Intrigues of Nobility 〔omega!louis〕

Capítulo Veintitrés

Louis sintió que su mundo se desmoronaba a su alrededor, como si las estructuras de su realidad se deshicieran en fragmentos que no podía reconstruir. La noticia que Peter acababa de revelarle resonaba en su mente con una dolorosa claridad. No podía aceptarla, no podía creer que Harry fuera su hermano. Era una verdad tan insoportable que su voz apenas se elevaba por encima de un susurro, mientras sus facciones se deformaban por la angustia.

—Estás mintiendo —murmuró Louis, sus ojos llenos de lágrimas que traicionaban su dolor.

Harry, el hombre al que había comenzado a amar con toda su alma, ahora era su hermano. La idea era tan absurda, tan dolorosa, que Louis sentía como si el suelo bajo sus pies se desvaneciera.

Peter intentó adoptar un tono tranquilizador, aunque su voz llevaba un matiz de frialdad calculada.

—Louis, es la dura realidad.

—No te creo —exclamó, levantándose con las rodillas temblorosas. —¡Estás mintiendo!

Peter frunció el ceño, visiblemente molesto por la resistencia de Louis.

—¿Por qué mentiría?

No, esto no podía ser verdad. Louis necesitaba verlo por sí mismo, necesitaba confirmar con sus propios ojos lo que le habían dicho.

—Dame la carta, déjame leerla —exigió, con una mezcla de desesperación y determinación.

Su tío soltó un suspiro exasperado.

—No puedo dártela. La necesito para asegurarme de que hagas lo que te pido. Si no cooperas, todos sabrán que dos hermanos se casaron sabiendo la verdad.

Louis se llevó las manos al rostro, negándose a aceptar la realidad que se desplegaba frente a él.

—Yo no lo sabía. No lo sabía —repetía, como si al decirlo pudiera deshacerse de la amarga verdad.

—Esta carta lo prueba —insistió el rey, con una frialdad que helaba el corazón del omega. —Lamentablemente, no la abriste a tiempo.

Louis levantó la mirada hacia su tío con impotencia, buscando alguna señal de compasión que no encontraría.

—¿Cuánto tiempo has sabido?

El rey soltó un chasquido de lengua.

—El tiempo suficiente.

—Tú... tú hiciste que nos casáramos. ¡Eres un enfermo! —acusó Louis, su ceño fruncido de ira y confusión. Se sentía sucio.

—Tranquilízate, sobrino —respondió Peter con una voz que apenas ocultaba su amenaza velada. —Solo necesitas asegurarte de que Harry colabore conmigo. Podemos hacer que esta carta desaparezca, y tal vez incluso puedas hacer algo más por mí. El Vizconde tiene una buena relación con el príncipe Alistair de Verdania. Podrían convencerlo de casarse con Margaret. Hablen bien de ella, de nosotros, de mí, y cuando lo hagan, enviaré una carta de invitación para él. Verdania es un país fuerte, y con su apoyo, podríamos enfrentar a Leinstervania con mínimas posibilidades de fracaso.

Louis negó con la cabeza, incrédulo ante las palabras de su tío.

—Has perdido completamente la razón, tío. Estás delirando, estás enfermo —pronunció con un ceño fruncido y un nudo en la garganta. —No puedes hacer esto... ¿Quién te la entregó? —preguntó, sabiendo que Peter nunca se rebajaría a ensuciarse las manos con las posesiones de Louis; era demasiado distinguido para eso.

El rey sonrió con una crueldad apenas disimulada.

—Margaret me la entregó.

—No... —susurró Louis apenas, su corazón no podía soportar tal traición. —No puede ser...