Louis cerró con decisión el último botón de su chaqueta, un atuendo de monta que, aunque confeccionado a su medida hace varios años, aún encajaba a la perfección, testimonio silencioso de su rígida disciplina y estricta dieta. La chaqueta, elegante y sobria, junto con los pantalones de cuero ajustados estaban apretados cumpliendo su función de mantener todo en su lugar. Con movimientos precisos, se colocó los guantes y las gafas para el sol, sus manos revelando una leve impaciencia.
Salió al patio, donde su yegua, Daphne, esperaba por él bajo el cuidado de uno de los sirvientes. Su pelaje dorado y su crin blanca brillaban bajo el sol matutino, y Louis, sin un atisbo de vacilación, se subió a ella, tomando las riendas con firmeza.
Una voz familiar, resonante de preocupación, interrumpió el momento.
—¡Louis! —clamó Maggie, su tono cargado de alarma—. ¿Has vuelto a perder el juicio? Apenas anoche sufrías dolores, ¡no puedes montar! ¿Qué harás si te mareas o tienes vómitos de nuevo?
Louis la observó, sus ojos suavizándose un instante ante su evidente angustia. Una verdad emergía en sus pensamientos, una verdad que podría aliviar su inquietud, pero la contención prevaleció, consciente de que revelar su estado solo complicaría las cosas.
—Volveré pronto —respondió con una calma deliberada, apretando suavemente sus talones contra los costados de Daphne, quien salió al galope.
El viento le golpeaba el rostro, alborotando su cabello mientras avanzaban a toda velocidad por el campo. El paisaje se convertía en un borrón de verdes y marrones, y por un breve, pero vital momento, la sensación de libertad inundó su pecho.
Louis se dirigió hacia un sendero serpenteante entre los árboles, un camino poco transitado que ofrecía la promesa de soledad. A medida que se adentraba en el bosque, el aire fresco llenaba sus pulmones, limpio y puro. La velocidad y el ritmo de la carrera parecían disolver sus ansiedades, y en la franqueza del camino, por unos instantes preciosos, se sintió verdaderamente libre.
Una leve sonrisa comenzó a esbozarse en su rostro, mientras dejaba que el viento jugueteara con su cabello. Cerró los ojos por un instante, dejándose embriagar por la sensación, pero su placidez se vio abruptamente interrumpida por un grito masculino en la cercanía.
—¡Ah!
Sus ojos se abrieron de golpe, y con un movimiento brusco, detuvo a Daphne a escasos metros de colisionar con un hombre que bloqueaba el sendero. La yegua relinchó con fuerza, alzando sus patas delanteras en protesta. Louis deslizó sus manos por su pelaje, murmurando palabras apaciguadoras, mientras sus ojos, encendidos de ira, se clavaban en el intruso.
—¿Cómo se atreve a detenerse así en medio del camino? —bramó Louis, su voz resonando con una intensidad que traicionaba años de reprimidas frustraciones.
El desconocido alzó las manos en un gesto de disculpa, su expresión avergonzada. Louis lo examinó con mayor detenimiento. El hombre estaba vestido con la elegancia propia de la nobleza, aunque sus prendas, un tanto ajadas, y la maleta desgastada a un lado, indicaban cierta improvisación.
—Mi Señor, traté de hacerle señas desde lejos, pero no me vio —se excusó el hombre.
Louis exhaló un suspiro exasperado, y con un movimiento fluido, pasó una pierna sobre Daphne para descender. Sujetó con suavidad las riendas y se aproximó al intruso con cautela.
Era algo más alto que Louis, quizá por unos cinco centímetros, con un cabello castaño rojizo que brillaba a la luz del sol y unos ojos verde botella. Louis se aclaró la garganta, sintiendo una mezcla de atracción y desconfianza ante la idea de estar a solas con un desconocido tan apuesto.
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Intrigues of Nobility 〔omega!louis〕
FanfictionEl vizconde Harry Styles, acosado por rumores de libertinaje, cree encontrar la solución a sus problemas en el barón Louis Tomlinson. Atractivo pero peligroso, Louis despierta en Harry una fascinación irresistible, aunque cada rechazo de Louis solo...