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De pronto, un viento frío se levantó, aullando como un lamento distante, y empezó a abarrotar el paisaje. Las hojas de los árboles bailaron en un ritmo frenético, como si buscaran alertar a los seres humanos acerca de lo que estaba por ocurrir. El firmamento, que anteriormente se había conservado en un azul tranquilo, se transformó en un carmesí perturbador, cubriendo el horizonte con la amenaza de sangre y conflicto.

El aire se inundó de una vibración perceptible, una electricidad que calentaba la piel y anticipaba lo próximo. Desde cada esquina, los individuos se precipitaron hacia el inicio, su respiración entrecortada y sus corazones batiendo al unísono con el rugido de la tormenta. Entendía que lo que se aproximaba era mucho más que una mera confrontación; representaba el comienzo de un conflicto bélico, el eco de antiguos resentimientos que volvían a resurgir.

Al prepararse, las miradas se entrecruzaban, llenas de miedo y resolución. Un sentimiento de urgencia se percibía en el aire, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para contemplar la envergadura de lo que estaba por surgir. Las sombras bailaban en su entorno, y el viento, incesante, murmuraba secretos de un pasado perdido, recordándoles que la lucha no solo se desarrollaba en el campo, sino también en sus propias espíritus.

—Ya vienen...¿verdad?—pregunto Irina mirando a Caroline.

—Sí...Tiene toda la pinta.

—¿Y si hacemos un pacto con ellos?—preguntó Nira que no quería ir a la guerra.

—No escucharán pacíficamente.

—En pocos minutos empezará la batalla y todo se decidirá, así que, si alguien quiere decir algo antes de luchar, es el momento—informo Jackson a sus amigos.

Sus expresiones faciales eran una combinación de temor y resolución. Con la voz sólida, Caroline ascendió a una piedra y empezó a expresarse:

—Amigos, hoy nos hallamos al filo de un desastre. Las sombras del conflicto nos envuelven y el eco de los enfrentamientos anteriores resuena en nuestros pensamientos. Sin embargo, no podemos dejar que el temor nos paralice.

Un murmullo de asentimiento inundó el conjunto. Irina, con el ceño fruncido, avanzó y expresó: —¡No nos encontramos solos!—hizo una pausa para hablar más alto.—Todos nosotros hemos experimentado pérdidas y triunfos que nos han conducido hasta este punto, y eso nos ha fortalecido.

—Exacto. No olvidemos el motivo por el cual estamos aquí. Por volver a tener una vida digna, por los que queremos.

Caroline sonrió al recibir el respaldo de sus amigos.

—Las lágrimas que hemos derramado evidencian nuestra batalla, y cada sacrificio ha moldeado nuestra resolución. Esta no es simplemente una batalla por subsistir; es una lucha por un porvenir en el que la esperanza resplandezca más que la sombra que nos rodea.

William, con su fuerte mirada, se entrecruzó de brazos y asintió. —¡No permitiremos que el temor nos domine. Juntos somos más fuertes que todos ellos, conocemos sus trucos, no caeremos en ellos!

—Hoy, levantamos nuestras manos, no únicamente en calidad de armas, sino como emblemas de unidad y resistencia,— prosiguió Caroline. —Prometamos batallar no solo por nosotros mismos, sino también por aquellos que no pueden estar presentes.

Nira, claramente entusiasmada, secó una lágrima y murmuró: —¡hagámoslo por ellos, por todos los elfos que fueron asesinados!

—Si conseguimos sobrevivir a esta Guerra, haremos que cada sacrificio merezca la pena,— expresó Caroline, experimentando el crecimiento de la energía del grupo en su entorno.

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