Prueba Mortal

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El viento silbaba a través de las grietas del Coliseo de los Insensatos mientras la Domadora observaba desde su trono elevado. Sus ojos afilados seguían cada movimiento de Ghost y Scarlett, que se enfrentaban a los infectados en la arena. Podía ver cómo las criaturas infectadas avanzaban con ferocidad, sus cuerpos deformados y cubiertos de espinas. Los Baldur espinados giraban, lanzandose con cada ataque, mientras los Insensatos fornidos y escudados se movían con fuerza y precisión, aún más peligrosos bajo la influencia de la infección. La Domadora sonrió con una mezcla de satisfacción y curiosidad, disfrutando del espectáculo.

"Interesante..." murmuró para sí, inclinándose ligeramente hacia adelante mientras observaba cómo Scarlett lanzaba sus llamas hacia los enemigos, y Ghost, como una sombra letal, despachaba a los infectados con precisión sombría. "A ver cuánto duran."

Mientras tanto, Hornet, aún esposada y custodiada por varios insensatos, observaba con frustración y preocupación. Sabía que Ghost y Scarlett tenían la habilidad para enfrentar esos desafíos, pero la infección les daba a los insensatos una fuerza peligrosa y poco predecible. Los insensatos escudados cargaban contra Ghost, pero él esquivaba con agilidad, golpeando con su aguijón en los puntos precisos, mientras Scarlett quemaba a los Baldur espinados antes de que sus púas pudieran causarles daño.

Hornet no pudo evitar fruncir el ceño. Miró a la Domadora, que seguía el combate con una mirada casi divertida, como si todo esto no fuera más que un juego para ella. Hornet, pese a estar desarmada, no podía dejar de pensar en lo que la Domadora había dicho antes. Había algo más en esto, algo que no cuadraba.

"¿Por qué solo criaturas infectadas?" preguntó Hornet, manteniendo su voz baja pero lo suficientemente firme como para captar la atención de la Domadora. "Sabes que ellos pueden vencerlas. Entonces, ¿cuál es tu verdadero propósito?"

La Domadora, sin apartar la vista del combate, sonrió con suficiencia.

"¿Por qué no habría de usar lo que tengo a mi disposición?" respondió con calma, su tono lleno de arrogancia. "El Coliseo tiene muchas herramientas, princesa. Estos infectados no son más que los primeros en la fila. Si sobreviven, entonces podré ver hasta dónde son capaces de llegar. Tal vez me entretengan... tal vez no. Todo depende de ellos."

Hornet apretó los dientes. Sabía que, aunque probablemente podría derrotar a los insensatos que la custodiaban, la Domadora sería un oponente más difícil, especialmente desarmada. Y, aún si lograra liberarse, no había garantía de que pudiera vencerla sin ayuda. No, tendría que confiar en Ghost y Scarlett por ahora. No le gustaba sentirse impotente, pero conocía sus limitaciones y sabía que debía esperar el momento adecuado.

"Lo que haces aquí... no es más que una pantomima," replicó Hornet, con la mirada fija en la Domadora. "No eres más que una reina de un reino podrido. Y ellos, Ghost y Scarlett, son mucho más que simples piezas en tu juego."

La Domadora soltó una carcajada fría, finalmente apartando la vista de la arena para mirar a Hornet con ojos llenos de condescendencia.

"Tienes agallas, lo reconozco. Pero las agallas no te salvarán de lo que vendrá," respondió, antes de volver a centrar su atención en la arena. "Vamos a ver si tu pequeño hermano y su amiguita sobreviven a lo que les tengo preparado."

Hornet respiró hondo, manteniéndose lo más tranquila posible, pero la tensión era evidente en sus ojos. Ella no era de las que esperaban, pero en ese momento, no tenía otra opción. Su destino, y el de Ogrim, estaba en manos de Ghost y Scarlett... por ahora.

El combate continuaba, y aunque las criaturas infectadas parecían no tener fin, Ghost y Scarlett seguían luchando con la destreza y fuerza que los caracterizaba. Pero la verdadera prueba aún no había llegado, y tanto la Domadora como Hornet lo sabían.

Sombra EscarlataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora