Inocente Mentiroso || Sungsun

12💘

—Estamos contentos de que vuelvas, Park.—el alfa encargado de organizar las peleas clandestinas palmeó el hombro de Sunghoon.—Puedo organizar más encuentros, eres todo un espectáculo para esos idiotas sedientos de sangre.

—Solo será esta vez. Necesito el dinero, Sam.—murmuró el alfa.—Lo siento y gracias por esto. 

—Es una pena, Sunghoon.—respondió el alfa.—Sabes que siempre lo haré por ti.

Sunghoon comenzó a calentar antes de aquella pelea.

Lo que había comenzado como un hobbie, se convirtió en una forma de vida para Sunghoon. No era box, eran peleas sangrientas y despiadadas. Lamentablemente por falta de medios, no pudo hacer box de forma profesional. Aceptaba peleas en un sótano clandestino de apuestas por buena paga. A Sunghoon nunca le importó no poder entrenar profesionalmente, quería pagar sus estudios y trabajar para una empresa enorme, vivir una vida normal y tranquila.

Su madre y su abuela, le rogaron que lo dejara muchas veces y justo después de la muerte de su madre, le prometió a su abuela que jamás volvería a hacerlo. Que jamás volvería a arriesgar su vida de esa forma. A Sunghoon le gustaba el box y las reglas de aquellas peleas no eran las del box. Se golpeaban hasta que alguno de los oponentes se rendía o quedaba noqueado. Algunas veces hasta muerto.

Una vez. Solo lo haría una vez más. Conseguiría el dinero de Sunoo y superaría esto.

Había cometido un error. Había aspirado a un omega inalcanzable, se había enamorado de él y lo había tenido pero, ¿a qué costo?

En ciertos momentos, recordaba aquellos días mágicos con Sunoo y se decía que todo había valido la pena. En otros, como ahora, la culpa lo invadía. Sunoo estaba furioso, lo odiaba y Sunghoon aceptaba aquel desprecio porque lo merecía.

—¡Es hora!.—Ni-ki lo sacó de sus pensamientos de culpa.—¿Estas listo?

Sunghoon asintió. Tomó un respiro y salió al ring.

La gente estaba eufórica. El lugar olía alcohol, drogas y sudor.

Sunghoon echó un viztazo a su oponente. Era un alfa con su misma altura. Estaba completamente rapado y llevaba un enorme lobo tatuado en su espalda. El tipo sonrió malicioso mostrando la falta de algunos dientes.

Sunghoon no se dejaría intimidar. Sunghoon había venido a ganar.

La pelea inició. El hombre parecía tener prisa por destrozarlo, lanzando golpes que Sunghoon pudo esquivar, gracias a su entrenamiento de box.

—Terminemos con esta mierda.—gruñó su oponente después de algunos minutos y se abalanzó a Sunghoon derribándolo. Comenzó a golpearlo en el estómago, Sunghoon trataba de cubrir su rostro. Al menos podría esconder los golpes del cuerpo a su abuela. Sunghoon luchó para quitárselo de encima. Dolía como el demonio. Cada golpe le quemaba la piel.

Sunoo, Sunghoon pensaba en Sunoo. Pensaba en recuperar algo de su dignidad ante Sunoo. Sunoo tendría su dinero y Sunghoon podía despedirse de él. Estaba listo para dejarlo ir.

Su cuerpo estaba completamente magullado, esperó a que su oponente tomara un respiro y entonces le conectó un golpe seco en la mandíbula dejándolo mareado.

Sunghoon les dio la vuelta a su cuerpo pero el alfa lo golpeó duro en el rostro.

¡Maldita sea! ¡Estaba jodido! Pensó que sería mucho más fácil terminar con la pelea pero como había dicho Ni-ki, no había entrenado hace tiempo para una pelea.

Su oponente conectó una patada en sus costillas y lo derribó. Todo el aire salió de su cuerpo, quemándolo.

—¡Vamos Sunghoon, vamos!.—escuchó la voz de Ni-ki animándolo pero ya tenía al alfa encima de él. Se sentía destrozado.

Podía parar la pelea, pero tres mil dólares no evitarían que Sunoo lo enviara a la cárcel. Su abuela estaría devastada.

Sunghoon trataba de cubrir su cuerpo y tomar un poco de fuerza. No dejaría que las cosas terminaran así.

Eran minutos pero para Sunghoon el tiempo se hizo eterno. Finalmente cuando Ni-ki estaba a punto de parar la pelea. Sunghoon lo hizo. Conectó un rodillazo en las costillas del alfa y se incorporó. Lo golpeó con todas sus fuerzas. Chorros de sangre por todos lados.

La gente gritando extasiada, mientras Sunghoon lo molía a golpes sin piedad.

El entrenador de su oponente detuvo la pelea. —¡Se acabó!.— gritó el réferi.

Sunghoon escupió sangre y se derrumbó sentado.

El réferi lo proclamó ganador alzándole un brazo y la muchedumbre gritaba como loca.

Ni-ki entró al ring y ayudó a Sunghoon a salir. Estaba destrozado.

—¡Mierda Sunghoon! ¡Tu, jodido imbécil!.—gruñó Ni-ki mientras lo llevaba a los sucios vestidores.

Sunghoon apenas y podía sostenerse.

—Tenemos que ir a un hospital.—murmuró Ni-ki limpiando la sangre en su rostro.—Esto se ve muy mal.

—No, no puedo ir a un hospital.—balbuceó Sunghoon tratando de respirar.

—¿Estas loco?

—No tenemos dinero, Ni-ki.—toció.—Tengo que pagarle a Sunoo.

—¡Escucha Sunghoon! Te llevaré a un hospital barato. Tienes que ir. Tienes un poco de dinero de sobra. ¿Que si te pasa algo? Piensa en tu abuela.

—Está bien.—Sunghoon asintió casi inconsciente.

—Lo resolveremos Sunghoon.—fue lo último que escuchó decir a su amigo antes de caer inconsciente.