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|Época Merodeadora |
—¡Rachel! Recibí tu carta. ¿Cómo es eso de que no vendrás al concierto? ¡Todos te estamos esperando!— exclamó Sirius al entrar a la habitación con una sonrisa que se desvaneció al instante. Frente a él, Rachel estaba sentada frente a un espejo, su cabello castaño en mechones esparcidos por el suelo, mientras sostenía una máquina para cortar el pelo en su mano temblorosa.
La mirada rapada de Rachel lo golpeó como un hechizo paralizador. Sus ojos, antes llenos de vida, ahora reflejaban una tristeza profunda, como si la enfermedad hubiera arrebatado algo más que su cabello. No hubo necesidad de palabras. Sirius lo entendió de inmediato, y el peso de la realidad cayó sobre él como una piedra. La chica que amaba estaba luchando una batalla que él no podía pelear por ella.
El silencio que siguió fue abrumador, pero en medio de esa tormenta de emociones, Sirius no titubeó. Sin pensarlo dos veces, tomó la máquina de cortar pelo que descansaba sobre el escritorio y, sin decir una palabra, la pasó por el centro de su cabeza. Rachel lo miró, boquiabierta, incapaz de articular palabra mientras veía cómo los rizos oscuros de Sirius caían al suelo, uno tras otro.
—¡Sirius! ¡T-Tu cabello!— fue lo único que logró decir, su voz temblorosa por el shock y la emoción.
Sirius apagó la máquina y se acercó a ella, con una sonrisa suave, vulnerable, pero llena de determinación. Tomó su rostro entre sus manos, acariciando suavemente sus mejillas con los pulgares antes de inclinarse para besarla. El beso fue tierno, lleno de una promesa silenciosa. Cuando sus labios se separaron, él la miró directamente a los ojos.
—Cuando termine de afeitar mi cabeza, seguiré con la tuya —susurró con firmeza, como si ese simple acto pudiera ser su forma de decirle que, aunque no pudiera luchar contra el cáncer por ella, nunca la dejaría enfrentar esta batalla sola.
Rachel y Sirius bajaron las escaleras de la casa con las cabezas rapadas, sus manos entrelazadas como si de esa manera pudieran enfrentar cualquier cosa juntos. El frío aire nocturno les acarició los rostros desnudos mientras se acercaban a la puerta de entrada. Rachel respiraba profundamente, luchando contra el nudo en su estómago. Sabía que afuera estarían los Merodeadores y Lily, esperándolos para ir al concierto, pero una parte de ella temía sus reacciones. No estaba preparada para las miradas de lástima.
Cuando cruzaron el umbral y se encontraron con el grupo, todo pareció detenerse por un instante. Remus, Peter, James y Lily los miraron, atónitos, procesando la imagen que tenían frente a ellos: Sirius y Rachel, ambos con las cabezas afeitadas. Las expresiones de sorpresa rápidamente se transformaron en una mezcla de tristeza y solidaridad. Rachel sintió que el peso de la vergüenza caía sobre ella como una manta pesada. Quería dar media vuelta y volver corriendo a su habitación, alejarse de esas miradas que, aunque llenas de cariño, le recordaban lo frágil que se sentía.
Dio un paso hacia atrás, pero el agarre firme de la mano de Sirius la ancló en su lugar. Él no la dejaría huir. Rachel levantó la vista hacia él, y la seguridad en sus ojos le recordó que no estaba sola. Con su otra mano, Sirius apretó suavemente sus dedos, dándole la fuerza que necesitaba para mantenerse de pie.
—Bueno, bueno... —la voz de James rompió el tenso silencio—. No sabía que íbamos a un concierto de punk, ahora sí que estamos en el mood, ¿eh?
El grupo estalló en risas. Incluso Rachel no pudo evitar sonreír al ver a James levantar las cejas y pasar una mano por su propio cabello, como si estuviera considerando unirse al look.
—Deberías probarlo, Potter, capaz y Lily te prefiere calvo —añadió Sirius con una sonrisa traviesa, guiñándole un ojo a su mejor amigo.
—Ni lo sueñes, Black —contestó Lily entre risas, mientras tomaba la mano de James—. Él sin su cabello es como tú sin tus comentarios irritantes. Simplemente, no es lo mismo.
—Celosa, ya quisieras ser tan sexy como yo.— Completo Sirius posando cual modelo con su nuevo look.
Las risas se intensificaron, y en ese momento, la tensión que Rachel sentía se desvaneció. A pesar de la incomodidad inicial, el calor y la camaradería de sus amigos la envolvieron. No importaba su aspecto, no importaba el cáncer; estaban juntos.
—Vamos —dijo Sirius finalmente, dándole un suave empujón a Rachel—. Nos espera un concierto.
Y así, con la energía renovada y las sonrisas en los rostros, el grupo se dirigió al concierto, dejando atrás los miedos y las inseguridades, pero llevándose consigo una amistad más fuerte que cualquier adversidad.
Esa noche, Sirius no solo le dio a Rachel su cabeza afeitada. Le dio su corazón, y con él, la certeza de que, pase lo que pase, él estaría a su lado.
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𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓 » 𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫
RandomHistorias sobre algunos personajes de Harry Potter. Todos los personajes a excepción de la/s protagonista le pertenecen a J.K Rowling. _______ 1 en #hermionegranger | 19/08/24