El viaje fue espectacular para ambos.
Dios, ninguno de los dos se la había pasado tan bien en tantísimo tiempo.
Después de desembarcar sin ningún problema y pasarse al hotel para dejar su pequeño equipaje, todo había pasado demasiado rápido.
Ámbar, tiempo más tarde, tan solo recordará la risa de Nicolás, el sabor a helado de vainilla en la boca y mariposas por todas partes.
Nicolás, tiempo más tarde también, tan solo recordará la sonrisa de Ámbar, el sabor a helado de chocolate en la boca y paz por todas partes.
Una quiso extender ese tiempo lo más posible y el otro sabía, muy a su pesar, que eso no sería posible.
Cuando se despidieron y cada uno volvió a su casa, tenían la extraña sensación de que no volverían a compartir una sonrisa nunca más.
Cuánta razón tenían.
Lo primero que hizo Ámbar al llegar a casa fue gritar el nombre de su hermano mientras se quitaba los zapatos en la entrada, pero no obtuvo ninguna respuesta.
Le había mandado un mensaje hace unas horas de que iba a volver, recordó.
Sacó el móvil y lo revisó.
La última vez en conectarse fue ayer a las nueve de la noche.
¿Dónde estaba? ¿Dónde se había metido?
Ámbar deambuló por la casa, todavía arrastrando la maleta, inquieta.
Quiso ir al salón para ver si su hermano estaba durmiendo en el sofá o algo así, pero el inquietante goteo que producía el grifo de la cocina le estaba molestando.
Dejó la maleta en el pasillo y se fue trotando a la cocina. Cerró bien el grifo y, es allí, donde se mancha los pies con sangre.
Fuera, no se escuchaba ni a los pájaros. Dentro, hasta la respiración de Ámbar dejó de escuchase.
Siguió el rastro de sangre, con los labios más blancos que las paredes y los nervios a flor de piel, hasta llegó al salón y allí, leyó en sangre: "Un hermano por otro hermano".
Chilló del susto y tuvo que apoyarse en la pared para no perder totalmente el equilibrio.
Todo estaba lleno de sangre. Literalmente todo.
Incluso olía a sangre y no sabía cómo había sido capaz de no oler nada.
Sacó el móvil, con los ojos ahogados en lágrimas y le marcó a Lucas.
Habían secuestrado a su hermano.
¿Quién? Seguramente Saray.
Y aunque lo más sensato sería avisar a la policía, Ámbar no podía.
Ahora lo empezaba a ver todo claro.
Por eso Nicolás había aceptado irse con ella. Para distraerla. Para mantenerla ocupada mientras su maldita hermana secuestraba a su hermano y lo mataba.
Apretó los ojos con fuerza y alejó ese pensamiento de su cabeza.
No.
Marcos no podía estar muerto.
Lucas era el único que podía ayudarle. Él era el único capaz de matar con ella en ese momento.
Lucas tardó en contestar, peo cuando lo hizo, soltó un "Ahora vengo" rápido ante la desesperación que emitía la voz de Ámbar.
No tardó en llegar a la casa de Ámbar. Ámbar ni siquiera quiso saber cómo sabía dónde vivía porque esa era la menor de sus preocupaciones.
Le explicó a Lucas todo y él asentía en silencio.
—Necesito que me ayudes a encontrarle—dijo finalmente.
Lucas sonrió cínicamente.
—¿Por qué sonríes?—le preguntó, mientras se limpiaba las lágrimas y le miraba con el entrecejo fruncido.
—Porque, Ámbar, querida, eres estúpida.
—¿Qué?
—¿De todas las personas que podrían ayudarte me escoges a mí? ¿Acaso no te das cuenta de la terrible decisión que has tomado?
—¿Qué quieres decir? ¿No me ayudarás?
—¿A encontrar a tu hermano? No, no creo. ¿A entregarte? Sí, me parece una mejor idea.
—¿Entregarme? ¿Por qué? ¡Yo no he matado a mi hermano!
—¿Por qué?—preguntó irónico—. Porque me ibas a entregar a mí, traidora.
Ámbar empezó a negar con la cabeza.
—No, yo no...
Lucas le pegó una bofetada.
—Te he escuchado. Saray y yo te hemos escuchado—Se corrigió—. Eres una maldita traidora y no te mereces vivir.
—Lucas, por favor...
—Me da igual tu vida, Ámbar. Hubo un momento en el que tú me importabas. ¿Y cómo me lo pagas? Intentando montarme una trampa. Buen movimiento, pero yo soy mucho más listo que tú.
—Lucas, por favor. Podemos hablarlo. Tan solo ayúdame a reunirme con Marcos.
—Claro. En el juicio puede que os veáis. Ya sabes, tú acusada de asesinato y él de cómplice. Seguro que con tu dinero seréis capaces de reencontraros dentro de... No sé, depende de cuánto dinero le del al juzgado.
—Lucas, por favor. Necesito a Marcos vivo.
—Claro que sí. Tú pide, Ámbar. Reza si quieres. Pero no conseguirás ver a tu hermano con vida a menos que te entregues.
Ámbar tragó saliva. No le gustaba la situación.
—Podemos negociarlo...
—No. Ya sabes qué hacer—Se dio la vuelta y habló dándole la espalda—. Tienes tres horas antes de que tu hermano finalmente muera desangrado. Y, por cierto—Añadió—: Ya le he enviado todas las pruebas al hermano de Saray. Entrégate o vendrás a por ti.
La ira cegó a Ámbar, que se levantó y lo persiguió con pasos decididos. Le dio un empujón que no se esperaba y cuando se daba la vuelta para enfrentarse a ella, Dios quiso que se resbalara, se cayera y se matara de golpe.
Fue una muerte merecida.
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La Verdadera Inspiración De Ámbar
JugendliteraturA Ámbar la conoce todo el mundo y todos susurran su nombre cuando la ven. Todos leen lo que ella escribe y todos quieren saber de qué tratará su siguiente libro. El problema es que Ámbar no sabe sobre qué escribir, y lo único que se le ocurre hacer...