22

9 1 0
                                    

La habitación se empezó a despejar lentamente, dejando solo a William, Irina y Caroline en ella.

—William, se nota que esto te cansó, ve con los demás a que te de el aire, yo cuidaré de ella.

—¿Me lo prometes? ¿No la dejarás sola?

—Ni un segundo. Ve tranquilamente.

William miró a Caroline que aún estaba apoyada en su pecho y depositó un tierno beso en su frente. —Iri te cuidará, ¿vale?— le avisó, después se separó de ella y la tumbó horizontalmente.

William abandonó la habitación con las manos en los bolsillos, exhalando un profundo suspiro. Se desplazó con lentitud por el pasillo, su mente llena de pensamientos que no le apetecía compartir con nadie.

Irina, tras un breve silencio, se acomodó en la cama junto a Caroline. Sus movimientos eran delicados, como si temiera romper la serenidad del instante.

—¿Cómo está mi heroína?

Caroline giró lentamente la cabeza para observar a Irina. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro, una expresión sutil que manifestaba un sentimiento de paz y conexión entre ambas.

—Bien...destrozada.

—Es normal, Nira acaba de hacerte una especie de exorcismo—rió silenciosamente.

Caroline soltó una leve risa, inconscientemente colocó su mano sobre el abdomen, precisamente en el lugar donde Irina había eliminado la mancha.

—Cuidado Carol, no te toques ahí— le ordenó su amiga quitándole la mano del vientre.

—Perdón...

—Tranquila. Por cierto, deja de pedirme perdón, ¿si?

Caroline asintió.

—Oye...Yo...quería decirte algo.

Caroline abrió un poco más los ojos y miró directamente a su amiga para escucharla con atención.

—Lo siento mucho.

—No entiendo, has dicho que no me disculpe tanto, ¿y tú te disculpas?

—Lo sé. Pero yo sí que tengo que pedirte perdón. Quiero disculparme por todo lo que te dije sobre William...

—Iri...No, no tienes que disculparte, no tiene porque caerte bien solo porque ahora esté conmigo— la chica llevó su mano lentamente a la pierna de Irina y la acarició sutilmente.

Un silencio se apoderó del ambiente entre ellas. Irina, incapaz de contenerse, observó el sujetador blanco que llevaba Caroline. Era un diseño sencillo, con tirantes finos y un delicado encaje con figuras bordadas en los bordes que le confería un aire de fragilidad.

Al percatarse de que su mirada se había detenido en ese detalle, Irina sintió una oleada de vergüenza y rápidamente desvió la vista hacia sus propias manos, tratando de ocultar su inquietud.

—A lo mejor yo estaba equivocada...— admitió Irina nerviosa.

La otra joven confusa y nerviosa se ruborizó por la situación. —¿Qué...qué dices?— la miró con un rostro de duda.

—Digo que a lo mejor...yo estaba equivocada y William no es tan malo contigo. A lo mejor él sí te quiere como decías todas aquellas veces.

Aquella confesión la dejó de piedra, no podía crear lo que su amiga acaba de verbalizar.

—¿Lo dices enserio?

—Sí...Me costaba aceptarlo porque tú me gustabas. Ya tuvimos una conversación parecida hace no mucho—. Sus ojos se volvieron a ir hacia el pecho de Caroline, le estaba costando mucho—.Pero...ahora entiendo que tú corazón no me pertenece de la manera que a mí me gustaría, aunque me pone feliz tener un hueco en tu corazón aunque se solo como tú mejor amiga. Con esto quiero decirte que, me alegro de que estés feliz en tu relación con Will.

La ArqueraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora