- No tengo ni idea de a donde ir. - indico, mientras camino junto a Zuko de la mano, con nuestros dedos enredados y el silencio cómodo entre ambos, escuchando entre tanto las conversaciones del resto de gente de las calles. - ¿Hacía dónde nos dirigimos?
- Yo tampoco lo sé.
Se encoge de hombros, mirándome con una sonrisa radiante. Muestra sus blancos dientes y cierra los ojitos, con las mejillas levemente sonrojadas, y yo me derrito.
¿Cómo he conseguido a la persona más guapa? Me deja asombrada. Pero intento que no lo vea, porque siento todo mi cuerpo temblar cuando me fijo en él.
Poco más tarde hace que su gran sonrisa descienda levemente, sin embargo, las comisuras de sus labios continuaron tirando hacia arriba.
Suelto una carcajada.
- Pues tú eres el que conoce este lugar. - respondo.
- Es que hay tantas cosas que podemos hacer, que no me decido. - explica mientras mira a nuestro alrededor. - Además, ha cambiado bastante todo esto.
- ¡El Señor del Fuego Zuko!
Ambos nos damos la vuelta para encontrar a una familia señalando al azabache. Él abre los ojos, asustado en un inicio, pero al final logra volver a sonreír. Esa sonrisa leve tan caracteristica y que tanto me ha enamorado.
- No sabíamos que estaba aquí. Ha sido una grata sorpresa. - dice uno de ellos.
- Pensamos en tomarnos unas.... - intercambia una mirada conmigo, y la verdad, no puedo engañarme diciendo que no siento un sudor frío descender por mi frente. Ni los nervios ante la posibilidad de que les cuente la verdad. Porque no deberíamos preocupar a la gente. No sería muy bueno. - Unas vacaciones.
Suelto el aire que llevaba aguantando en mi interior desde hace un tiempo.
No le digo nada, pero cuando nuestras miradas se cruzan, sé que él ha captado el agradecimiento silencioso por mi parte.
- Me alegro. - responde otro de ellos.
Nos despedimos con la mano, y ellos hacen una reverencia que me deja un mal sabor de boca.
Aún no me acostumbro a esto.
Continuamos avanzando, no obstante, ahora todos saben de nuestra presencia, y pronto lo que considerábamos una mañana tranquila, sin necesidad de ser reconocidos, no tardamos mucho en ser el centro de atención de todos ellos.
La gente llega para saludarnos. Paramos cada dos pasos para hablar con otro grupo de personas. Aun así no me quejo en ningún momento, aunque parece que Zuko lo nota.
- Por Angie. - exclama un chico de más o menos nuestra edad, con los ojos brillantes de emoción. - Debo de estar soñando.
Escucho un suspiro por parte de mi maestro fuego (me encanta como suena eso), pero sé que el chico no lo ha escuchado.
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Eternos {Zuko y Tú}
FanfictionSegunda parte de Lazos de Fuego Las cosas parecen ir bien; Zuko y yo estamos juntos, he vuelto al mundo de Avatar, soy feliz con mis nuevos amigos... No me puedo quejar de nada, es todo lo que quise siempre. Pero la eternidad no existe. Nada perman...