𝟏𝟎| Duelo trampa

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⋆˚࿔ʚ Duelo trampa  ɞ˚࿔⋆

No era la Señora Norris. Era Neville. Estaba enroscado en el suelo, medio dormido, pero se despertó súbitamente al oírlos.

—¡Gracias a Dios que me han encontrado! Hace horas que estoy aquí. No podía recordar el nuevo santo y seña para irme a la cama.

—No hables tan alto, Neville. El santo y seña es «hocico de cerdo», pero ahora no te servirá, porque la Señora Gorda se ha ido no sé dónde.

—¿Cómo está tu muñeca? —preguntó Harry.

—Bien —contestó Neville—. La señora Pomfrey me la arregló en un minuto.

—Bueno, mira, Neville, tenemos que ir a otro sitio. Nos veremos más tarde...

—¡No me dejen! —dijo Neville, tambaleándose—. No quiero quedarme aquí solo. El Barón Sanguinario ya ha pasado dos veces.

Ron miró su reloj y luego echó una mirada furiosa a Hermione, Meredith y Neville.

—Si nos atrapan por su culpa, no descansaré hasta aprender esa Maldición de los Demonios de la que nos habló Quirrell, y la utilizaré contra ustedes.

Hermione abrió la boca, tal vez para decir a Ron cómo utilizar la Maldición de los Demonios, pero Harry susurró que se callara y les hizo señas para que avanzaran.

Se deslizaron por pasillos iluminados por el claro de luna, que entraba por los altos ventanales. Tuvieron suerte. Subieron por una escalera hasta el tercer piso y entraron de puntillas en el salón de los trofeos.

Malfoy y Crabbe todavía no habían llegado. Las vitrinas con trofeos brillaban cuando las iluminaba la luz de la luna. Copas, escudos, bandejas y estatuas, oro y plata reluciendo en la oscuridad. Fueron bordeando las paredes, vigilando las puertas en cada extremo del salón. Harry empuñó su varita, por si Malfoy aparecía de golpe. Los minutos pasaban.

—Se está retrasando, tal vez se ha acobardado —susurró Ron.

—Es obvio que no vendra, es una trampa—Murmuró Meredith.

Entonces un ruido en la habitación de al lado los hizo saltar. Harry ya había levantado su varita cuando oyeron unas voces. No era Malfoy.

Era Filch, hablando con la Señora Norris. Aterrorizado, Harry gesticuló salvajemente para que los demás lo siguieran lo más rápido posible. Se escurrieron silenciosamente hacia la puerta más alejada de la sala.

—Olfatea por ahí, mi tesoro. Pueden estar escondidos en un rincón —dijo Filch—. ¡Tienen que estar en algún lado!—murmuró Filch, acercándose.

— ¡Por aquí! — señaló Harry a los otros y, aterrados, comenzaron a atravesar una larga galería llena de armaduras. Podían oír los pasos de Filch acercándose a ellos. Súbitamente, Neville dejó escapar un chillido de miedo y empezó a correr, tropezando y golpeándose contra una armadura mientras Meredith se aferraba a su brazo.

— ¡CORRED! — exclamó Harry. Los cuatro se lanzaron por la galería, sin mirar atrás. Pasaron por el quicio de una puerta y corrieron de un pasillo a otro, sin saber adónde iban. Finalmente, se metieron a través de un tapiz y encontraron un pasadizo oculto que los llevó cerca del aula de Encantamientos.

𝐈 𝐀𝐦 𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 | Harry Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora