𝐒𝐀𝐍𝐆𝐑𝐄 𝐃𝐄 𝐂𝐀𝐙𝐀

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Como respirar en la superficie ventosa después de minutos bajo las olas furiosas del mar, mi energía vuelve a correr con libertad por mi cuerpo. Llega a su nivel máximo y explota en mi pecho hasta cubrir cada rincón, cada herida abierta, cada escalofrío y cada debilidad expuesta.

Me sostengo del marco de la puerta y lleno mis pulmones de oxigeno mezclado con olor a hierba chamuscada, troncos quemados y cenizas desparramadas. Subo la mirada. Enfrente tengo metros y metros de bosque que se extiende en un terreno plano y nevado.

Veo a Ryan volando en picada a una buena distancia y a Sterling persiguiéndolo de atrás. Si Jasper y Melanie se encargarán de los dragones del cobertizo, es mi deber brindarle ayuda a Ryan, al menos hasta que Pierre pueda liberarse y unirse a nosotros.

Dejo escapar la capa de poder que me envuelve en las transformaciones y las alas blancuzcas saltan y se extienden sobre mi espalda, desgarrando la parte trasera de la camiseta. Es placentero, sumamente placentero y satisfactorio volver a sentir a mi dragón fusionado conmigo.

Sin perder un segundo más, doy un salto, agito mis alas y vuelo en dirección a Sterling. Esquivo un par de árboles secos de troncos gruesos y viejos antes de toparme con una barrera de fuego inmensa. Cuando digo «inmensa», me refiero a casi tres metros de alto, y larga, tan larga que al parecer rodea en un círculo la edificación.

Estamos encerrados.

Me atrevo a subir para pasar por encima y continuar camino, cuando Melanie se roba mi atención al salir por un agujero del techo del cobertizo con Gigi a pocos centímetros de capturarla. Al mismo tiempo Colin se escabulle por la puerta de salida a velocidades imparables.

Viene solo, por mí. A por el Ónix.

Pego mi espalda al primer tronco musgoso que me encuentro y espero hasta que pasa volando a mi izquierda sin mirar atrás, pero si chequeando todos los rincones que tiene por delante. Aprieto el Ónix de Pierre contra la palma de mi mano y mantengo los ojos fijos en el fuego rojizo que flamea con el viento frío.

Pierre está adentro.

No será capaz de atravesar las llamas crecientes sin alas si encarcelan el panorama a la redonda. Son demasiado altas para que pueda pasar al otro lado. Por el ritmo que llevan, puedo imaginar que consumirán las paredes en poco más de diez minutos.

Aunque solo tenga en la mira a Sterling y Ryan forcejeando a lo lejos, aunque deteste la idea de volver adentro de ese asqueroso cobertizo que ha presenciado mis alaridos más profundos, me voleo y cruzo el espacio que me había alejado para...

Mierda.

Me encuentro de frente con mechones rubios y alas negras como las noches sin luna. Freno y me impulso hacia arriba antes de que Colin se estampe contra mí. ¿Cómo es posible que haya sido tan sigiloso? Lo vi dejarme atrás tal que un lobo que perdió el rastro de sus ovejas.

Subo, subo y subo, y decido adentrarme por el mismo hueco roto por el que Melanie salió. Es estrecho, deforme, y cierro los ojos cuando pego los brazos a mi torso, junto las piernas y alas y entro de un giro al interior del cobertizo. Tengo que asegurarme de darle la posibilidad a Pierre de escapar aunque eso incluya enfrentarme a Colin o salvarme de sus garras filosas.

Pierre se encuentra fuera de la celda en medio de una recarga de armas junto a Jasper. Toman todas las que pueden y caben en los cinturones de la colección de Sterling, y se vuelven en mi dirección de un respingo. Avanzo a tanta velocidad que apenas les lanzo una mirada.

—¡Te alcanzo, chica que en un mundo dragón se muere sin su pobre collar! —grita Colin, alargando la mano y rozándome con la punta de los dedos el tobillo.

EFÍMERO PRAGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora