𝐏𝐒𝐈𝐐𝐔𝐈𝐂𝐎𝐒 𝐀𝐑𝐀Ñ𝐀𝐙𝐎𝐒

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El corazón se me sube a la garganta.

Los ojos cafés de Ryan aterrizan en los míos. Me quedo paralizada viendo como las alas lo impulsan en mi dirección y Jasper se aleja por el cielo contaminado de humo. Doy unos pasos hacia atrás, otros más, y escucho el eco del ruido metálico del objeto lanzado chocando contra el suelo a algunos metros.

Doy un salto, dispuesta a dar un aleteo que me eleve; sin embargo, Ryan abre los brazos y me caza en pleno vuelo antes de que intente cualquier movimiento.

Le rodeo el cuello con los brazos, detectando a Georgina en un intento de escape con un ala arrastrando y demasiado mareada para seguir una línea recta. La tierra tiembla, o quizá es mi corazón el que ruge desbocado, y la bomba explota.

Cierro los ojos con fuerza y escondo mi cara detrás de mi brazo, pero de todas formas siento como una oleada de energía pesada nos empuja y da más velocidad. Mis oídos son atacados por un pitido ensordecedor. No habían usado una bomba en ninguna circunstancia en la que he estado presente, ni mi grupo ni los rivales a los que hemos tenido que enfrentarnos.

Me pregunto si esto fue obra de una venganza cruda hacia Georgina. Porque, de las opciones en el juego, yo hubiese elegido un arma de tal magnitud para Sterling.

Y también me pregunto si Gigi sigue armada dentro del caos que me atrevo a chequear al levantar la mirada por encima del hombro musculoso de Ryan. Hay fuego, pero esta vez no es trabajo de Sterling, y la zona boscosa fue derribada como si un tornado se la hubiese tragado. ¿Qué posibilidad hay de que Gigi esté lastimada pero con su collar intacto?

Alguien saldrá perjudicado si el Citrino estalló junto a la bomba.

Ryan me estruja contra él cuando se desestabiliza, planea unos segundos y vuelve a subir al cielo, alejado de las ramas puntiagudas de los árboles.

—¡Gracias! —grito, le doy dos palmaditas en el hombro y me impulso hacia abajo. Como respuesta, afirma con la cabeza y me quita las manos de la espalda.

Inhalo una bocanada de aire sofocante para recomponerme lo más posible, aún me duele la garganta, y me dejo caer. Planeo por el terreno hasta llegar a la zona concentrada de daños. Paso por encima de las cabezas de mis compañeros, quienes batallan cuerpo a cuerpo contra Sterling y Colin, y verifico que clase de ayuda podría proporcionar.

El rubio sube la vista histérica sin importar que Melanie esté acechando contra él con esa potencia insaciable, se hecha a volar y me da los indicios claros de una persecución. No, no voy a recorrer medio bosque para huir o alejarlo de la pelea. Tengo que quitarle esas ganas de persecución, esa sed de poder, y la única forma es hacerle frente de una vez por todas.

Gigi no va a volver al juego en el estado que sea que esa bomba la dejó, así que debo concentrarme en Colin. Ahora o nunca.

Formo un círculo con el dragón detrás y, cuando llego a donde Melanie dispara con una pistola en cada mano, bajo la velocidad y le arrebato una. Me impulso un poco más para colocarme boca arriba, subo la mano y aprieto el gatillo directo al pecho de Colin.

Él, por encima de mí, se balancea hacia los lados con los dientes apretados, pero vuelve a aletear. Incluso suelta un manotazo y roza la punta del arma antes de que regrese a mi posición inicial y me coloque por delante de él.

Melanie continúa disparando. Las balas pasan por mis costados, algunas demasiado cerca para mi agrado, y al lanzar un vistazo rápido hacia atrás, me entero que una buena cantidad de ellas se hunden en distintas partes del cuerpo de Colin. Su velocidad baja y duda en dónde poner su atención; en mí o en la dragona que lo acorrala entre metales ardientes.

EFÍMERO PRAGMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora