𝐄𝐒𝐏𝐈𝐍𝐀𝐒

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Me freno de golpe y retrocedo los pocos pasos que di sin soltar la mano de Pierre. Más bien lo estrujo como pregunta y él me devuelve el gesto. Estamos rodeados de fuego, cenizas y olor a chamuscado que se intensifica cuando las llamas se extienden cada vez más adentro del bosque.

Le doy un vistazo a nuestro alrededor, más allá del fuego que nos encierra. Este no es un camino por el que hayamos pasado antes, incluso Melanie, Jasper y Ryan ni siquiera están a la vista. Entre la charla que nos mantuvo entretenidos de la mismísima Georgina y la tensión inadecuada que se había creado, dejamos de prestar atención a dónde poníamos nuestros pies y dónde estos nos llevaban.

—Ay, quiten esa cara de espanto —dice Sterling y cierra sus manos de garras largas para apagar las llamas que florecen de sus palmas—. Se ven muy bonitos así, aterrados, temiéndome; pero guárdenselo para más tarde. Les va a hacer algo de falta.

—¿Qué carajos haces aquí? —suelta Pierre entre dientes.

—Pregúntale a tu amiga. —Señala a Gigi en el otro extremo con la cabeza—. Tú, que la hubieses indagado mucho antes de que cometa el delito, pero que no lo hiciste por lo desubicado que te hicieron ver tus amiguitos a ti mismo. Tú, Pierre Crawford, pregúntale a Gi qué ha hecho.

—Siéntete importante —añade la nombrada—. Casi, muy en el fondo, estuviste a punto de cagarlo todo con tu intuición de mierda. Así que pregúntame qué he hecho, tienes el derecho.

Percibo como Pierre se tensa de pies a cabeza. Sin embargo, no puedo arrancar mis ojos de los de Gigi. Se me estruja el pecho, se araña hasta rajarse al presenciar a esa chica que se interpone en nuestra pasada. ¿Quién es? No es Gigi, borró sus sonrisas esplendidas, su ternura palpable, su brillo natural, y quebró la imagen para que un cuervo negro saliera de lo más profundo.

«¡No voy a cambiar de opinión! Esa chica da mala espina», retumba en mi cabeza. La discusión de Pierre y Jasper vuelve de mis recuerdos. Pierre lo sabía, todo este maldito tiempo tuvo razón sobre Georgina Hill, y lo único que hicimos fue creer miles de otras suposiciones con su nombre en la sección de «culpa». Culpa, él la tenía por ser tan horrible con Gigi cuando ella no había hecho nada para merecérselo.

Que no lo hiciera no significaba que no lo haría.

Sus risitas centellantes, sus palabras mágicas sobre Jasper, su comportamiento amoroso contra Melanie... ¿Qué hay de eso? Se me cierra la garganta y no soy capaz de soltar esos gritos en voz alta. Solo puedo mirarla un sinfín de minutos, ignorando los odiosos comentarios que Sterling escupe a mi espalda.

—Vamos... siempre tan lentos. Me da un poco de sueño cuando se trata de ustedes —alienta Sterling e imita un bostezo, aunque no me volteo.

En vez de eso, avanzo hacia Gigi. Con el corazón en un puño, su uniforme bañado en armas cobra sentido, que nadie más del grupo haya estado preparado para una mañana de entrenamiento tiene sentido, porque esta no se trataba de una mañana de entrenamiento.

Esto era un pacto.

Me detengo frente a ella y abro la boca para hablar, pero se adelanta. Sonríe de lado y empuja mi cuerpo sin estabilidad con ambas manos.

Caigo seco al suelo y me revuelco en la tierra. Escucho un gruñido de Pierre antes de que saque su daga y se abalanza sobre Sterling. Nada más que un paso en su dirección lo lleva a quedar dentro de un círculo de fuego.

—No, no, amor —dice Sterling—. No enloquezcas ahora.

Ambas chicas sueltan una risa burlona, mientras tanto levanto mi torso del suelo y palpo mi cinturón con sigilo hasta encontrar mi daga. La quito de la funda cuando Pierre lanza su bolso al otro lado del fuego y se transforma en un dragón dentro del círculo diminuto.

EFÍMERO PRAGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora