𝐃𝐄𝐌𝐎𝐍𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝐃𝐈𝐄𝐂𝐈𝐍𝐔𝐄𝐕𝐄

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Aterrizamos en la tierra húmeda y en un abrir y cerrar de ojos nuestros dragones se esconden en nuestro interior. La capa protectora que me rodea se succiona hacia adentro, llevándose mis alas y venas blancuzcas con ella.

Melanie se levanta del suelo con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Los bolsos están organizados a un costado ya, las carpas guardadas en sus envoltorios y el espacio en el mismo orden que estuvo ayer en la tarde, en cuanto nos decidimos a usarlo para pasar el descanso nocturno. Significa que están listos para continuar viaje.

Melanie toma una camisa de Pierre que no tengo idea de dónde sacó y se la lanza a cuatro metros de distancia para que le golpee en toda la cara.

—¡¿Por qué carajos les encanta desaparecerse de la nada?! —suelta y se apura en nuestra dirección mientras me coloco la camiseta que dejamos encima de las piedras y Pierre se encarga de la suya—. Abro los ojos, Brid no está en su bolsa de dormir. Salgo a chequear afuera, no hay señal de Brid. Resulta ser que Ryan tampoco encuentra a Pierre —enumera—. Tal vez un monstruo del bosque los captó, pero ¿quién sabe?

Pierre se ríe en silencio, lo que por supuesto hace estallar a Mel.

—¡¿Crees que me da gracia?! ¿Crees que haber levantado todo el campamento sin su ayuda da gracia? ¿Crees que no nos morimos de miedo por...?

Se detiene y frunce los labios.

—¿Por? —alienta Pierre.

—No seas idiota —murmura Melanie entre dientes, poniéndose de puntillas para hablarle en la cara—. Se marcharon sin avisar Pierre, no actúes como si hubiese sido insignificante. Algo muy grave les pudo haber sucedido y nosotros no hubiésemos tenido idea.

—No pasó, no iba a permitir que pase tampoco y discúlpanos por atrasarnos en volver. Relájate, ¿sí? No armes un escándalo innecesario. No lo necesitamos a este punto del viaje.

—¡No! ¡No me relajo nada!

—¿Por qué tanta exaltación? Dime.

Mel levanta el mentón, pero no responde por mucho que nos interese. Para nuestra suerte, Ryan aparece de entre un par de árboles junto a Gigi y se encargan de interrumpir el momento.

—Oh, ahí están —dice Ryan.

Se acerca a nosotros y tira del hombro de una Melanie cascarrabias para apartarla antes de que el demonio entre en ella e intente romperle el cuello a Pierre o algo por el estilo.

Gigi me saluda de un golpecito en el brazo. Aunque le dedico una sonrisa, mi atención se la roba su uniforme de entrenamiento con los bolsillos cargados de armas. Me sorprende que Ryan no se vea apto para el combate y que no hayan practicado esta mañana, porque estoy segura que no lo hicieron. Ryan no se permitiría rodar por el suelo sin su uniforme a prueba de Gigi.

Ahora bien, ¿qué hace ella con eso puesto? ¿Acaso nos enfrentamos a algo surgido en nuestra ausencia?

—Quita esa sonrisa —le exige Melanie a Ryan, entonces me percato que Gigi también me sonríe mientras la observo sin descaro—. ¿En serio no les vas a decir nada?

—¿Quién soy yo para hacerlo? —Ryan le da una palmada en la espalda a Pierre y de inmediato un brillo curioso traspasa sus ojos.

Eso ya me indica que, con solo poner una mano encima de él, supo lo que pasó estas últimas siete horas. O al menos se enteró de algún detalle que está vagando por la mente de Pierre en este mismísimo instante sin que él se percate de ello.

—¿Y tú? —le chilla Melanie a Gigi.

—¿Qué?

—¿No vas a decir nada?

EFÍMERO PRAGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora