Los primeros rayos del sol entran por los grandes ventanales del aún desierto salón del trono; el trono sigue vacío, los pilares se elevan hacia las sombras y las losas extienden su perfecta simetría por toda la sala.
Si se presta atención, no está tan desierto como sugiere el primer vistazo. En una esquina, dos siluetas retroiluminadas se encuentran, moviéndose, pero el eco de sus voces está cuidadosamente controlado.
“Cazadores de Shiratorizawa”, murmura uno con voz pensativa y un tanto hueca, como si estuviera repitiendo las palabras que acababa de escuchar.
-Reconocí su cresta. ¿Qué estaban haciendo allí? retoma el segundo, más virulento.
El primer hombre, en el que reconocemos el brazo derecho del rey, vestido como de costumbre con su reluciente armadura, todavía parece pensativo.
-No estaban lejos de su frontera. Quizás simplemente cazadores perdidos.
-Quizás, se entusiasma el segundo, evidentemente el propio monarca; pero si creen que pueden vagar por mi territorio a su antojo, se equivocan. ¡Podemos ser aliados, pero aún no fusionados!
Manchas rojas salpican sus mejillas mientras sus ojos brillan; El percance del día anterior mientras cazaba, del que le informa hoy a Iwaizumi, lo ha trastornado al máximo. Y su lugarteniente sabe mejor que nadie hasta qué punto le exaspera el mero pensamiento de Shiratorizawa, y más aún, de Ushijima.
-Oikawa, dice en un tono que espera sea conciliador. En caso de guerra, son nuestros aliados más poderosos. Aoba, aliado con Shiratorizawa, puede desafiar a cualquier otro ejército y tener la victoria asegurada.
-Guerra ? Entonces, ¿qué es? bromea Oikawa. ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que tuvimos una guerra? El mundo es estable, nadie busca expandir su reino, todo se solidifica mediante tratados, alianzas,… matrimonios…
-Casi parece que te arrepientes. ¿Habrías preferido vivir en la época de nuestros abuelos, cuando empujamos a Nekoma, Fukurodani y los demás más allá de las montañas? Pensamos que saldríamos victoriosos, pero nuestras fronteras se derritieron como nieve al sol cuando tuvimos que informar a Shiratori. Y ahora dominan completamente el continente.
El rey se cruzó de brazos y ahora mira al cielo. Conoce mejor que nadie la historia del continente y le resulta tanto más dolorosa cuanto que fue escrita recientemente. En el fondo, quizá le hubiera gustado ser un rey guerrero, un conquistador, al frente de un inmenso ejército para tomar los castillos enemigos. Pero, como él se queja, el mundo es estable y no hay ninguna posibilidad de brillar como líder de guerra.
Si ocurriera una guerra, cree, en el mundo tal como es hoy, enfrentaría los dos grandes polos del norte y el sur; Shiratorizawa y Aoba, así como Dateko, contra los reinos aliados de Nekoma, Fukurodani, Shinzen y otros; pero desde hace cincuenta años, las tensiones han ido disminuyendo, en gran parte gracias a la cadena montañosa que divide el continente en dos, lo que simboliza la ruptura a la vez que impide una intervención física masiva.
Si hubiera guerra, reflexionó Oikawa, ¿sería una guerra total? Probablemente. Recuerda el mapa colgado en su pared; ¿Quién defendería a Karasuno, este pequeño reino atrapado entre los dos poderes? ¿E Inarizaki, aún más bajo? Oikawa niega con la cabeza, un poco perdido en pensamientos demasiado grandes para él; y sobre todo, que ya no son relevantes.
-Oikawa, volvió a decir Iwaizumi. Habrá que tener mucho cuidado con Shiratorizawa. Buscarán por todos los medios intervenir en nuestra política, y la forma más segura de hacerlo...
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Recuerdo Amari
ActionIwaizumi es uno de los únicos que sabe plantarle cara, y si da un paso atrás para demostrar que comprende la orden, no deja de continuar valientemente: -Oikawa, no puedes comprometer a miles de personas y crear tensión entre reinos sólo por los herm...