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Ambos corrieron hacia el otro mientras la lluvia mojaba sus rostros.

—¡Will! ¡William!—exclamaba ella emocionada por haber salido de aquel lugar.

Cuando llegaron a la altura, se miraron mutuamente, ambos sonrieron hasta que Caroline desvió su mirada por un instante y vio con dificultad por la lluvia una silueta que parecía reconocer. De pronto, tras esa silueta, comenzaron a surgir más figuras de manera gradual. Caroline retomó la mirada hacia William, forzando una sonrisa.

—¿Va todo bien Carol?—le preguntó.

—No...Tenemos que irnos...Tú debes huir, y yo tengo que protegerte.

—No sé porque, pero confío en ti.

—Para salvarte sé que vas a irte de nuevo Will...—dijo ella mirándolo a los ojos preocupada.

Caroline observó de nuevo las siluetas que se aproximaban y quedó paralizada por lo que estaba por venir. Él puso su mano en su rostro, delicadamente pero con firmeza, y la orientó hacia él para que lo observara.

—No los observes, mírame a mí—, murmuraba con serenidad, tratando de controlar la tensión en su voz.

—Te vas a ir para poder salvarte...Sé que yo te lo pedí, pero no quiero decirte adiós otra vez...Si muero, me gustaría morir a tu lado...—una pequeña lágrima cayó por su mejilla.

—Ten más confianza en ti misma Carol. Yo sé que ahora debes irte, y que vas a luchar por volver conmigo.

—Claro que lo haré, es lo que deseo.

—Pues entonces...Bésame fuerte antes de irte y luego sálvame, sálvanos, yo confío en ti.

Caroline, con latidos cardíacos, buscó algo en su entorno con lo que pudiera protegerse. Sus manos se acercaron al arco que portaba, pero no poseía flechas. El vacío a su espalda carecía de significado, una sensación de preocupación se hizo presente en ella. ¿Cómo podría estar tan equipada y, simultáneamente, tan vulnerable?

Así que, una corazonada la atravesó: si no presentaba flechas, debía existir una causa. Algo más profundo que lo obvio la orientaba. Apretó con fuerza el arco, como si este pudiera proporcionarle respuestas.

Con medidas cautelosas y calculadas, empezó a distanciarse de William, esquivando cualquier acción brusca. Sus miradas se centraron en un conjunto de caballeros que se acercaba con seguridad. No existía temor en sus caras, sino una confianza que la desconcertaba. Caroline se aproximó a ellos, sintiéndose como si su destino estuviera vinculado a esa reunión, aunque todavía no entendiera por qué.

Caroline se desplazaba con prudencia, y cuando alcanzó un punto justo entre William y los vigilantes, las amenazas se hicieron evidentes. Podía percibir el riesgo en cada vista de los soldados, pero eso no la frenó. Respiró profundamente y, indudablemente, empezó a combatir con ellos, empleando solo su fuerza física. Cada impacto era preciso, motivado por la tensión acumulada y la urgencia de subsistir.

Los vigilantes eran abundantes, pero Caroline no se rendía. En un instante de descanso, cuando los cuerpos se dispersaban alrededor de él, observó su arco vacío y optó por probarlo, a pesar de saber que no poseía flechas. Succionó la cuerda y, para su asombro, una flecha surgió como por arte mágico, preparada para ser apuntada. Sorprendida, apuntó y observó cómo de inmediato se formaba otra flecha en el arco.

El asombro la inundó. El arco había obtenido un nuevo regalo: flechas interminables que se reponían por sí mismas, como si fuera diseñado para ser su arma final.

—¡Caroline!—escuchó gritar a William, angustiada se giró para ver que sucedía.

Caroline observó con terror cómo un vigilante se situaba justo detrás de William, alzando una gran espada con el propósito de asesinarlo. No tuvo la oportunidad de responder. Deseaba huir, disparar, actuar, pero sus pies parecían estamparse en el suelo. Previo a su rescate, el individuo lanzó su espada sobre William, acabando con su vida en un momento.

Caroline experimentó un enorme vacío, la desesperación la inundó, y un grito angustioso se escapó de sus labios, resonando en el campo de guerra.

Caroline no lo soportaba. ¿Realmente todo lo que había realizado se limitaba a esto? ¿A la inexistencia? No era posible. El aire se intensificaba en su entorno, mientras el firmamento comenzaba a oscurecerse y un viento frío retornaba, llevando consigo una presencia que ya había conocido demasiado bien. Logan se presentó tras ella, su voz resonaba como un eco aterrador.

—Es tu futuro, no puedes hacer nada para cambiarlo.

Caroline, a medida que el miedo aumentaba en su pecho, se alzó y se precipitaba hacia el cuerpo de William. Sucedió de rodillas junto a él, su mano temblorosa se extendió para tocarle, pero al hacerlo, no experimentó ninguna sensación. Solo el césped frío bajo sus manos. La desorientación la inundó. Nada poseía significado.

Lo único que entendía de manera dolorosa era que había perdido al amor de su existencia. Y encima no puedo hacer nada para impedirlo.

—¡¿Dónde se ha ido?!— le gritó Caroline furiosa a Logan.

—Que más te da. Este donde este, esta muerto.

—¡No es verdad!

—Sí lo es, ahora te dejaré sola con tus emociones, necesitas procesar muchas cosas.

—¡¿Por qué eres tan despreciable?!

—Yo solo soy como me moldearon a lo largo de mi vida. Todos los que me rechazaron, y menospreciaron ahora me temen, es lo que merecen.

—¡¿Y por eso condenas a un reino entero?!

—Es lo más justo. Algún día lo entenderás. Todos sufrirán hasta que yo diga, pasaran un infierno peor que el que ellos me hicieron pasar.

—Yo también sufrí mucho y no hiero a la gente.

—Por eso te odio tanto—se acercó más a ella y levantó su mentón. —Porque tú después de todo pudiste rehacer tú vida y yo solo puedo hacerlo si soy temido.

—¡No es una excusa suficiente Logan, nunca lo será!, todas las muertes que has causado jamás arreglarán tú podrido y dolorido corazón, siento decírtelo. 

—Tú también has arrebatado vidas, no lo olvides.

—Yo lo hacía por una razón.

—¿Y yo no?

—No. Tú lo hacías por venganza, lo dijiste antes, quitaste vidas por beneficio propio, al contrario que yo, yo lo hice para salvar las vidas que tú querías arrebatar y para salvar mi vida, para nada es lo mismo.

—Si nos ponemos así, tú mataste a mi compañera Lily, ¿eso no lo hiciste por venganza?—inquirió intentando manipularla.

Ella se volvió seria y apartó la mirada de él, como si las palabras que se avecinaban pesaran excesivamente en su lengua.

—¡Te estoy hablando, no me ignores ojos verdes!

—No me llames así.— le advirtió enfadada.

—Tú no tienes poder sobre mí...Ojos verdes.

—Voy a matarte...

—Yo creo que no...—hizo una pausa mientras una malvada sonrisa se dibujaba en su rostro. —Ojos verdes. Eres débil y yo soy fuerte.

—Si nos enfrentaremos, yo ganaría y tú morirías.

—¿Me estás proponiendo lo que creo que me estás proponiendo?—preguntó él riéndose.

—Sí.

—¿Me vas a declarar la guerra?

—Si es lo que tengo que hacer para terminar con tu legado y salvar a todas las personas de Cyndor. Lo haré. Porque desde que llegué y Freya me contó sus planes, una parte de mí supo que todo se acabaría reduciendo a esto, a una guerra, donde solo uno ganaría, y por eso me entrenaron tanto, para estar lista cuando este momento llegara.

—¿Moririas por gente que no es tuya?

—No moriré, pero si lo hago, será un eterno honor. No veo una manera mejor para terminar.

—En ese caso, está decidido, iremos a la guerra. Caroline.

—Antes dime como encontrar a mis amigos.

Él rió.

—Yo me encargaré de eso, en un abrir y cerrar de ojos estarás con ellos. O al menos, con los que siguen vivos...—se rió de una manera mezquina y muy cruel. 

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