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Mientras esperaban todos a que su amiga saliera notaron como el ambiente se calentaba más, los nuevos integrantes del grupo pensaron que era algo normal, ya que Caroline se estaba dando un baño, en cambio los miembros más antiguos, se empezaron a preocupar por su amiga.

-¿No creerás que ella...-preguntó preocupada Irina.

-Espero que no...- respondió William dirigiendo su mirada a la puerta.

-¿Debería preguntarle si está bien?- consultó Jackson por si podía ser de ayuda.

-Sería en vano, no te dirá la verdad- hizo una pausa. -O ni te responderá.

-¿Tú crees?-preguntó para asegurarse él.

William se levantó de la silla con las manos en las piernas. Caminó hacia la puerta del baño y tocó varias veces, pero no recibió respuesta.

-Carol, ¿estás bien?-preguntó, golpeando la puerta con un par de golpes rítmicos.

Caroline no respondió. Mientras la llamaba de nuevo, William golpeó repetidamente la puerta con más fuerza.

-¡¿Me estás escuchando? Caroline!- preguntó con inquietud en su voz.

La creciente fuerza con la que William tocaba a la puerta del baño hizo que Caroline se sintiera incómoda. Ella era consciente de que si no respondía, él comenzaría a hacerle más preguntas con preocupación.

-Carol, ¿estás bien?

Tomó aire, tratando de controlar la ansiedad que la invadía, sabiendo que cualquier palabra que dijera en ese momento podría provocar una conversación que no estaba lista para enfrentar.

-Sí, sí, tranquilo- mintió para tranquilizarlo, aunque ella mentía fatal y él sospechó un poco.

-En ese caso, ¿puedo entrar?

-No.

-Está bien...

William se dejó caer al suelo, con las manos en su cuello y la espalda contra la puerta, tratando de aliviar la ansiedad que comenzaba a invadirlo. Ella al sentir que William se recostaba contra la puerta, Caroline se hundió más en la bañera y se cubrió hasta el cuello con el agua caliente, como si el calor del agua pudiera protegerla del mundo exterior y de la presión que sentía por enfrentar a William.

Ambos permanecieron en silencio, cada uno atrapado en su inquietud, separados apenas por la delgada puerta del baño.

-Sé porque no me contestas ni me dices nada. No soy tonto. Lo estás haciendo otra vez, ¿verdad?

Al escuchar una vez más a William hablar, Caroline comenzó a llorar en silencio. Mientras el peso de la vergüenza la envolvía, las lágrimas caían. Sabía que sus acciones que intentaba ocultar eran hábitos profundamente arraigados que eran difíciles de abandonar, aunque la consumían por dentro.

Sintiendo la presión de la situación, la creciente culpa y la impotencia de no poder simplemente cambiar, se cubrió el rostro con las manos. Cada palabra que pronunciaba William, a pesar de su preocupación, solo le recordaba lo atrapada que estaba en su propia conducta.

-Venga, ábreme la puerta, por favor. Si no la abres tú, yo encontraré a manera de hacerlo.

Ella no le contestó.

William se acercó a Irina con urgencia en la mirada.

-Irina, ¿tienes una horquilla? Necesito abrir la puerta- le pidió, señalando la cerradura.

Irina, algo sorprendida, levantó una ceja pero rápidamente llevo una mano a su pelo.

-¿Una horquilla?- preguntó mientras sacaba una y se la entregaba-. Aquí tienes, pero, ¿sabes lo que haces?

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