46. 𝑨𝑳𝑩𝑼𝑺 𝑫𝑼𝑴𝑩𝑳𝑬𝑫𝑶𝑹𝑬

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| 1927 |

Albus caminaba con rapidez y agilidad entre las personas del callejón Diagon hasta un rinconcito oscuro y más apartado. Cuando verificó que no hubiera nadie a su alrededor, golpeó las palmas dos veces y se hundió en la pared a sus espaldas. De un momento a otro, se encontraba dentro de aquel lugar decorado con colores rojos y luces tenues que acompañaban el ambiente.

Sin quitarse su sombrero, se movilizó por el lugar buscando la mesa reservada. Por allí pudo ver a personas que conocía perfectamente, siendo acompañadas por las hermosas señoritas de diversos orígenes, vestidas con vestidos de telas preciosas y brillantes, con maquillajes algo extravagantes que hacían resaltar más la belleza natural de aquellas mujeres.

Cuando logró localizar la mesa y a sus acompañantes, se acercó esquivando a los camareros y señoritas que intentaban seducirlo. Al llegar a la mesa, su hermano, Aberforth, se hizo a un lado cediéndole un lugar, y por fin Albus pudo quitarse el sombrero.

—Nunca me hubiese imaginado que nos traerías a un lugar así, Aberforth —dijo Albus, acomodando su saco detrás de su espalda mientras su hermano pedía una bebida más a la señorita que estaba cerca de él. Esta, desde la barra de tragos, asintió y comenzó a preparar otra cerveza de mantequilla.

—Pensé que sería lo mejor. Después de todo, sé que este tipo de lugares no son de tu agrado, Albus —dijo Aberforth, haciendo alusión a su gusto por los hombres, pues llevarlo a un lugar donde solo había señoritas, de cierta manera, parecía una buena idea para molestar a su hermano. Además, nadie pensaría que justo en ese momento se estaría desarrollando una importante reunión.

—Hubiera preferido encontrarnos en Hogwarts —contestó Minerva, moviéndose incómoda en su asiento mientras observaba cómo, desde lejos, unas señoritas le guiñaban el ojo, malinterpretando sus intenciones en aquel lugar.

La joven de cabello dorado que anteriormente se encontraba en la barra de tragos caminó grácilmente desde la barra hasta la mesa donde se desarrollaba la reunión. Llevaba una bandeja con la cerveza de mantequilla recién preparada, y su vestido rosado claro resplandecía bajo la tenue luz del lugar, realzando su figura esbelta y sus movimientos suaves. Las telas finas que envolvían sus brazos, casi como si fueran extensiones naturales de su piel, le daban un aire etéreo, como si una diosa antigua hubiera descendido entre los mortales. Cuando Albus la vio acercarse, sus ojos celestes se fijaron en ella, primero con curiosidad y luego con fascinación.

Había algo en ella que lo cautivó al instante, un detalle que no pasó desapercibido para su aguda percepción: las puntas de sus orejas, levemente alargadas y delicadamente puntiagudas, indicaban un linaje con influencias élficas. La belleza que emanaba no era solo superficial, parecía llevar consigo un aura de misterio y elegancia, como si perteneciera a un mundo diferente, uno más cercano a lo mágico y arcano. Albus, a pesar de su usual compostura, no pudo evitar seguirla con la mirada mientras avanzaba, sus penetrantes ojos celestes brillando con un interés que pocas veces mostraba.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓 » 𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora