36. 𝑯𝑬𝑹𝑴𝑰𝑶𝑵𝑬 𝑮𝑹𝑨𝑵𝑮𝑬𝑹

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Hermione Granger caminaba por los pasillos de Hogwarts con la cabeza llena de pensamientos que no podía sacudir. Su mente, normalmente tan disciplinada y enfocada en los estudios, ahora estaba atrapada en un torbellino de emociones que se arremolinaban cada vez que pensaba en Sally Menors. Sally, la chica de Hufflepuff, cuya presencia se había vuelto tan poderosa para Hermione que parecía iluminar cualquier lugar en el que estuviera.

Sally Menors no era una chica que destacara a simple vista. Siempre se mantenía en un segundo plano, evitando las multitudes y las miradas. Pero para Hermione, Sally era todo lo que podía desear. Tenía un cabello negro azulado que brillaba con un extraño resplandor bajo la luz del sol, como si atrapara la esencia misma del cielo nocturno. Ese cabello caía en suaves ondas sobre sus hombros, enmarcando un rostro delicado salpicado de pecas en las mejillas. Sus ojos, de un marrón profundo, parecían siempre ocultar un secreto, como si guardaran un mundo interior lleno de maravillas que pocos podían descubrir.

Pero lo que más fascinaba a Hermione era la tranquilidad que Sally irradiaba cuando estaba rodeada de plantas. La había observado más de una vez en el invernadero, con las manos delicadamente acariciando las hojas y los pétalos de las flores muggles que tanto amaba. Sally tenía una conexión especial con la naturaleza, una que la hacía parecer parte de ella, como si fuera una flor más en el jardín de Hogwarts. Era como si el mundo alrededor desapareciera cuando Sally estaba entre sus plantas, y solo quedara la paz que ella sentía en ese pequeño refugio.

Para Hermione, cada mirada furtiva hacia Sally era una mezcla de admiración y anhelo. Había algo en la timidez de Sally que la hacía aún más encantadora. Su tendencia a bajar la cabeza cuando alguien la miraba directamente, el leve rubor que teñía sus mejillas cuando recibía un cumplido, y la forma en que sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de su túnica cuando estaba nerviosa... Todo ello hacía que Hermione sintiera una mezcla de ternura y atracción que no podía ignorar.

Sin embargo, con cada intento de acercarse a Sally, Hermione sentía que sus esfuerzos se desmoronaban. Sally parecía tan frágil, tan fácil de asustar, y lo último que Hermione quería era hacerla sentir incómoda. Había pasado semanas tratando de encontrar la manera perfecta de hablarle, de hacerle saber que quería conocerla mejor, pero la timidez de Sally era una barrera difícil de cruzar.

Una tarde, mientras paseaba cerca del lago con Harry, Hermione no pudo contener más sus emociones. Sabía que, si no hablaba con alguien, los sentimientos que llevaba guardados acabarían por consumirla.

—Harry... necesito contarte algo —dijo, con un tono más serio de lo habitual.

Harry, quien siempre estaba atento a los cambios en el humor de su amiga, la miró con preocupación.

¿Qué pasa, Hermione? —preguntó con suavidad, deteniéndose junto a ella para darle toda su atención.

Hermione respiró hondo, mirando la superficie del lago que reflejaba los cielos nublados. No estaba segura de cómo decirlo, pero finalmente decidió que no tenía sentido seguir ocultándolo.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓 » 𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora