XXXV. Chaeyeon.

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Eunchae no supo nada de lo que pasó en la iglesia y cuando preguntó por qué despertó en la cama de Sakura, esta le dijo que nunca volverían a ese lugar, ni siquiera a esa cuadra. Eunchae solo asintió y se acomodó para seguir durmiendo en los brazos de su mamá.

Eso pasó hace una semana.

—Cuídala bien—dijo Sakura, mirando como Chaeyeon, su novia y la persona más decente que las 4 chicas conocían, agarraba la mano de su hija.

—Claro que lo haré, mi amor, además ¿Qué es lo peor que puede pasar con esta preciosura criada por ti? —Eunchae sonrió al escuchar eso. Le gustaba estar con la tía Chaeyeon.

Sin embargo, sus cuatro madres miraron con un poco de temor a su hija. Recordando aquella vez que rompió cosas y rayó paredes cuando estuvo por primera vez sin Chaewon. Aún no sabían como es que pudo romper un sillón. 

—Solo te recuerdo que también fue criada por estas tres—susurró Sakura, y las otras tres asintieron con la cabeza—. Suerte.

—Regresaremos lo antes posible—dijo Kazuha—. Ni siquiera llegarás a extrañarnos—se agachó para darle un beso en la mejilla.

—Recuerda que en dos horas se tiene que tomar el medicamento—dijo Yunjin—. Que aún no puede correr y que en una hora inicia su serie favorita, en el canal 10, no tiene permiso ver televisión antes o después de eso, para que no se vuelva adicta a la tecnología. 

—Y recuerda que nunca serás su madre—murmulló Chaewon con odio, para luego girarse e irse. Todas le dieron una mirada parecida, menos su novia, que le pidió perdón por el comportamiento de sus amigas.

En el momento que se cerró la puerta, miró a la pequeña que miraba a su alrededor mientras se preguntaba qué hacer.  

—Quiero dibujar—dijo mientras caminaba a la sala de estar, donde se encontraba solo su peluche favorito, lo abrazó con fuerza y observó como su tía entraba a la habitación de Kura para buscar todo lo necesario para que la pequeña pudiera dibujar. 

Al llegar se la encontró caminando a la cocina y ella fue corriendo para que no agarrara algo peligroso. 

—Quiero cereal—Chaeyeon se estiró para agarrar la caja, no le habían dicho nada de que tenía prohibido comer eso—. Vamos a dibujar—le agarró la mano y con el bol con cereal tiró de su tía para que la acompañara a dibujar. 

Oh...Chaeyeon estaba viviendo las consecuencias de que una niña tenga cuatro madres inquietas. 

(...) 

Cuatro horas había pasado y ya no tenía energías para esa niña llena de energía que no le ha faltado cariño ni un solo segundo de su vida. Estaba agradecida de que se quedara quieta al ver su serie del perro policía, ya que pudo descansar, pero ahí estaba de nuevo, caminando detrás de Eunchae que ya no quería jugar con sus autitos, ahora quería ir a la habitación de Kazuha para ponerse su disfraz de bailarina de ballet. Luego de ayudarla de colocárselo, con la batería agotarda, Chaeyeon la seguía a la habitación de Yunjin porque ahora Eunchae quería que le leyera un cuento, pero antes de eso fue a la habitación de Chaewon a buscar un peluche de cebra, porque la portada del cuento infantil tenía una. 

Después fueron al cuarto de Sakura, donde encontró una pequeña radio que tenía guardada sus canciones favoritas. 

Luego fueron a la cocina porque le dio sed. 

Que se arrepintió del cuento y ahora quería jugar con sus peluches. 

Le faltó un peluche para que peleara con la cebra. Mientras lo buscaba le contó sobre su operación, lo mal que olía el hospital, lo aburrido que era, lo feo que era el doctor y que no pudo jugar con ningún niño ni con sus madres. Esperaba nunca volver a ese lugar. 

Al encontrar el peluche encendió la radio y le pasó un peluche a Chaeyeon para que jugara con ella. 

—Eres aburrida—a veces la sinceridad de un niño dolía. Era la primera vez que le decían eso, en sus años en la universidad era el alma de la fiesta—. Zuha y Yuji hacen cosas así—se levantó del suelo y comenzó a mover sus brazos como si estuviera en un enorme escenario. 

Claro, pensó, tiene a dos artistas de madre y ella era solo una programadora, como Sakura. 

¿Cómo es que Sakura podía con esa niña? La Sakura que conocía y era su pareja, era quieta, tranquila y hasta sedentaria. Pensaba que Eunchae sería igual, pero ahí se encontraba de nuevo, siguiéndola porque ya no quería jugar con peluches. Ahora quería jugar con plastilina. Ayudo a buscarlo en la habitación de Chaewon, pero luego de unos segundos, se sentó en el suelo y se quedó observando a la menor.

—¿No quieres una siesta?

—Las siestas son con Kura—murmulló, concentrada en encontrar su plastilina—Y Wonnie me dijo que no lo hiciera contigo.

—Tus madres me odian.

—Kura te quiere mucho—dejó de buscar y miró a la mayor.

—¿En serio? ¿Habla de mí? ¿Qué dice?—Manchae negó con la cabeza.

—Solo me dijo que me iba a cuidar alguien que quiere mucho—volvió a concentrarse en buscar esas masas moldeables.

—¿Y de qué suele hablar?

—Juegos que no me deja jugar, de dinero, de que quiere salir conmigo, de Zuha y Wonnie, de acampar, no sé qué es eso...También habla muchichichisimo de las series que no me deja ver. Dice que son dibujos muy aburridos de ver y por eso me las cuenta.

Chaeyeon asintió con la cabeza y no supo que otra pregunta hacer. Solo que no era la Sakura que pensaba quera. No estaba decepcionada, solo que recién se estaba dando cuenta que era una verdadera madre.

Se levantó del suelo y siguió a Eunchae que dejó la caja sobre la mesa. Luego fue a buscar el libro de cuentos para así sentarse y ponerse a hacer los animales del libro. Chaeyeon se quedó mirándola, la menor cantaba la canción de la radio, balanceaba sus piecitos y movía su cabeza a un lado para el otro.

—¡Volvimos!—entró gritando Yunjin.

Manchae se bajó de la silla y fue corriendo a recibirlas.

—¡Mamas!—Chaewon fue corriendo a abrazarla.

—¿Tu tía fue muy aburrida?—le preguntó a alzarla y la menor asintió con la cabeza.

—¿Qué pasó?—preguntó Manchae al notar un corte en labio de Chaewon.

—¿Qué les pasó?—preguntó Chaeyeon al despertar.

Chaewon tenía el labio cortado, Yunjin tenía un ojo morado, Sakura tenía todo el cabello desordenado y Kazuha tenía la nariz rota.

—Recuperé mi celular—dijo Kazuha, sacando de su bolsillo un celular roto.

—Y nos van a demandar—suspiró Sakura y se sentó al lado de su novia para darle un corto beso—. Gracias por cuidar a mi hija.








Las Madres De Eunchae.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora