𝟐𝟓| Veinticinco | acto 2

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Harry Potter y la cámara secreta

⋆˚࿔ʚ Veinticinco ɞ˚࿔⋆

Meredith estaba abrumada. No había podido ver a Harry en toda la semana debido a las visitas constantes a la mansión Malfoy. Esta semana, Meredith había ido varias veces a casa de Draco, donde hablaban y discutían sobre las casas de Hogwarts. En un arrebato de orgullo Gryffindor, Meredith había colgado banderas de su casa en la habitación de Draco, logrando que él la persiguiera por toda la mansión mientras sus padres conversaban. A pesar de todo lo que había pasado en Hogwarts, no podía cambiar el hecho de que eran amigos, aunque Meredith tuvo que aguantarse las ganas de patearlo varias veces.

—¿Otra vez? —dijo Meredith, visiblemente aburrida.

—Sí, prepárate —respondió Snape sin inmutarse.

—¿Puedo invitar a alguien? —preguntó Meredith, con un destello de esperanza.

—No.

—¡Vamos, papá! Solo a Jeshia, por favor —Meredith se acercó a él, suplicando con las manos.

Snape la miró con una mezcla de resignación y molestia. Después de un suspiro profundo, murmuró:

—Agh, ya...

Meredith tomó eso como un «sí» y corrió hacia su habitación para enviarle un búho a Jeshia. Sabía que no podría aguantar a Draco sola. Faltaban días para partir hacia la mansión Malfoy, así que esperó pacientemente la respuesta de su amiga.

—¡Voy a salir! —gritó Meredith al salir corriendo y cerrando la puerta principal, sin esperar una respuesta.

Caminó por la acera, observando a los vecinos limpiando sus jardines o leyendo el periódico. Siguió caminando hasta llegar a «Privet Drive, número 4». Dudó mucho antes de tocar; no quería causar problemas a Harry, especialmente si Vernon estaba en casa. Se contuvo y siguió caminando hacia el parque, sin dejar de mirar hacia la casa de los Dursley. Harry no había respondido a sus cartas. Le había enviado al menos veinticinco con Vanier, más de las que quería admitir. Trató de ignorar sus pensamientos, pero la preocupación la invadía.

«¿Estará bien? ¿Dudley le habrá hecho algo? Lo voy a morder si es así. Cuídate, Dudley, que no somos amigos», pensó Meredith.

Al día siguiente, esperó cerca de la casa «Privet Drive, número 3», con la esperanza de que Harry saliera, aunque fuera solo un momento. Pero nada. Era una mañana perfecta para salir, pero Harry ni asomaba.

«¡Por Merlín! ¿Dónde estás? ¡Ni siquiera Hedwig!».

Meredith se sentó en el césped del parque, sin poder creer que estaba esperando a alguien afuera de su casa. Negó con la cabeza y se levantó para irse, pero se quedó en su lugar al escuchar gritos provenientes de la casa de los Dursley. Se puso alerta y se acercó, pero cuando se encontró demasiado cerca, los nervios la vencieron y se alejó. Aplastó la carta de cumpleaños que tenía en la mano y la tiró a un lado mientras caminaba de vuelta a su casa. Se sentía frustrada consigo misma por no haber tenido el valor de desearle un feliz cumpleaños a Harry. Pero Meredith no era de las que se rendían fácilmente. Decidida, se coló por el patio trasero de los Dursley, con el corazón latiendo a mil por hora. Casi soltó un grito al ver a alguien sentado en una banca.

𝐈 𝐀𝐦 𝐌𝐞𝐫𝐞𝐝𝐢𝐭𝐡 𝐁𝐥𝐚𝐜𝐤 | Harry Potter.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora