⋆˚࿔ʚ Atrapados ɞ˚࿔⋆Habrían sentido pena por Hagrid cuando llegó el momento de la despedida, si no hubieran estado tan preocupados por lo que tenían que hacer. Era una noche oscura y llena de nubes y llegaron un poquito tarde a la cabaña, porque tuvieron que esperar a que Peeves saliera del vestíbulo, donde jugaba al tenis contra las paredes.
Hagrid tenía a Norberto listo y encerrado en una gran jaula.
—Tiene muchas ratas y algo de brandy para el viaje—dijo con voz amable—. Y le he puesto su osito de peluche por si se siente solo.
—¡Adiós, Norberto! —sollozó Hagrid mientras Harry, Hermione y Meredith cubrían la jaula con la capa invisible y se metían dentro ellos también—.¡Mamá nunca te olvidará!
Meredith tenía cuidado en cargar la jaula junto a Harry y Hermione, de vez en cuando el dragón se movía mucho.
Cómo se las arreglaron para llevar la jaula hasta la torre del castillo fue algo que nunca supieron. Era casi medianoche cuando trasladaron la jaula de Norberto por las escaleras de mármol del castillo y siguieron por pasillos oscuros. Subieron una escalera, luego otra... Ni siquiera uno de los atajos de Harry hizo el trabajo más fácil.
—¡Ya casi hemos llegado!—resopló Harry mientras alcanzaban el pasillo que había bajo la torre más alta. Entonces, un súbito movimiento por encima de ellos casi les hizo soltar la jaula. Olvidando que eran invisibles, se encogieron en las sombras, contemplando las siluetas oscuras de dos personas que discutían a unos tres metros de ellos. Una lámpara brilló y Meredith soltó una risita baja.
La profesora McGonagall, con una bata de tejido escocés y una redecilla en el pelo, tenía sujeto a Malfoy por la oreja.
—¡Castigado!—gritaba—. ¡Y veinte puntos menos para Slytherin! Vagando en plena noche... ¿Cómo te atreves...?
—Usted no lo entiende, profesora, Harry Potter vendrá. ¡Y con un dragón!
—¡Qué absurda tontería! ¿Cómo te atreves a decir esas mentiras? Vamos... ¡Hablaré de ti con el profesor Snape, Malfoy!
Después de aquello, la escalera de caracol hacia la torre más alta les pareció lo más fácil del mundo. Hasta que salieron al frío aire de la noche no se quitaron la capa, felices de poder respirar bien. Hermione dio una especie de brinco.
—¡Malfoy está castigado! ¡Podría ponerme a cantar!
—Sería genial ver eso—Meredith se tapó la boca, tratando de no reír.
—No lo hagas—la previno Harry.
Riéndose de Malfoy, esperaron, con Norberto moviéndose en su jaula. Diez minutos más tarde, cuatro escobas aterrizaron en la oscuridad.
Los amigos de Charlie eran muy simpáticos. Enseñaron a Harry y Hermione los arneses que habían preparado para poder suspender a Norberto entre ellos. Todos ayudaron a colocar al dragón para que estuviera muy seguro, y luego Harry, Meredith y Hermione les estrecharon las manos y les dieron las gracias.
Por fin. Norberto se iba... se iba... se había ido.
Meredith sintió un alivio, de nuevo su vida se volvería media normal.
Bajaron rápidamente por la escalera de caracol, con los corazones tan libres como sus manos, que ya no llevaban la jaula con Norberto. Sin el dragón, y con Malfoy castigado, ¿qué podía estropear su felicidad?
La respuesta los esperaba al pie de la escalera. Cuando llegaron al pasillo, el rostro de Filch salió súbitamente de la oscuridad.
—Lo que faltaba...
Habían dejado la capa invisible en la azotea de la torre.
• • •
Filch los llevó al despacho de la profesora McGonagall, en el primer piso, donde se sentaron a esperar sin decir una palabra. Hermione temblaba. Meredith estaba asustada, tal vez la profesora McGonagall ya le había dicho a su padre; se mordió la uña nerviosa, le tomó la mano a sus amigos para no sentirse nerviosa, pero no funcionó. Harry estaba inmerso en sus pensamientos. Meredith no podía imaginar cómo iban a librarse del problema aquella vez. Estaban atrapados. ¿Cómo podían haber sido tan estúpidos para olvidar la capa? No había razón en el mundo para que la profesora McGonagall aceptara que habían estado vagando durante la noche, por no mencionar que habían pisado la torre más alta de Astronomía, que estaba prohibida salvo para las clases. Si añadían a todo eso a Norberto y la capa invisible, ya podían empezar a hacer las maletas.
La profesora McGonagall apareció, llevando a Neville.
—¡Harry! —estalló Neville en cuanto los vio—. Estaba tratando de encontrarte para prevenirte, oí que Malfoy decía que iba a atraparte, dijo que tenías un drag...
Harry negó violentamente con la cabeza para que Neville no hablara más, pero la profesora McGonagall lo vio. Lo miró como si echara fuego, igual que Norberto, y se irguió, amenazadora, sobre los cuatro.
—Nunca lo habría creído de ninguno de ustedes. El señor Filch dice que estaban en la torre de Astronomía. Es la una de la madrugada. Quiero una explicación.
Ésa fue la primera vez que Hermione no pudo contestar a una pregunta de un profesor. Miraba fijamente sus zapatillas, tan rígida como una estatua. Meredith iba a decir que ellos querían hacer una pijamada y fueron por comida a la cocina, pero se perdieron, pero se calló al ver que era patético.
—Creo que sé lo que ha sucedido —dijo la profesora McGonagall—. No hace falta ser un genio para descubrirlo. Te inventaste una historia sobre un dragón para que Draco Malfoy saliera de la cama y se metiera en líos. Te he atrapado. Supongo que te habrá parecido divertido que Longbottom oyera la historia y también la creyera, ¿no?
Meredith hizo una mueca por la gran imaginación que tenía la profesora McGonagall. Tenía ganas de decirle la verdad para que viera que Harry no hizo eso, pero se mantuvo callada.
—Estoy disgustada —dijo la profesora McGonagall—. Cuatro alumnos fuera de la cama en una noche. ¡Nunca había oído una cosa así! Tú, señorita Granger... pensaba que tenías más sentido común. Usted, señorita Grindelwald... —La profesora no dijo nada y suspiró—. Y en cuanto a ti, Potter... creía que Gryffindor significaba más para ti. Los cuatro sufrirán castigos... Sí, tú también, Longbottom. Nada te da derecho a pasearte por el colegio durante la noche, especialmente en estos días: es muy peligroso, y se les descontarán cincuenta puntos de Gryffindor.
—¿Cincuenta? —resopló Harry.
Meredith nunca había deseado tanto callar a Harry. Siempre era Hermione con sus libros, pero esta vez era Harry. Lo miró con enojo.
—Cincuenta puntos cada uno —dijo la profesora McGonagall, resoplando a través de su nariz puntiaguda.
—Profesora... por favor...
Meredith rodó los ojos molesta. Ahora eran cincuenta puntos por cada uno.
—Usted... usted no...
—No me digas lo que puedo o no puedo hacer, Potter. Ahora, volved a la cama, todos. Nunca me había sentido tan avergonzada de unos alumnos de Gryffindor.
Ciento cincuenta puntos perdidos. Eso situaba a Gryffindor en el último lugar. En una noche, habían acabado con cualquier posibilidad de que Gryffindor ganara la Copa de las Casas. Pero por lo menos ya no tenían a Norberto, ¿no?
ESTÁS LEYENDO
𝐈 𝐀𝐦 𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 | Harry Potter.
Fantasy✰: I Am Meredith Black ¿Qué pasaría si Sirius Black tuviera una hija, descendiente de Grindelwald por parte de madre, pero adoptada por Severus Snape? ➜Meredith, una joven bruja en Hogwarts, crece sin conocer su verdadero origen, solo bajo la seve...