Los mensajes de mamá hacen que el celular en mi bolsillo se sienta como un kilo de piedras o una bomba titilando. Es mi tercer día fuera de Toronto, el primer día que mamá me llena de mensajes y llamadas que por supuesto ignoro.
Me da un vuelco en el estómago al leer la barra de notificaciones. El primer llamado fue ayer en la noche mientras cenábamos en la Estancia Drákon. Hay dos mensajes de ayer en la mañana. «¿Estas en la casa de tus amigos, ¿no?», dice uno. «Si llegas tarde, pasa a comprar unas hamburguesas antes», completa el segundo. Bueno, en casa de mis amigos sí estoy, en eso no se equivoca, pero no con los que ella cree. Aunque no sé a quienes se imagina, si amigos fue lo que menos conservé estos últimos meses en Toronto.
En los siguientes mensajes sigue preguntándome cuándo volveré y por qué no me digno a contestar, que si Oliver está conmigo, que si todo va bien. Empiezo a notar su preocupación en aumento hasta que una cadena de llamadas perdidas se adueña de las notificaciones. «Bridget Wilson, esto no da ninguna gracia», menciona. «No me obligues a llamar a tu papá», escribe el último.
Y ahí la cosa acaba. Sin embargo, no sé cuánto tiempo más quedará así. Debo confesarle, tarde o temprano, que estoy aquí, viva. Me la imagino con el mismo arrebato que tiene la abuela Mar llamando a la policía y armando una búsqueda con mi nombre en las noticias de todo Canadá.
Además, Amber pregunta si un camión me piso, me convertí en una momia o me tragó una alcantarilla. Y se retracta con un: «si eso te hubiese pasado, no me responderías, claro», «tal vez desde el otro lado».
Apago la pantalla y guardo el celular de nuevo en mi bolsillo. Lo que sea que vaya a hacer por mamá y para mamá, no es asunto de hoy. No cuando estoy a pocos metros de entrar en la biblioteca, de posiblemente conocer a Sterling, de rencontrarme con toda esa gente de miradas sobradoras.
Melanie me da un empujón con su hombro cuando pasa a mi lado cantando «Lover» de Taylor Swift. Desde que salimos de la mansión caminando hacia el bosque que no deja de tatarear o contarle a Gigi sobre sus álbumes favoritos. Encontró a quien torturar esta vez.
—Yo voy adelante —chilla la chica y se ríe como una ardilla—. Quiero ver la cara de todos ahí adentro.
—La noticia de la semana —exclama Jasper, imitando la voz de un periodista de televisión, antes de abrir la puerta de entrada y cedernos el paso—. La vuelta de Bridget Wilson crea escándalo.
—Procuremos que no —contesto seguido de una exhalación.
Doy un paso adentro, detrás de Ryan, y vuelvo a estar plantada en el piso de la biblioteca del bosque, entre estanterías repletas de libros, mesas de madera, sofás y sillones, y una buena cantidad de chicos y chicas en sus típicas fiestas improvisadas. Hay bastante más gente de la que imaginé.
El volumen baja, las miradas poco discretas se clavan en nosotros y el ambiente se vuelve tan frágil como para cortarlo con un cuchillo.
—¿Sabían que vendríamos? —le susurro a Pierre casi sin gesticular cuando llega a mi lado. Oliver se esconde entre mis piernas, alerta.
—Puede ser. Aquí lo saben todo.
Melanie y Ryan van adelante, yo me concentro en caminar hasta el conjunto de sofás vacíos que ellos escogieron sin mirar a ningún par de ojos para no darles la libertad de comerme.
Siento que le doy un tirón a la correa de Oliver, y me vuelvo hacia él. Ancló sus patas al suelo, levantó las orejas y muestra los dientes a mi izquierda. Hay una sola razón que lleva a mi perro a actuar como si fuese un depredador nato, un único sujeto le descarrila la paciencia.
Con que están aquí.
Gigi pasa a mi lado. Yo me mantengo observando la madera debajo de mis pies unos segundos, moviéndome lento; sin embargo, un imán tira de mi intriga. Siento sus ojos azules clavados a mi perfil. Me permito levantar la cabeza y buscar a la persona a la que Oli le dedica los gruñidos. Entonces lo veo.
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EFÍMERO PRAGMA
خيال (فانتازيا)Posterior a abandonar un alma capaz de hacerla brillar, la calidez de sonrisas que acompañan y un pueblo oscuro y sigiloso que se convirtió en el significado de la palabra "hogar", Bridget Wilson transcurre sus días sumergida en recuerdos, nostalgia...