• T r e c e •

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Mal

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Mal. Mal. Mal... ¡Todo mal!

Llevamos quietos, en medio de la nada durante una hora y media. ¡Una hora y media de mi vida perdidos! Mis piernas tiemblan mientras espero sentada a que Zuko y el capitán de la pequeña embarcación lleguen con el resultado de la revisión, pero parece que han desaparecido.

Legolas también lo ha hecho. Tan pronto como subimos se separo de nosotros y... "puf", como si no estuviera aquí. Porque está, ¿verdad? Es decir, yo recuerdo que había subido y...

- Listo.

Me levanto de un salto de la silla, acercándome a un Zuko lleno de aceite y el pelo desastroso y a un capitán con una mirada nerviosa. Mi mente ya me alerta de algo malo, como el resto del viaje, sinceramente, y no puedo evitar sentir una presión en el pecho mientras que me acerco a ellos, con las piernas temblando.

Bueno, para qué me engaño, con todo el cuerpo temblando.

- Que.... ¿Qué pasa? - me atrevo a preguntar.

Veo cómo Zuko lleva su mirada al suelo, y comienza a masajear su nuca con una de sus manos, nervioso. Genial, así no me puedo relajar.

- Bueno, princesa eh... - ¡Pero que lo diga ya! - Al parecer el motor se ha... se ha roto, y tenemos que parar en la ciudad más cercana. Alguien tiene que venir a sacarnos y...

- ¿Y eso cuánto nos retrasará? - doy un paso hacia delante, y cuando veo que no me responde, me imagino lo peor.

¿Un mes? ¿Dos? ¿Mucho más? No quiero ni siquiera pensarlo.

- Le he dicho al capitán que mande una ave mensajera y les comente que estamos en problemas. - explica, apoyando su mano en mi hombro, con la intención de relajarme. - No sé... No sé cuánto tardará en llegar, y ellos en venir. Lo siento mucho.

¿Alguien ha llamado a la mala suerte? Porque este día no puede ir a peor.

- No pasa nada. - miento, forzando una sonrisa.

- Se va a hacer de noche, lo mejor será que vayas a descansar un poco. - comenta, mirando al cielo. - No quiero que te preocupes por esto, ¿vale? ¿En cuántos problemas nos hemos metido, y siempre hemos conseguido superar?

- En muchos. - digo con la boca pequeña.

- Creo que no te he escuchado bien, princesa. - juega, colocando su mano en la oreja, echándose hacia mí. - ¿Cuantos?

- Muuuuchooos. - digo, rodando los ojos. - Espera, ¿y tú? ¿No vienes conmigo a dormir?

Escucho su risa y veo una mirada pilla en su expresión, haciendo que mi corazón de un salto, rodando los ojos de nuevo y golpeándolo levemente en el brazo.

- Tengo que hablar con la tripulación. Al fin y al cabo, sigo mandando aquí, soy el Señor del Fuego también fuera de mi nación. - dice finalmente, con aires de superioridad que me sacan una carcajada. - Antes de que te des cuenta ya estaré ahí.

Eternos {Zuko y Tú}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora