𝟐𝟕| Casa de campo

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⋆˚࿔ʚ Casa de campo ɞ˚࿔⋆

La señora Weasley mandó a los chicos a desgnomizar el jardín, y Meredith no pudo evitar burlarse de ellos antes de quedarse en la cocina con Molly. Mientras los gemelos, Harry y Ron luchaban con los gnomos, la señora Weasley sacó una pila de libros y comenzó a mostrárselos a Meredith.

—Estos son los libros de Gilderoy Lockhart, un mago extraordinario —le dijo Molly con entusiasmo.

Meredith hojeó uno de los libros, pero su mente pronto comenzó a divagar. Aunque le gustaba la compañía de la señora Weasley, de repente deseó estar afuera con los chicos, aunque fuera peleando con gnomos.

Finalmente, con un poco de timidez, se acercó a Molly.

—Señora Weasley, ¿podría darme tinta, una pluma y una hoja? Quiero escribirle a mi padre para decirle que llegué sana y salva.

Molly sonrió cálidamente y le entregó los materiales.

—Por supuesto, querida. Siempre es bueno mantener a los padres tranquilos.

Meredith comenzó a escribir, concentrada en elegir las palabras adecuadas. De repente, sintió la mirada de Molly sobre ella. Levantó la vista y vio que la señora Weasley la observaba con una expresión suave.

—Tienes los ojos de tu padre —dijo Molly en un murmullo, mirándola con un toque de nostalgia.

Meredith parpadeó, sorprendida por el comentario. Bajó la vista, jugando con la pluma en sus manos, luego se la dió a Vanier, quién ya sabía a quién tenía que llevárselo.

—Mh, bueno... mi padre y yo somos un poco diferentes —respondió también en un murmullo, sintiéndose un poco incómoda.

—Oh, sí, querida —dijo Molly con una leve sonrisa—. Pero te pareces mucho a él... a Snape.

El silencio se instaló en la cocina. Meredith no supo qué responder. De repente, recordó algo que la distrajo.

—Los Diggory viven cerca, ¿verdad? —preguntó, tratando de cambiar de tema.

—Sí, cariño —respondió Molly con dulzura—. Están a solo un corto paseo de aquí.

Meredith sintió un impulso repentino de ver a su amiga.

—¿Puedo ir? Necesito ver a mi amiga.

La idea de pedir permiso se le hizo extraña. Con Snape, no solía preguntar; simplemente se iba. Pero algo en la amabilidad de la señora Weasley la hizo sentir diferente.

Molly sonrió, entendiendo más de lo que Meredith decía.

—Por supuesto, cielo. Puedo acompañarte, si quieres.

Meredith agachó la cabeza, sintiendo una mezcla de emociones que no estaba acostumbrada a manejar. Nadie jamás se ofrecía a acompañarla cuando salía. Menos aún su padre.

—Sí... —murmuró, sorprendida por lo bien que se sentía la idea de no ir sola.

De pronto, la puerta de la casa se abrió y el señor Weasley entró. Meredith vio cómo los chicos volvían corriendo hacia la cocina, riendo y hablando en voz baja entre ellos. Ella decidió apartarse del bullicio y agarró uno de los libros de Lockhart, sentándose en el sofá para intentar distraerse. Pero mientras intentaba concentrarse en la lectura, no podía evitar sentir que algo en el libro no cuadraba. La sonrisa perfecta de Lockhart, las historias exageradas... todo le parecía falso y superficial.

De repente, un grito resonó en la casa, haciéndola saltar y soltar el libro.

—¡¿CÓMO COCHES, POR EJEMPLO?! —gritó la señora Weasley, su voz llenando cada rincón de la casa.

𝐈 𝐀𝐦 𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 | Harry Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora