompió él a mi.

Atracción (Pablo Gavi) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora