Capítulo Cuatro

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Louis disfrutaba de un momento de tranquilidad mientras tocaba el violín, sumido en la melodía que llenaba la habitación, cuando unos pesados pasos resonaron en el pasillo, anunciando la llegada de un visitante no esperado. Un enorme animal blanco con manchas negras irrumpió en la habitación, acercándose a Louis con entusiasmo.

—¡Bookie! —saludó Louis, esbozando una sonrisa mientras acariciaba la enorme cabeza del Gran Danés. El perro respondió con alegría, sacando la lengua y cerrando los ojos en señal de placer ante las caricias.

Sin embargo, la voz de Margaret se dejó escuchar a pocos metros de distancia.

—Book, vamos, no seas impertinente —instó ella, tratando de alejar al animal.

Louis frunció el ceño ante la reprimenda de su prima.

—Déjalo. Es un buen chico. ¿No que eres un buen chico, Bookie? Sí, sí lo eres —murmuró Louis, dirigiéndose al perro mientras continuaba acariciándolo bajo el mentón.

Su prima simplemente negó con la cabeza mientras entraba en la habitación y tomaba asiento en un sofá.

—Tengo noticias —anunció, interrumpiendo la paz de Louis.

Louis entrecerró los ojos ante las palabras de Margaret, sintiendo una mezcla de incredulidad y diversión ante su actitud descarada.

—No mires así, me asustas —replicó Louis, tratando de mantener la compostura.

La risa de ella resonó en la habitación, una risa poco propia de una princesa.

—Tranquilo, es carne fresca para el cotilleo —dijo con una sonrisa que parecía sacada de una novela gótica, llena de misterio y malicia. —Se trata de una tal Lady Genevieve Fitzroy. Es hija de un Marqués. Fue a estudiar al extranjero pero está de vuelta.

Louis frunció el ceño, intentando recordar.

—No me suena. Seguro estuvo aquí cuando yo estaba en Bakewell.

Margaret asintió con solemnidad.

—Bueno, era joven cuando se fue, ahora es toda una mujer. No puedo esperar a ver si encuentro en ella una amiga o una arpía desagradable.

La expresión de Louis reflejó su sorpresa.

—¡Margaret!

—¿Qué? —respondió ella inocentemente, aunque sus ojos brillaban con picardía.

—No puedes hablar así de la gente —reprendió Louis, aunque una sonrisa se asomaba en sus labios.

—Tranquilo, querido primo. También me encargaré de que mantenga las garras lejos de tu adorado Vizconde —bromeó Margaret, provocando la reacción de Louis, quien tomó una almohada y se la lanzó en un gesto juguetón. Las risas indecorosas de Margaret llenaron la habitación mientras Louis intentaba mantener su semblante serio.

—Margaret, ¿has notado que alguien nos está mirando desde el otro lado del salón?

La princesa giró el rostro hacia la entrada y efectivamente había un hombre caminando hacia ellos.

—Sí, parece ser el mayordomo. ¿Crees que nos traiga alguna noticia importante?

El hombre se acercó con una bandeja en la mano.

—Permítanme entregarles esto, milady, milord. Una carta acaba de llegar para ustedes.

—Muchas gracias. ¿De quién podría ser? —Dijo Louis.

El hombre se inclinó y se retiró. Louis y Margaret tomaron la carta y la examinaron con curiosidad.

—Solo hay una manera de saberlo. Abre la carta, Louis.

Intrigues of Nobility 〔omega!louis〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora