•V e i n t i s e i s •

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- Yo también te quiero

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- Yo también te quiero. - murmuro, a pesar de que sé que no lo va a escuchar.

Que, tal vez, ha decidido ponerle fin a esta desgarradora conversación que ha tenido él solo durante este tiempo.

Se me escapa un gemido apenado cuando me doy cuenta de que se ha acabado. Se me forma un nudo en el corazón y en la boca del estómago que me duele a morir.

Tengo los dedos encima del teclado del teléfono, y la cabeza llena de cosas.

¿Debería de contestarle? ¿Decirle que estoy de vuelta por un tiempo? ¿Que yo también lo echo de menos y pienso todos los días en él?

Mis dedos se mueven de un lado a otro, pero no escribo nada.

Estoy atacada por el pánico, el miedo y la presión.

Zuko lo entiende sin tan siquiera mirarme a los ojos, sin una palabra por medio ni un sonido. A pesar de que sufro por dentro. Porque, de repente, me agarra el móvil y me lo saca, levantándome de su regazo para ponerse él de pie.

En un principio no entiendo a lo que viene, pero pronto habla.

- No pienso dejar que te deprimas aquí, ____________. - dice, con el ceño fruncido.

- ¿Entonces qué?

Siento que la felicidad de todo el día ha desaparecido de golpe.

- Dice que está solo en casa. - repasa, y mis ojos se abren. Sé a lo que se refiere con velocidad. - Hazle una sorpresa. Como a mí me hiciste hace meses. Será mucho mejor que mandarle un mensaje.

Tiene razón.

- Sabes dónde vive, ¿no?

- Sí. He tenido que hacer muchos trabajos en su casa en el curso. - una apenada sonrisa nostálgica aparece en mi rostro. - Y no creo que se hayan mudado.

- ¿Y a qué estamos esperando, en ese caso?

Me lanzo hacia el azabache para abrazarlo. Él pronto me envuelve, suspirando profundamente, al igual que yo.

Amor eterno.

Es de las mejores cosas que me han pasado en la vida.

Separo mi cabeza de su cuerpo para mirarlo a la cara, y ver una hermosa sonrisa llena de felicidad  que tiene en su rostro. Me la contagia de inmediato.

Desciende el rostro para que nuestros labios se junten, y yo cierro los ojos para dejarme deleitar por la sensación de sus labios sobre los mios.

- Voy a avisar a mi madre para que sepa que vamos para allí. - explico, volviendo a agarrar el teléfono y llamarla. - No me gustaría que se preocupase.

- Por supuesto, mi princesa.

Lleno mis pulmones de aire, escuchando el sonido de la llamada comunicando.

Eternos {Zuko y Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora