Capítulo Dieciséis

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Louis se quedó inmóvil, como si sus pies hubieran echado raíces en el suelo, su mente sucumbiendo ante el oleaje abrumador del pánico. La sorpresa que teñía su semblante era tan evidente que Harry lo observó con una expresión de inquietud. Sin embargo, antes de que las palabras pudieran formarse en sus labios, se vieron rodeados y separados por un torbellino de familiares y amigos, cuyos abrazos y felicitaciones los arrastraron en direcciones opuestas.

Atrapado por la firme mano de Maggie, Louis fue conducido a través del bullicio, su mente apenas logrando asimilar el tumulto que lo envolvía. Subieron al carruaje y partieron a la mansión de Haversham. Al atravesar sus umbrales, la magnificencia de la decoración interior se desplegaba ante sus ojos como una sinfonía visual.

La mansión estaba ricamente adornada para recibir a los invitados de la boda. Desde el vestíbulo de entrada, coronado por un majestuoso candelabro de cristal de Bohemia, los corredores se extendían en un espléndido despliegue de tapices bordados a mano y alfombras orientales que amortiguaban los pasos con su suavidad. Arreglos florales, compuestos de lirios blancos, peonías y rosas de un rojo profundo, adornaban los aparadores y consolas, exhalando un perfume embriagador que se mezclaba con el suave aroma de la cera de las velas encendidas.

Maggie, con determinación, pidió instrucciones a un sirviente, quien los condujo a una habitación preparada para que Louis se alistara. En el cuarto lo aguardaban Frederick y otros dos omegas, todos listos para asistirlo en su cambio de atuendo.

Para la celebración vespertina, se había dispuesto un traje de inmaculado blanco, con una corbata de encaje con volantes y una camisa de seda cuyos puños sobresalían, añadiendo un toque de delicadeza al conjunto que, por lo demás, conservaba la forma de un traje convencional. Apenas tuvo tiempo de alisar su cabello y retocar el rubor en sus mejillas antes de que, con una premura apenas contenida, fuera llevado de vuelta a la planta baja.

Louis se unió a Harry en la recepción, donde este lo aguardaba con la misma ropa, pero con una expresión de ternura y preocupación. Apenas logró apretar la mano de Harry en respuesta a su silenciosa interrogación antes de ser nuevamente sumergido en un mar de felicitaciones y regalos. Los invitados, con sonrisas brillantes y gestos entusiastas, rodeaban a la pareja, y Louis, en medio de la algarabía, sintió su rostro comenzar a doler por la incesante sonrisa que se veía obligado a mantener.

Cuando finalmente todos los invitados llegaron, fueron conducidos al patio. Arcos recubiertos de rosas trepadoras se alzaban con gracia, sus pétalos rosados y blancos deslumbrando bajo la luz dorada del atardecer. Enredaderas de glicinas colgaban en racimos púrpuras entre los setos recortados, creando un túnel de aromas dulces.

En el centro del jardín, una fuente de mármol blanco, adornada con querubines danzantes y escudos heráldicos, vertía su agua cristalina en una piscina circular, mientras bancos de hierro forjado, adornados con cojines de seda y encaje, ofrecían cómodos asientos para los invitados. Grandes arboledas de robles y castaños, vestidas con guirnaldas de luces parpadeantes, brindaban sombra y frescura a las mesas de banquete, elegantemente dispuestas con platos de porcelana fina y cubiertos de plata. Entre las ramas, farolillos de cristal tallado emitían una suave luz, añadiendo un toque de magia al ambiente.

El césped, perfectamente cuidado, se extendía como una alfombra verde hasta los bordes del jardín, donde se erigían pabellones de encaje y seda, listos para acoger el baile y el entretenimiento. En un estrado elevado, músicos impecablemente vestidos interpretaban valses y polcas, cuyas melodías flotaban en el aire, entremezclándose con el murmullo de conversaciones animadas y el tintineo de copas de cristal.

En los rincones más apartados del jardín, mesas adornadas con arreglos florales de rosas, lirios y jazmines, iluminadas por candelabros de plata y velas perfumadas, ofrecían pequeños refugios de tranquilidad donde la conversación fluía en susurros. La exquisita disposición de cada detalle hablaba de una fortuna gastada con generosidad, quizás excesiva, pensó Louis con una sensación de aprehensión.

Intrigues of Nobility 〔omega!louis〕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora