|CAPITULO 43|

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Se puede amar y odiar con la misma intensidad

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Se puede amar y odiar con la misma intensidad.
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Nos quedamos de pie un segundo en la entrada. Me gire hacía el notando sus nervios.

Vestía formal con pantalones y zapatos negros con una camisa blanca de botones a rayas azules, a juego con una corbata azul oscuro.

Movió la cabeza haciendo que sus huesos tronaran.

—¿Estabas bien?— lo tome del brazo colocándome frente a el.

—Amo ver a mis padres. Solo que, detesto venir aqui— bufo girando la cabeza a la puerta de la casa.

Talvez el desprecio de los Song lo marco tanto.

Me imagino a Jun pequeño sin poder poner un pie dentro de esa casa. Crecio con Ha-neul o ¿Acaso tampoco podía acercarse a ella?

Tome su mano abrazando sus dedos, apretando los labios. Necesita un poco de confianza. La casa de sus padres no era la casa de los moustros, era la de a lado.

Se inclino dandome un corto beso.

—Gracias por no dejarme venir solo.

Avanzo llevándome con el, lo detuve del brazo.

—Espera— salte llamando su atención. Pase el pulgar sobre sus labios quitando residuos de labial.

«listo— dije abriendo los ojos como platos.

Sonrió mordiendose la boca.

Dejamos nuestros zapatos en la entrada.

—Ulineun jib-e iss-eoyo (Estamos en casa)— anuncio Jun entrando a la sala.

—Llegaron— nos recibió su padre. Su hijo lo saludo con el puño cuando paso a su lado— hacía tiempo que no nos veíamos. Gracias por venir— se dirigió a mi.

—Gracias por invitarme— alce los hombros.

—A nae jag-eun ppololo (Oh, mi pequeño Pororo)—escuche la voz de su madre desde la cocina. Su hijo no dudo en abrazarla. Se veía tan pequeña en sus brazos.

—Eomma saeng-il chughahae (Feliz cumpleaños mamá).

Sonrió acariciando su mejilla tiernamente hasta que sus ojos se desviaron hacia mi.

—Dangsin-i wassseubnida (Has venido)— sonrio acercándose. Entrelace las manos nerviosa. Sabía que sería incómodo darle un abrazo.

—Saeng-il chughahaeyo (Feliz cumpleaños)— dije devolviendo la sonrisa.

Abrió los brazos deteniendose frente a mi.

—Oda. Olaen sigan-i jinaja poong-eun deo isang na-ege bukkeuleobji anhge doeeossseubnida. (Ven. Después de tanto tiempo ya no me son vergonzosos los abrazos).

Me acerque algo insegura hasta que me rodeo con sus brazos.

Por un segundo el dolor inundó mi corazon. ¿Así se sentía un abrazo de madre? ¿Cálido, y reconfortante? Capaz de calmar los mayores miedos. De hacer sentir que alguien en la faz de la tierra te amaba incondicionalmente.

Nunca Digas NuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora