𝟏𝟑| Grindelwald

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⋆˚࿔ʚ Grindelwald ɞ˚࿔⋆

Meredith y Jeshia estaban en la biblioteca de Hogwarts, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía el lugar. Los susurros de los estudiantes que pasaban de mesa en mesa eran como un murmullo lejano, casi irrelevante comparado con el crujido de las páginas que Meredith hojeaba con detenimiento.

—Creo que finalmente terminé con la tarea de Pociones —murmuró Jeshia—. Y aún así tengo que escribir la conclusión —contestó Jeshia, sin levantar la vista de su pergamino.


Meredith apenas prestaba atención a su amiga. Desde que comenzó su primer año en Hogwarts, una inquietud creciente había estado rondando su mente: su familia. Su padre, Severus Snape, siempre había sido un enigma para ella. Poco hablaba de su pasado y, cuando lo hacía, sus respuestas eran cortas y cortantes, dejando más preguntas que respuestas. Meredith había decidido que si no obtenía información de él, lo haría por su cuenta.

Deslizando los dedos por los lomos de los libros, Meredith buscó algo que le diera una pista sobre su linaje. Finalmente, encontró un volumen polvoriento titulado Grandes Magos Oscuros del Siglo XX. Abrió el libro con cautela, sintiendo cómo el papel rugoso se deslizaba entre sus manos. No tardó mucho en encontrar lo que buscaba.

Gellert Grindelwald.

El nombre la golpeó como un rayo. Las palabras danzaban frente a sus ojos mientras leía sobre uno de los magos más poderosos y temidos de la historia. No podía creer lo que estaba viendo: Grindelwald, el mago oscuro, el enemigo de Albus Dumbledore, era su , esa persona tan...era familia suya.

—¡Meredith, tu ojo! —gritó Jeshia, interrumpiendo sus pensamientos.

Meredith parpadeó, desconcertada.

—¿Qué...? —comenzó, pero fue entonces cuando notó una sensación extraña en su ojo derecho.


—Meredith, está... está sangrando—dijo con la voz temblorosa.

Meredith cerró los ojos con fuerza, intentando recuperar la compostura. Abrió los ojos de nuevo, y Jeshia la miró con ojos llenos de incertidumbre.

—¿Está bien ahora? —preguntó Meredith, su voz temblando ligeramente. Mientras limpiaba la sangre con su túnica.

—Sí, ya no está sangrando—aseguró Jeshia, aunque su tono denotaba que aún estaba asustada.

Meredith sintió una punzada de pánico. ¿Qué significaba eso? Sabía que había algo oscuro en su familia, pero nunca imaginó que lo llevaría tan literalmente en la sangre. Se apartó del libro, cerrándolo de golpe.

—No debería haber hecho esto —susurró para sí misma, sintiendo que un abismo se abría bajo sus pies.

—Meredith, ¿qué has encontrado? —preguntó Jeshia, mirando el libro cerrado con curiosidad.

Meredith vaciló. ¿Debía compartir esto con ella? A su amiga, ella siempre les contaba todo, pero esto era diferente. Esto era peligroso.

—No importa —respondió finalmente, tratando de sonreír—. Es solo un montón de historia antigua.

Pero en su interior, Meredith sabía que no era solo historia. Lo que había descubierto era mucho más que eso, y ahora debía enfrentarse a la realidad de que su linaje estaba teñido de oscuridad. Mientras salían de la biblioteca, las palabras de Grindelwald resonaban en su mente: «Por el bien mayor» Sin saberlo, había despertado algo en ella, algo que apenas comenzaba a comprender.

Jeshia tenía una mirada preocupada, pero no dijo nada más. Meredith apretó los labios, decidida. No permitiría que Jeshia estuviera involucrada en eso.

• • •

Meredith caminaba en silencio hacia el campo de Quidditch, siguiendo a la multitud de estudiantes emocionados. Era el primer partido de Harry, y aunque todos hablaban con entusiasmo sobre el esperado encuentro entre Gryffindor y Slytherin, Meredith no podía apartar sus pensamientos de la reciente revelación sobre su familia.

—¡Meredith, ven rápido! —gritó Jeshia desde adelante, agitando la mano para que se apresurara.

Meredith esbozó una sonrisa y aceleró el paso para alcanzarla. Sin embargo, su mente estaba atrapada en las oscuras páginas del libro que había leído está mañana. Gellert Grindelwald, había sido un mago oscuro que aterrorizó al mundo mágico. Y ahora, por primera vez, Meredith se preguntaba si el mal que corría por las venas de Grindelwald también la alcanzaba a ella.

—Estás muy callada hoy —observó Jeshia cuando finalmente llegaron a las gradas y se sentaron—. ¿Algo va mal?

—No, solo estoy... pensativa —murmuró Meredith, mirando hacia el campo, donde los jugadores de ambos equipos ya comenzaban a volar por el aire.

El rugido de la multitud al ver a Harry en su primera aparición como buscador de Gryffindor resonó en sus oídos, pero para Meredith, el sonido era lejano, como si estuviera bajo el agua. No podía dejar de pensar en su madre, una figura envuelta en un misterio tan profundo como el de su padre. ¿Había ella también compartido los ideales oscuros de Grindelwald?

Harry pasó volando a gran velocidad, y el estruendo de los gritos y vítores se intensificó. Meredith observó con admiración cómo el joven buscador se movía con destreza en su escoba, esquivando a los golpeadores de Slytherin y manteniendo la vista fija en la pequeña y escurridiza Snitch dorada.

«Se ve genial...muy genial» pensó ella viendo a Harry.

—¡Vamos, Harry! —gritó Jeshia, saltando de su asiento junto con los otros estudiantes de Gryffindor.

Meredith hizo lo mismo. ¿Qué pensaría su madre si supiera que Meredith había descubierto la verdad sobre su familia?

—¿Crees que mamá también era... mala? —la pregunta le vino a la mente de repente, y casi la dijo en voz alta. Afortunadamente, el rugido de la multitud ahogó sus palabras.

Mientras el juego continuaba, Meredith no podía evitar dejar de mirar a Harry, que estaba volando sobre su escoba, pero rápidamente bajo la mirada, no queriendo que la vieran mirando fijamente a Harry.

De pronto, un rugido ensordecedor sacudió las gradas. Meredith levantó la vista justo a tiempo para ver a Harry lanzarse en picado, directo hacia el suelo. La multitud contuvo el aliento, y por un momento, todo pareció detenerse, Meredith pudo olvidarse de sus pensamientos y sólo puedo volver observar a Harry.

Harry estiró la mano, y la Snitch quedó atrapada entre sus dedos. El campo estalló en vítores mientras Gryffindor celebraba su victoria.

Hermione y Jeshia saltaron de sus asientos, abrazándose y gritando de alegría. Meredith se unió a la celebración, ¡Gryfffindor había ganado!

Mientras se alejaban del campo, las voces de sus compañeros de casa llenaban el aire con risas y cánticos. Meredith sonrió ante las locuras de Jeshia.

𝐈 𝐀𝐦 𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 | Harry Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora