|CAPITULO 42|

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Quiero ser feliz ×××

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Quiero ser feliz
×××

La tenue luz de la mañana me terminó de despertar. Tan cálida y suave. Como un abrazo.

Me acomode a un costado visualizando la silueta de Jun durmiendo boca abajo. Los pocos rayos que atravesaban las cortinas caían sobre la piel de su espalda.

Una sonrisa salió de mis labios al recordar cómo habíamos batallado con uno de los botones del overol que vestía.

Deslice mis dedos sobre su piel recorriendo las líneas de la columna hasta llegar a su nuca. Los lunares en su espalda eran tan lindos.

—Mmm— murmuro en voz ronca reaccionando a mi tacto— ¿Como pretendes hacer eso y no despertarme?— Se deslizó sobre la sábana abrazadome de la cintura hasta hundir el rostro en mi pecho.

Me sentí congelada ante su gesto.

Pero siendo sincera conmigo misma, me gustaba el calor que emanaba su cuerpo. La forma en que se acoplaba.

—¿Como definirías esto?— suspiré enredando mis dedos entre su cabello, como si de un gatito se tratara.

—Como algo delicioso.

Mis ojos se abrieron como platos avergonzada. Lo despegue de mi.

«Hueles deliciosamente a durazno Honi. Tanto que me da ganas de volver a...— comenzó a besar mi pecho atravez de la tela haciendome cosquillas

—¡Jun!— ladre intentando parecer firme, pero la risa me gano haciéndome perder cualquier intento.

—¿Podría..?— alzo una ceja quedando a mi altura.

—No, estás loco— recorrí la comisura de su boca con mis dedos jugando con el.

Se abalanzó sobre mi cubriendo mis labios con su aliento. Tan intenso y delicado. Como si fuera a romperme. Siempre tan diferente.

Sus manos se fueron directamente sobre la tela que me cubría haciendola a un lado.

Intenté detenerlo.

—Ani, nan hago sipji anh-a (No, no quiero)— suplico sobre mi boca.

—Gano el baño primero— dije dándole un último beso antes de alejarme lo más rápido de el.

—Sigues siendo injusta— lo escuché quejarse antes de salir de la habitación.

No pude evitar sonreír de satisfacción detrás de la puerta. Había tomado el control por un segundo. Sacudí las manos calmando lo acalorada que me sentía.

Nunca Digas NuncaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora