Epilogue💘

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—¡Me doy por vencido!—resopló Sunghoon mirando la sala hecha un desastre. El piso lleno de juguetes y la leche de chocolate derramada en el sillón.

—Esto es una pesadilla.—rió Ni-ki.—Sunoo va a matarte. 

—¿Estas seguro que quieres casarte?—Sunghoon levantó a su pequeña hija de un año en brazos.
 
—No lo sé. Tu dimelo.

—Ayúdame con eso.—señaló los legos tirados por todo el piso.—Si pisas uno, duele como el demonio.

—¡Demonoooo!—gritó Daehyun corriendo por la sala. El primer hijo de los Park, ya tenía 3 años. Amaba disfrazarse todos los días y hoy había elegido la pijama de pingüins.

—Son adorables...cuando duermen.—rodó los ojos el pelinegro.

Daehyun se abrazó de la pierna de su padre y puchereó.—Galleta.—balbucеo.

—No. Tu padre va a matarme si te doy más golosinas.

—Galletaaaaaa—gimoteó el niño jalando la tela de sus pantalones.

—Se parece a ti físicamente pero es igual de mimado que su padre.—Sonrió Ni-ki.

—Sunoo dice que es mi culpa.—resopló.—¿Puedes creerlo?

—No te daré más golosinas, Dae. Iré a cambiarle la ropa a tu hermana, está hecha un desastre.

El rostro del pequeño Daehyun comenzó a deformarse en una mueca triste, comenzó a llorar. Se tiró al piso y pataleó.—¡Galletaaaaa! ¡Galletaaaaa!

—Bien, bien. Te daré galletas pero deja de llorar.—Sunghoon se agachó a la altura de su hijo que corto el llanto haciendo pucheros y gimoteando.—¿Prometes portarte bien y ayudarme a recoger este desastre?—limpió las lágrimas de su mejilla regordeta con el pulgar.

Dae asintió.

Más tarde ya habían terminado de recoger el desastre de juguetes.

—Iré a cambiar a tu hermana, luego se quedarán sentaditos los dos aquí mirando la televisión y no harán más travesuras. ¿Entendido?

Dae mordisqueó una galleta y sonrió adorable para su padre.

Una hora más tarde todo parecía ir en calma. Ambos alfas se sentaron en el comedor a tomar una cerveza y charlar de su negocio. Estaban seguros que los niños se habían quedado mirando el televisor. Pero la calma no era buena señal, así que Sunghoon fue a echar un vistazo.

—¡Daehyun! ¡Suni! ¿Dónde están?

El alfa corrió por toda la casa junto con su amigo Ni-ki. Los encontraron fuera de la cocina rayando las paredes y el piso con crayolas.

—¡Daehyun! ¡Suni! ¿Que están haciendo!?—gritó exasperado.—¡Sunoo va a cortarme las bolas!

—¡bolaaaas!—gritó Dae rayando con más fuerza la pared.

—¡Es suficiente! ¡Están castigados!

Daehyun comenzó a llorar otra vez, Suni lo siguió aunque ni siquiera sabía exactamente que era un castigo. Era muy pequeña.

—¿por qué no les tienes paciencia?—la abuela de Sunghoon intervino.

—Mira el desastre que hicieron. Sunoo va a matarme.—resopló.

—No es para tanto, son bebés.—la abuela tomó en brazos a Suni para consolarla y luego estiró la mano a Dae.—Ven aquí cariño, vamos a lavarte.

Media hora más tarde, Sunoo y Jake regresaron a casa. Habían ido de compras a elegir el traje de novio de Jake.

Encontraron a ambos alfas mirando la televisión con los niños aún despiertos y brincando con energía.

—Estamos de vuelta.—anunció Sunoo.

—¡Pa!—grito Dae y corrió a abrazarse de las piernas de su padre omega.

—¿Qué hacen aún despiertos?—Sunoo miró a su esposo con una ceja levantada.

—No se han cansado, hemos intentado de todo.—se encogió de hombros Sunghoon.

—¿Les diste golosinas?—ladeó el rostro Sunoo.

—No muchas. —murmuró Sunghoon.

—¿Cuántos es no muchas?

—Solo algunas. Dae hizo una rabieta y tuve que darle galletas. Pregúntale a Ni-ki.—señaló a su amigo que miro hacia otro lado.

—Te dije que no le dieras golosinas tan tarde Sunghoon.—Sunoo tomó a su pequeña hija en brazos y caminó hacia la cocina encontrándose con el desastre de crayolas.

Sunghoon caminó a prisa detrás de su esposo.—Y-yo lo voy a arreglar, bebé. Te juro que solo los dejé solos unos minutos y los encontré haciendo este desastre.

Sunoo le lanzó una mirada exasperada.

—¿Estas seguro que quieres tener bebés?—susurró Ni-ki en el oido de Jake.

—Cállate.—lo golpeó en el pecho.—No puedo creer que ustedes no puedan vigilar a dos cachorros.

—¡Son como dos mapaches enloquecidos!—dijo Ni-ki ganándose otro golpe en el pecho.

—Dae, escucha.—dijo Sunoo poniendo un brazo en la cintura y mirando hacia abajo a su hijo.—No pueden rayar las paredes, eso está mal, cariño.

Daehyun puchereó y las lágrimas comenzaron a salir de su pequeño rostro.

—Está bien, no lo regañes más. Yo voy a arreglarlo— Sunghoon lo levantó en brazos y limpió sus lágrimas.—Tal vez mi pequeño se vuelva un pintor famoso.

—Eres increíble.—Sunoo rodó los ojos.—Los mimas demasiado.

—Son pequeños, no podemos ser tan duros con ellos.—acarició la espalda del pequeño.

—¡Pa! No le coltes las bolas.—balbuceó Dae y Sunoo boqueó sorprendido hacia su esposo.

—¡Park Sunghoon!

Sunghoon corrió con Dae hacia la sala.

Inocente Mentiroso || Sungsun Donde viven las historias. Descúbrelo ahora