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Ahí estaban...En medio de todos los cuerpos de los enemigos, procesando todavía que habían ganado, pero habían perdido a mucha gente para lograrlo.

—Entonces...¿Somos libres?—preguntó un guardia.

—Eso parece...—respondió Caroline.

—¿Y ahora qué?—preguntó William.

—No te entiendo—preguntó ella.

—¿Qué sera de ti ahora? No olvidé que este no es tu mundo.

Todos permanecieron mudos; nadie se animaba a expresarse ni a admitir la posibilidad de que, tal vez, también tendrían que separarse de Caroline. Ella ya había desempeñado su función en Cyndor, y a pesar de que ese pensamiento les causaba dolor, la realidad parecía aproximarse como una sombra ineludible. Cada uno evitó mirarse a los ojos, sabiendo lo que significaría una despedida tan definitiva.

—¿Quieres la verdad? Pues la verdad es que ni yo misma lo sé, no sé lo que va a pasar ahora conmigo, ni con nosotros.

—Sea lo que sea que pase yo te apoyare, y te repito que siempre estaré feliz de hacerte conocido en esta vida Caroline.

—Will...—ella lo miró con emoción al igual que a todos sus amigos.

—¿Un abrazo en grupo? Puede que sea el último—propuso Nira.

Se envolvieron en un abrazo con una calidez que parecía inundar cada esquina de sus corazones, un acto que inmediatamente les proporcionó un sentimiento de tranquilidad y satisfacción. En ese abrazo, en el que los cuerpos se fusionaban y las respiraciones se fusionaban, cada uno experimentó una intensa alegría, como si todos los instantes complicados y el esfuerzo hubieran tenido el valor de ser valiosos. A pesar de la ausencia de Irina, se sintieron completados, conscientes de que habían triunfado juntos y que la conexión que tenían era inquebrantable. Estaban tranquilos, con la seguridad de que, independientemente de lo que suceda, siempre tendrían un santuario en los demás.

Tras ese abrazo, una tenue brisa del viento se alzó, acariciando sus caras y llevando consigo el eco de sus carcajadas y suspiros de consuelo. En ese momento, observaron a Freya aproximarse desde las sombras, con sus pasos precisos y refinados. Su figura parecía desvanecerse con el viento, y su presencia emitía una tranquilidad que solo alguien con su sabiduría y experiencia podría poseer. Al pararse frente a ellos, los observó con una mirada serena y dulce, como si comprendiera, sin necesidad de palabras, todo lo que habían experimentado y lo que ese triunfo representaba para cada uno.

—Chicos—dijo para llamar su atención. —Gracias por lo que habéis conseguido hoy, gracias a vosotros el reino vuelve a ser libre, y ya no tenemos asuntos pendientes por los que preocuparnos, y todo gracias a vosotros. Pronto Cyndor volverá a estar vivo.

Todos enfocaron sus miradas hacia Caroline, que estaba en el corazón del grupo, circundada por aquellos que la habían seguido en este viaje. En un instante, nadie se expresó, permitiendo que el peso de todo lo experimentado se reflejara en sus ojos. Después, como si compartieran una reflexión en silencio, volvieron su mirada hacia Freya. Ella miraba a Caroline con una combinación de orgullo y entendimiento, como si descubriera en ella una fortaleza y resolución que solo se hallan después de haber superado grandes obstáculos.

—¿Qué hay de ella? Ella no pertenece realmente a este mundo...—preguntó Arion.

—Es verdad...Tú no perteneces a nuestro mundo Carol—se percató Nira.

—Lo lógico es que regrese—aportó Arion.

—¡No, ella se queda!—exclamó Nira abrazándola.

—¡Alto!—ordenó Freya.

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