35. 𝑩𝑬𝑳𝑳𝑨𝑻𝑹𝑰𝑿 𝑳𝑬𝑺𝑻𝑹𝑨𝑵𝑮𝑬

3K 144 28
                                    

━─━────༺ ° ༻────━─━

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

━─━────༺ ° ༻────━─━

advertencia: algo subido de tono.

━─━────༺ ° ༻────━─━

La habitación estaba envuelta en penumbras, iluminada solo por la luz de la luna que se filtraba por una pequeña ventana. Los cuerpos de Ana y Bella estaban entrelazados, con el calor de la noche acentuado por el sudor que hacía que su piel se pegara. Bella, con una sonrisa de satisfacción, dejó que sus labios recorrieran cada rincón del cuerpo de Ana, desde su cuello hasta su intimidad, deleitándose en cada estremecimiento que provocaba en la chica.

—Te amo tanto, Bella... —susurró Ana, apenas conteniendo un gemido mientras sentía cómo la boca de Bella descendía por su pecho y abdomen.

La respuesta de Bella fue una sonrisa felina. Se detuvo justo antes de continuar, inclinándose hacia la oreja de Ana para murmurar en un tono que mezclaba deseo y autoridad:

Recuerda no gritar niña...

Y con esa advertencia, Bella descendió una vez más, provocando un arco en la espalda de Ana, quien se llevó una mano a la boca para ahogar el gemido que amenazaba con escapar. Era un placer tan intenso que casi la hacía perder la noción del tiempo.

(...)

A la mañana siguiente, la luz del sol se filtraba perezosa en la habitación. Ana se incorporó lentamente y comenzó a vestirse, mientras Bella, aún recostada en la cama, la observaba con una expresión perezosa pero hambrienta. Su cabello estaba más desordenado de lo habitual, y no se molestó en cubrir sus pechos desnudos con la sábana.

—¿Tan rápido te vas? —preguntó Bella con una mezcla de frustración y diversión en su voz.

Ana giró, con una sonrisa a medias, para ver a la mujer en la cama desordenada.

—Debo irme. Si no, papá empezará a sospechar.

Bella bufó, estirándose sobre la cama, antes de replicar con un tono despectivo:

El señor tenebroso no sospecha nada, Ana. No te preocupes.

Ana suspiró, caminando de vuelta hacia la cama, aún desnuda. Abrazó a Bella con fuerza, presionando su cuerpo contra el de ella.

Vamos, Bella. Si papá se entera, te matará a ti y a mí.

Bella soltó un suspiro irritado y comenzó a vestirse, con un aire de mal humor. Se puso su característico ropaje negro mientras lanzaba miradas furtivas a Ana, deseando poder quedarse un poco más en la cama con ella.

—Hey, no te enojes conmigo —insistió Ana, preocupada por la actitud de Bella.

Pero Bella la ignoró, tomando su varita y dirigiéndose hacia la puerta. Ana, sin embargo, la detuvo, sujetándola por la muñeca y acercándola de nuevo hacia ella.

Suéltame —dijo Bella con una mezcla de frustración y deseo.

—No lo hago por mí, lo hago por ti. Mi padre confía en ambas, pero si se entera de lo nuestro, posiblemente estés muerta por un Avada, o algo peor.

Bella la observó en silencio, su expresión suavizándose. Lentamente, tomó el rostro de Ana entre sus manos, acercando sus frentes y cerrando los ojos.

—Tú eres la poca cordura que me queda... júrame que cuando tu padre gane, nos iremos muy lejos.

Ana la miró sorprendida, pero en su interior sabía que Bella hablaba en serio. La idea de escapar juntas parecía un sueño imposible.

Bella, sabes que no podemos irnos así como así.

Bella sonrió con una pizca de tristeza.

Lo sé, por eso tengo un plan. Pero no importa ahora. ¿Nos vamos, linda?

Ana le devolvió la sonrisa, y antes de salir de la habitación, se inclinó para darle un beso lento pero apasionado. Sus lenguas se entrelazaron, y Bella no pudo evitar sonreír.

—Tienes una obsesión con mi lengua —murmuró Ana divertida.

—Es que me fascina lo que hace —replicó Bella con una sonrisa coqueta antes de besarla nuevamente.

La risa de ambas resonó en la habitación, y después de unos momentos más de caricias, finalmente salieron de aquel hotel, donde habían pasado la noche. Ana, divertida, miró a Bella mientras corrían por el callejón oscuro.

—Vamos, abuela, que nos están esperando.

Bella soltó una carcajada siniestra y comenzó a perseguirla, disfrutando de esa energía juguetona entre ellas.

Cuando por fin llegaron a la Mansión Malfoy, ambas se aseguraron de comportarse como lo hacían habitualmente. Ana se apareció en su habitación y bajó a la sala, donde la esperaban varios de los seguidores de su padre, incluido él mismo.

—Buenos días, hija mía —la saludó Voldemort con una sonrisa tétrica—. Ven, siéntate.

Ana obedeció, sentándose a su lado, con la mirada fija en la mesa. Al frente, Bella la observaba, con Severus a su lado. Mientras comían, Bella jugaba de manera descarada, sacando exageradamente la lengua, lo que provocaba pequeños sonrojos en la pelinegra. Severus notó estos intercambios, pero no dijo nada. Sabía cuándo era mejor no entrometerse.

Ellas eran dos mujeres que se amaban con locura. Ana era el cable a tierra de Bellatrix, el último fragmento de cordura que le quedaba. Y Bella, con su intensidad y pasión, era ese toque emocionante y peligroso que Ana necesitaba en su vida. Ser la hija de Voldemort nunca había sido fácil, pero con Bella a su lado, las dificultades se convertían en algo que podía soportar.

𝐎𝐍𝐄 𝐒𝐇𝐎𝐓 » 𝐡𝐚𝐫𝐫𝐲 𝐩𝐨𝐭𝐭𝐞𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora