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La tenue luz del velador apenas alumbraba la habitación, pero era lo suficientemente clara para permitirle a Bella plasmar sus pensamientos, convertidos a palabras, en las hojas de su pequeño cuaderno.

Habían pasado apenas dos días de su último encuentro con Damon, y por más de que Bella había tenido la oportunidad de conversar con él por teléfono luego de aquel incidente, había decidido que necesitaba un pequeño respiro de aquella triste pero a la vez hermosa relación.
Aparte de trágica.
Le había dado mil vueltas al asunto y en todos los escenarios a los que su mente llegaba, no había ningún tipo de final feliz para ella.

Por lo menos tendría material para futuras canciones, pensó.

Apoyó su librito en la mesita que se situaba al costado de su cama y talló sus ojos, sintiéndose de alguna forma un poco menos atormentada al haber podido volcar su corazón en aquellas hojas.

Aunque todavía la perseguía el fantasma de él, y la promesa de volver a verlo en cuanto se retome la gira, que sería en poco más de una semana.

Unos pequeños golpes en su puerta la sacaron de sus pensamientos de inmediato.

-Adelante- Contestó la joven, sabiendo que se trataba de Miles.

-¿Cómo estas, Bella?- preguntó el joven, sentándose en el borde de la cama de ella.

-Pues aquí estoy... Enfrentándome a las consecuencias de mis acciones.

Miles puso su brazo alrededor de la espalda de su amiga en un intento de consuelo.

-Bella, no es para tanto. Te aseguro que en un par de días vas a haber olvidado todo el asunto.

Bella le dio una débil sonrisa, pero Miles la conocía mejor que eso y pudo darse cuenta de que había una profunda tristeza en sus ojos.

-No puedo verte asi- continuó Miles poniendo una mano en la mejilla de ella.

-El problema es que me enamoré, ese fue mi error.

-No puedes controlar los sentimientos, Arabella. Enamorarte no es un crimen.

Bella apoyó su cabeza en el hombro de Miles mientras soltaba un suspiro.

-La verdad me siento igual de culpable, como si hubiera cometido uno.

Miles se paró instantáneamente, tomando a su amiga de las manos, logrando que se levante al mismo tiempo que él.

-Miles, ¿Qué haces?- inquirió la joven, risueña.

-Se acabó tu pequeña fiesta de lástima contigo misma, es hora de que salgas de esta casa y despejes un poco tu cabeza. ¿Hace cuanto no nos divertimos juntos?

-La verdad es que no lo recuerdo- respondió Bella honestamente mientras lo abrazaba fuertemente.

Y es que con todo el trabajo, las giras, los discos y todos sus problemas sentimentales, hacía mucho que no tenía tiempo para compartir con su
mejor amigo.

Miles era la persona que siempre lograba calmarla y animarla, le estaría eternamente agradecida por su cariño y su amistad.

-Te quiero mucho, Mi.- Dijo Bella soltándose de aquel abrazo.- ¿Quieres que vayamos a cenar?

Miles apretó las mejillas de ella en un tierno gesto, logrando plasmar una sonrisa en su rostro.

-¿Cenar? Ir a la fiesta de Suki, querrás decir...

Bella estaba por abrir su boca para comenzar a poner peros y excusas, pero en un segundo pensamiento, la realidad es que hacía mucho no compartía una noche con sus amigos, y la otra opción en vez de salir, sería quedarse a sentir pena por sí misma, y mantenerse despierta por horas mientras su cabeza maquinaba con distintos pensamientos de Damon con su familia en África, cosa que sin duda no era lo más saludable para su mente.

The selfish giant (Damon Albarn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora