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Después de aquella carnicería, Caroline se quedó en el centro de la mazmorra, rodeada por los cuerpos que habían caído y el espeso charco de sangre que se extendía a sus pies. El ardor de su corazón, que aún latía desbocado después de la intensa lucha, contrastaba con la frialdad del suelo. Sintiendo el peso de cada arma como un recordatorio de las decisiones que había tomado, apretó con fuerza su espada y su arco.

-¿Es esto suficiente? -reflexionó, su voz resonando en el silencio sepulcral-. ¿Acaso toda esta sangre derramada bastará para satisfacer su ansia de violencia?

La invadió una sensación intensa de suciedad, como si todas las vidas que había arrebatado se hubiera impregnado en su piel. Temía que le solicitarían una vez más que liberara su monstruo interno, transformándolo en la máquina de matar que Freya le había enseñado. ¿Cuál era el beneficio de eso? ¿Tenía seguridad en que podría relajarse después de todo?

-¿Por qué siempre soy yo? -susurró, observando los cuerpos yacentes en el suelo-. ¿Por qué debo ser la que soporta esta carga? ¿No hay nadie más que pueda asumir esta responsabilidad?

Sintiendo el sudor mezclarse con el frío que cubría su piel, Caroline se llevó una mano a la frente. Se preguntaba si su lucha había llegado a su fin o si estaba condenada a pelear por toda la eternidad.

-Los demás... -prosiguió, como si se dirigiera a ellos-. Siempre están presentes, aguardando a que yo realice el trabajo más difícil. ¿Acaso creen que esto es sencillo para mí? ¡Me ensucio de sangre mientras ellos mantienen sus manos limpias!

Los cuerpos en el suelo parecían mirarla con reproche, como si cuestionaran su propósito, mientras observaba a su alrededor. Sabía que había demostrado su habilidad en la lucha, que había sido la mejor, pero eso no lo había llevado a la tranquilidad. Su mente estaba llena de sentimientos y incertidumbres; le atormentaba la idea de que todo lo que había hecho había sido para mantener a los demás limpios mientras ella estaba llena de sangre.

-¿No es bastante todo lo que he llevado a cabo? -preguntó, su voz resonando con un matiz de desesperación-. ¿No merezco un respiro, un momento de calma?

Dios, ojalá no hubiera sido la mejor del reino, pensó con desesperación. Si no hubiera sido así, quizás no tendría que pasar por esta vida de lucha constante, marcada por el dolor y la sangre.

-¿Qué se supone que debo hacer ahora? -continuó, con la voz quebrada-. ¿Debería dejarme llevar por la corriente, aceptar que este es mi destino? No puedo... No quiero...

Se preguntó si podría dejar atrás esa parte de sí misma algún día. ¿Fue la última batalla que había librado en la mazmora? En cambio, estaba convencido de que su enojo y habilidad aún se revelarían, y que la vida que había elegido no le permitiría descansar tranquilamente. La batalla parecía no tener fin, y la angustia de que su monstruo interno nunca pudiera ser controlado la acompañaba como una sombra.

Cuando Caroline miró la escena de la batalla por última vez, sintió una avalancha de decisiones pasar por su mente. No podía permitir que las decisiones de otros determinaran su destino.

-Tendré que defenderme a mí misma, por mi libertad -declaró, levantando la mirada con determinación-. Quizás en el futuro encuentre el camino hacia la paz que tanto busco, aunque eso signifique seguir rodeada de sangre.

Tomó una respiración profunda, sintiendo el peso de su espada y su arco como símbolos de su resistencia.

-Este no representa mi final. No para mí.

Caroline miró hacia las escaleras que llevaban al exterior, donde sabía que sus amigos la estaban esperando, con el corazón aún agitado. Al imaginar que, a pesar de tener armas, no podrían protegerse sin ella, un escalofrío le recorrió la espalda. La impulsó a avanzar por el miedo a lo que podrían enfrentar sin su ayuda.

-No puedo permitir que caigan -murmuró, convencida de que su batalla no era únicamente por ella, sino también por quienes la acompañaban.

Con esa idea en mente, se dirigió hacia la salida, preparada para enfrentar cualquier adversidad y lista para proteger a quienes más quería. Aunque su lucha por su alma aún no había terminado, no lo haría sola.

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